El largo y bacheado viaje de la «señorita 40 HP»

Por Jesús Flores

MOTOR ON

Casi dos millones de mujeres obtuvieron el carné de conducir en España entre el 2007 y el pasado año, un período en el que los permisos conseguidos por hombres rondó el medio millón. Desde que Emilia Pardo Bazán se pusiera al volante de un coche en 1904, este otro viaje hacia la igualdad social ha sido largo y con baches.

08 dic 2020 . Actualizado a las 10:11 h.

En junio de 1959 La Voz daba cuenta de una orden del BOE por la que solo aquellas mujeres que acreditasen que habían hecho el servicio social podrían tener derecho a examinarse del carné de conducir. No era la primera vez que las españolas se encontraban con restricciones en el acceso al permiso para manejar automóviles. En 1918, prácticamente en la transición en España de los carros tirados por caballos a los automóviles con caballos en el motor (HP), se publicó una normativa que también recogía el periódico y que exigía que aquellas mujeres que se pusiesen frente a un volante debían saber leer, escribir -no consta nada en relación a las capacidades culturales que debían mostrar los hombres- y, además, contar con el permiso de su padre o de su tutor. Pero más de veinte años antes, en 1904, la combativa intelectual gallega Emilia Pardo Bazán ya se había convertido en la primera mujer española en conducir un vehículo (¿animada quizás por su íntimo amigo Picadillo, todo un fan de las cuatro ruedas?), más como un gesto en favor de que las mujeres pudieran dirigir sus vidas que por una gran afición a los automóviles, que en alguna ocasión definió como molestos y ruidosos. «Un recorrido en automóvil, al menos para mi criterio y gusto, es una expedición de estudio y recreo, deteniéndose en pueblos interesantes por su aspecto típico; no comprendo viajar solo en el sentido de trasladarse, y menos el anhelo de la velocidad por la velocidad», escribiría doña Emilia.

Casi al mismo tiempo, la estadounidense Mary Anderson patentaba el limpiaparabrisas, destrozando de esta manera tópicos sobre la falta de pericia o capacidades de las mujeres para adentrarse en el mundo de las cuatro ruedas. Un cliché que en no pocas ocasiones ellas mismas alimentaban, fruto de la mentalidad de la época. En 1929 aparecía en La Voz un artículo firmado por Blanca de Azevedo y titulado «La señorita 40 HP» que dejaba perlas como esta: «Para ellas conducir un automóvil es un motivo de coquetería para atraer hacia sí las miradas golosas que a todas nos encantan, y cuando se ven observadas por un hombre oprimen el acelerador y desaparecen describiendo viajes inverosímiles». Azevedo concluía: «La fémina al volante se siente más impuesta en su secular papel de domadora y viendo cómo lo obedecen todos los resortes del más complicado 40 HP no puede menos de pensarse con cuanta facilidad podemos esclavizar al hombre con un mecanismo y una fuerza muy inferior». Casi cien años después, La Voz publica noticias como está: «España es el país con más conductoras de autobuses de Europa». Algunos baches ya han quedado atrás.