Arquitectura barroca sobre ruedas

MOTOR ON

Considerado por muchos como uno de los coches más elegantes de la historia, el Delahaye 175 s roadster fue creado hace ahora 70 años solo para desfilar en pasarelas y concursos de belleza. Seis metros de líneas sinuosas salidas de la mente de uno de los carroceros más importantes del siglo XX, Saoutchik. Sin embargo su existencia no estuvo acorde con su condición de belleza hasta que se restauró en el 2010, momento en que de nuevo volvió a su hábitat natural, los concursos de elegancia.

14 ene 2020 . Actualizado a las 11:10 h.

Fue creado para ser carne de pasarela en 1949 de la mano de Jaques Saoutchik, un carrocero francés que ya contaba en su cartera con clientela de varias casas reales europeas. Con su diseño consiguió un halo de elegancia y sofisticación que, aún hoy, lo hace inconfundible. Tomó como base un Delahaye 175 s y lo transformó en una lágrima gigante. Sin embargo, mover esta especie de escultura rodante resultaba cuanto menos embarazoso. Sus más de 6 metros de largo y 2 de ancho penalizaban su maniobrabilidad, y es que pertenece a una raza de vehículos nacidos solo para exhibirse y ahí es donde radica su valor.

Presentado en el salón del automóvil de París de 1949, su primer propietario, el excéntrico millonario inglés John Gaul, lo encargó con el expreso deseo de no pasar desapercibido: debería participar en los salones de elegancia, que en aquellos momentos representaban un signo de distinción y exclusividad. Objetivo cumplido, en los primeros años lograba hacerse con el primer puesto en tres grandes citas de la elegancia europea: Bois de Boulogne, cercano a París, Montecarlo y San Remo, además de recibir otros galardones en otros certámenes cruzando el charco.

Del modelo Delahaye 175 se construyeron 150 unidades de las que solo 51 eran de la versión S, de mayor potencia y deportividad. A pesar de que el maestro carrocero Jacques Saoutchik carrozó varios Delahaye 175, este es el más extravagante de todos y sería una de sus últimas creaciones.

LA MARILYN INGLESA

En 1954, esta belle machine cambió de manos. Una prometedora sex symbol y actriz inglesa, Diana Dors, se convertía en la segunda propietaria. Su marido, Dennis Hamilton, lo había descubierto a la venta en París. Recién repintado en azul bebé, y a pesar de su precio, 6.000 dólares, no desaprovechó la ocasión. Resultó ser el envoltorio promocional perfecto para resaltar la belleza de la actriz ante las revistas. Se utilizó en numerosas sesiones de fotos hasta que, dos años más tarde, se deshacía de él. El siguiente rastro de esta escultura rodante nos lleva hasta Arthur Rippey, un coleccionista de Denver (EE.UU.), quien lo mantuvo hasta los 70, pasando entonces a las manos de William G. Parfet, un rico empresario, quien le cambió el motor, isntalando uno de 8 cilindros de un Oldsmobile Toronado. Además de otros elementos, decidió deshacerse de la suspensión delantera especial Dubonnet que traía de serie por otra más simple. Las piezas sobrantes, incluido el propulsor de 6 cilindros de 165 caballos, fueron vendidas dejando al Delahaye huérfano de originalidad.

Pese a sus modificaciones, en 1982 se presentó en uno de los concursos americanos más influyentes, el de Pebble Beach, aunque solo en calidad de invitado, sin derecho a participar debido a su falta de originalidad. Años más tarde, pintado de rojo y con las aletas desmontadas, es localizado, casi en estado de abandono, en un antiguo almacén de automóviles clásicos en la ciudad californiana de San Francisco.

RESTAURACIÓN COMPLEJA

A principios los años 90 ya había padecido varios intentos de restauración, todos ellos fallidos, posiblemente por la imposibilidad de recuperar piezas originales.

No es hasta finales de los 90 cuando Ron Benach lo salva del abandono. Este industrial de Chicago, muy aficionado a los autos franceses, decide restaurarlo dotándolo de todas las piezas con las que salió de fábrica. Subcontrató a varios restauradores de la máxima calidad como Jolley o Fran Roxas para garantizar un trabajo de máximo nivel. Tuvieron que rehacer de forma artesanal, y como se construía en los años 40, numerosas piezas como parachoques, aletas y paneles. El chasis y la suspensión fueron totalmente reconstruidos. Gracias a la existencia de fotos antiguas, su interior fue restaurado de forma fiel a su estado primitivo. La pintura fue otro quebradero de cabeza más de una larga lista de problemas. Al no existir ninguna fotografía en color de los años 50 resultaba muy complejo conseguir el tono exacto.

Después de casi tres años de trabajo, en el 2006 este Delahaye salía de nuevo a la luz en el mismo escenario Bois de Boulogne donde 57 años antes había cautivado al público a las afueras de París. Más tarde vendrían otros premios como en Pebble Beach, (California), llevándose varios galardones, o Amelia Island, en la costa este, otra de las citas más importantes a nivel mundial de este tipo de escaparate.

MOTOR ORIGINAL

A pesar de una restauración fiel al original, en el 2009 se descubre el verdadero motor original. Un año más tarde, tanto motor como vehículo son subastados en una casa de subastas donde el nuevo y anónimo propietario tuvo que desembolsar 3,3 millones de dólares para guardarlo en su garaje, cifra que hoy en día podría ser superada sin problema. Desde entonces a este Delahaye 175 s solo se le ha visto en alguna ocasión aislada y se desconoce si el motor original ha vuelto a su lugar bajo su enorme capó o sigue huérfano de chasis.

Con un lateral inconfundible creado a partir de la moda francesa de los años 30, un uso y abuso del cromo, aprovechando los contornos salientes como seña de identidad, y unas líneas ondulantes infinitas, Saoutchik llegaba al grado máximo en lujo y sofisticación. En este cuerpo, a pesar de aunar diferentes estilos, logra crear un conjunto armonioso y de gran dinamismo. El frontal, quizá su parte más confusa por la utilización de diferentes fórmulas visuales, no desmerece un conjunto lleno de detalles que lo elevan como uno de los máximos exponentes del barroco automotriz. Soluciones como ocultar las manillas de las puertas o los intermintes añadían limpieza y armonía. Incluso se adelantó varios años en la utilización de colores tan llamativos: hasta 1953 los fabricantes no comenzaron a utilizar esquemas de colores tan arriesgados.

DISEÑO PARISINO