Las redes marinas llegan a tu coche

MOTOR ON

Jens Bach

24 sep 2022 . Actualizado a las 09:31 h.

Los tiempos están cambiando. Hace solo unos años, algunas marcas de lujo exhibían orgullosas las materias primas que empleaban en sus vehículos exclusivos. Algunas mostraban las ganaderías donde criaban vacas en un entorno especial para que su piel no sufriese ningún daño, y después las sacrificaban y desollaban para montar con una sola pieza confortables asientos para limusinas que se vendían por precios de seis cifras. Otros contaban cómo acudían a la Amazonia para talar bosques de maderas nobles con las que fabricaban sus salpicaderos, que causaban sensación en los salones del automóvil. Eso ya no se puede exhibir como símbolo de exclusividad. Ahora, la sostenibilidad puede sobre la ostentación y aquellos mismos clientes que presumían de piel de vaca y de maderas nobles se sientan sobre coches eléctricos, que no consumen combustibles fósiles ni emiten gases nocivos.

Quién nos iba a decir que en solo un par de décadas íbamos a pasar de sentarnos en la piel inmaculada de una vaca suiza a hacerlo sobre lo que en su día fueron unas redes de pesca usadas y recogidas del fondo del mar. Así nos lo muestra ahora orgullosa una marca como Hyundai, que junto a Healthy Seas, una organización que recoge desperdicios de los fondos marinos, utiliza las redes de pesca abandonadas en esos fondos para convertirlas en hilos con los que se confeccionan los asientos del nuevo vehículo eléctrico Ioniq 5. Cupra, otra de las marcas que quieren mostrar vanguardia en temas medioambientales, pensó que nada mejor que estos mismos materiales para emplearlos en los asientos de su eléctrico Born. La verdad es que las redes de pesca deben dar mucho juego, porque también el grupo alemán BMW las utiliza, una vez fundidas, para fabricar revestimientos, tanto interiores como exteriores, para sus coches. Las alfombrillas del habitáculo del BMW iX eléctrico o del X1, por ejemplo, están hechas con estos materiales.

La economía circular ha llegado para quedarse en la industria del automóvil, que lucha para neutralizar la huella de carbono.

Ya hace años que Ford nos daba a conocer que en cada uno de sus coches nuevos había 250 botellas de plástico reciclado, lo que suponía que cada año recuperaban así 1.200 millones de botellas. Renault, ya en el 2014, alcanzaba un 30 % de componentes plásticos de origen reciclado en el Mégane. Además, el aprovechamiento de residuos está creando un nuevo tipo de industrias que proporcionan empleo y riqueza, al tiempo que salvan el planeta.

En pocos años los primeros coches eléctricos cumplirán su ciclo vital y las baterías de los mismos tendrán una segunda vida como acumuladores caseros o industriales de energía. Es una forma de amortizar el escaso y caro litio que hay en sus celdas.

La economía circular permitirá recuperar el 95 % de las piezas de los coches, impidiendo que acumulemos toneladas de residuos. Hasta Ferrari, marca poco sospechosa de ser ajena al lujo y la sofisticación, ha anunciado hace unos días que su nuevo modelo Purosangue, su primer SUV, utilizará poliéster reciclado en la tela del techo o poliamida en su alfombra del suelo que proviene también, fíjense, de las redes del mar. Parece que, por fin, empezamos a hacer bien algunas cosas.