El precio de la libertad

MOTOR ON

ALBERTO LÓPEZ

19 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Si alguno pensaba que al automóvil ya le habían puesto todas las banderillas, después de la crisis de los microchips, de las subidas de los impuestos de circulación y de los precios de las autopistas gallegas y del apresurado cambio tecnológico, resulta que no.

Ahora nos llega la subida de los carburantes, la gasolina y el gasoil, que alcanzan máximos históricos. Hay que decir que esta vez no nos parece tan extraño, porque es una subida generalizada de precios en todos los sectores y, después de que nos vapuleen con la cesta de la compra, con la vivienda, con las facturas de la luz y hasta con las palomitas en el cine, ya casi nos da igual que la gasolina se haya puesto a 1,70 euros el litro o que el diésel se pague a 1,50.

Total, una subida del 25 % respecto al año pasado o, como se traduce en el bolsillo, unos dieciocho euros en cada depósito, que no es moco de pavo.

No hace falta echar la vista muy atrás para encontrar en el 2016, hace solo seis años, precios de 1,26 euros por el litro de gasolina y de 0,98 por el diésel; un año, eso sí, excepcional, porque a partir de ahí la subida ha sido imparable.

Tras la pandemia se notaba que el uso del automóvil volvía por sus fueros y muchos de los que, por economía, dejaban antes el coche aparcado y se movían a clase o al trabajo en transporte colectivo, recuperaban su fiel coche para viajar más tranquilos y seguros.

Ahora se pone la cosa muy difícil. Para los que tienen que desplazarse todos los días fuera de los límites de su municipio para ir a trabajar la factura se encarece mucho.

A lo mejor, a estas alturas, a alguien se le puede ocurrir que esta subida de los carburantes es una ocasión más para defender las bondades de los coches eléctricos o híbridos y que tenían razón aquellos que decían que los coches de gasolina o diésel son una «guarrería» y que así, además de ahorrar, salvamos el planeta.

Pero no va de eso la cosa. No hay que olvidar que los propietarios de los híbridos tienen que pasar igual por el surtidor de gasolina, que es el carburante que emplean esos coches pese a que se les llame electrificados, y que los que eluden el paso por la gasolinera por tener un eléctrico puro están sometidos a otra tiranía económica en forma de enchufe y factura de la luz, que también sube y sube y sube.

Así que aquí no se libra nadie.

Dicen los expertos que las aguas volverán a su cauce y los precios del crudo se estabilizarán, pero mientras tanto disfrutemos de nuestro automóvil mientras podamos. Para muchos es una herramienta de trabajo y para casi todos es el mejor aliado para disfrutar de la libertad que supone llegar a donde quieras y cuando quieras. Y eso no se paga con nada.

El automóvil ha sido uno de los grandes inventos de la humanidad. Pasar de la tracción animal, de los caballos y los carruajes, a la tracción mecánica supuso una revolución. No solo para las personas, también para el comercio. Cambió la movilidad del mundo. Por eso la vida de las personas, de las familias, va unida casi siempre a un coche. Pero, sea con electricidad o con carburantes fósiles, esa libertad que te da el automóvil hay que pagarla y ahora mismo a un precio muy alto.