El incierto futuro de los SUV

MOTOR ON

09 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los SUV son los coches de moda, ya no solo en el mercado español sino en todo el mundo. El año pasado más de un 40 % de los coches que se vendieron en España fueron de este tipo. Los sucesores de los todoterrenos, ahora adaptados para su uso en asfalto, son más vistosos, más aparentes, dan sensación de estatus, de seguridad y de comodidad, con los pasajeros colocados en una posición muy alta. Estilísticamente han dado un tremendo palo a los monovolúmenes, a los que han hecho prácticamente desaparecer de las estadísticas de ventas.

Pero este año llega la normativa CAFE europea, que hará que las marcas que superen los 95 gramos de CO2 por kilómetro, en la media de su coches vendidos, tengan que pagar importantes multas por contaminar. Los efectos han sido contundentes. Algunas marcas han decidido abandonar el mercado europeo. Otras han eliminado ciertos modelos en sus gamas por altamente contaminantes, y el resto se han lanzado a adoptar motorizaciones híbridas a marchas forzadas, cuando no eléctricas, para la mayoría de sus modelos actuales. La electrificación es el camino. Con una hibridación ligera se puede conseguir que un turismo de cuatro metros o un modelo compacto, incluso una berlina media, pueda bajar de los comentados 95 gramos y no pague multas a la UE.

Pero el problema es que los clientes, cuando llegan al concesionario, preguntan por los SUV, por esos coches que ahora están de moda. Y el problema de los SUV es que pesan mucho más y que también son menos aerodinámicos. Ambos factores son aliados directos del CO2 que emiten por sus escapes.

Si lo quieren comprobar, comparen en cualquier marca un turismo compacto con un SUV compacto que lleven el mismo motor. Existen estos casos en la mayoría de las marcas generalistas y también en las «premium». Al leer los datos que los propios fabricantes dan en las características de sus modelos comprobarán que con el mismo motor y el mismo tamaño un SUV emite y consume casi un 40 % más que su hermano con formato berlina. Y en la pelea que ahora mismo se libra por cada gramo de CO2 eso significa que el vendedor que le atienda intentará persuadirle de que a usted no le hace falta para nada el SUV y que el turismo convencional le resultará más cómodo. Y barato. Y no les falta razón, en muchos casos.

Subirán, seguro, los precios de los SUV; algunas marcas comenzarán a eliminar de sus gamas los menos rentables, o los de mayores emisiones, y, en años sucesivos, con una UE que va a seguir rebajando el límite de las emisiones manteniendo su régimen de multas, el futuro de los SUV es incierto.

Circular por nuestras ciudades en pesados coches de dos o casi tres toneladas, algunos con tracción total y con unos parabrisas a modo de pantalla que destrozan cualquier vestigio de aerodinámica, empezará a considerarse una incongruencia. Incluso podrían señalarles con el dedo, como a un pecador.

Y es que comprar un vehículo nuevo se está volviendo una auténtica locura. No podemos comprar el de motor diésel, que es el que nos interesa más por sus consumos, y tampoco podremos elegir la silueta SUV, que es la que nos mola. Qué complicado se está poniendo esto...