Filomena y todas las demás

MOTOR ON

14 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Filomena fue la noticia de enero, cubriendo de nieve la capital de España, acaparando portadas de periódicos y noticiarios de televisión, un tema que se prolongó durante tres semanas con las secuelas. Miles de coches quedaron parados en las márgenes de la M-30 y M-40 y en las autovías radiales alrededor de Madrid.

Filomena creó expectación e hizo que desapareciesen las cadenas para ruedas en todos los establecimientos del ramo y los distribuidores de neumáticos hicieron el agosto en pleno enero vendiendo todos sus stocks de ruedas de invierno y todo tiempo que tenían en los almacenes.

Filomena duró unos días. Su efecto se derritió como la nieve cuando el frío menguó y llegó la lluvia. Y ya nadie volvió a hablar de equiparse para las inclemencias del mal tiempo o de cómo hay que preparar el coche para el invierno.

Eso en Madrid, en el epicentro de todas las noticias. Porque no es noticia, por ejemplo, que en Galicia llueva a cántaros, que haya nieblas, que el viento azote en nuestras carreteras. Se supone que los gallegos estamos acostumbrados a esto.

Por eso nadie reconoce que este año el invierno se está cebando con Galicia y que, tras Filomena, llegaron Gaetan, Hortense, Ignacio y Justine. Y hasta Karim, que no juega en el Real Madrid.

Una larga cadena de borrascas sacudiendo durante más de un mes a miles de profesionales que cada día surcan las carreteras gallegas llevando y trayendo mercancías o transportando pasajeros. Y otros miles que cada día tienen que coger su coche para ir a trabajar o a estudiar. Maldita dispersión.

Y no es fácil enfrentarse a estos elementos desencadenados por la naturaleza al volante de uno de los parques móviles más antiguos de una España ya de por sí a la cola de Europa.

Un parque envejecido, una precariedad laboral que a veces no permite ni cambiar unos neumáticos que ya están en el alambre, unas carreteras sinuosas y sin un kilómetro llano y una climatología adversa son un escenario que reclama, al menos, un coche con un mantenimiento adecuado.

Unos neumáticos nuevos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. Y los neumáticos no trabajan bien si no están acompañados por unos amortiguadores en buen estado. Esos elementos, junto a los frenos, no pueden fallar cuando circulamos bajo la tormenta perfecta que asola Galicia este invierno. Y también es necesario ver bien y ser vistos. Ojo que las luces de muchos vehículos funcionan mal. Y circular de noche desde las siete de la tarde, con lluvia intensa y nieblas en muchos casos, en esas condiciones es un suicidio. Y para ver bien, esos limpiaparabrisas, que apenas cuestan unos euros, tienen que estar nuevos. Más de dos veranos desintegran sus gomas, así que ese es el plazo para cambiarlos. La limpieza interior de las lunas, sobre todo del parabrisas, evitará el empañamiento de los cristales. Y qué decir de las baterías...

Todo esto es accesorio en países donde el parque móvil es moderno, pero en España y en Galicia esto no sucede y la puesta a punto de los vehículos debería ser casi asignatura obligatoria. ¿Por qué las administraciones, diligentes con las ITV recaudatorias o las autoridades de tráfico, no hacen campañas en este sentido?