El Pontiac fantasma

MOTOR ON

Fue el primer coche completo transparente del mundo. La utilización de plexiglás permitió construir un vehículo único y solo para ser exhibido en el salón del automóvil de Nueva York de 1939. Fue un éxito no solo por permitir ver las entrañas del coche, sino por ofrecer un aspecto casi fantasmagórico gracias a la utilización de colores blancos, cobres o cromados en su interior. Desde entonces forma parte de la historia del automóvil

19 oct 2018 . Actualizado a las 01:22 h.

General Motors se gastó en aquel momento 25.000 dólares para construir este Pontiac, una cifra astronómica teniendo en cuenta que su homónimo idéntico de chapa estaba a la venta por 1.200. Una gran apuesta que denota la confianza que las propias marcas tenían, ya en aquella época, para destacar en el gran escaparate del motor.

NUEVO MATERIAL

Este material plástico llamado polimetilmetacrilato o plexiglás surgió a principios de los años 30 de manera fortuita en la compañía química alemana Rohm & Haas mientras trabajaban con vidrios laminados de seguridad, y sus cualidades resultaron ser tan exóticas como desconocidas en aquel momento. Consistía en un material hecho de ácido acrílico, 20 veces más resistente que el vidrio a los impactos, contaba con un porcentaje de transparencia del 93 %, excelente aislante térmico y acústico, además de su casi infinita maleabilidad. En un primer momento se comenzó a utilizar en el mercado aeronáutico como sustituto de ventanas, torretas o cúpulas de ametralladoras. Un ejemplo fueron las cúpulas transparentes del famoso bombardero B25 utilizado en la Segunda Guerra Mundial.

La misma empresa alemana descubridora del plexiglás fue la encargada de reemplazar la chapa exterior de un Pontiac Deluxe Six por placas transparentes moldeadas únicamente con calor, operación que exigía un nivel de destreza alto. Para el material estructural interno se realizaron moldes de todas las partes en colores pastel y cobres para enfatizar su carácter etéreo y algo inquietante, como así lo describían algunas revistas de la época. A diferencia de muchos otros coches posteriores realizados en este material o similar, su motor de seis cilindros era completamente funcional, solo limitado por la fuerza y las tensiones a las que este material transparente se vería sometido en carretera. Por este motivo, con sus casi 80 años de vida, este auto solo ha recorrido alrededor de 200 kilómetros. Debido al éxito de atracción de público, General Motors encargó una segunda unidad para la exposición de San Francisco de 1940, pero años más tarde esta unidad fue destruida. Hoy en día solo existe el modelo de la primera versión.

DE EXPOSICIÓN EN EXPOSICIÓN

Tras el salón del automóvil, el Pontiac Ghost (fantasma), como era denominado, se embarcó en una gira promocional por todo el país que duró varios años. Muchos concesionarios tuvieron en sus escaparates, durante al menos unos días, este fantasmal auto de plexiglás como estrategia de atracción y venta. Incluso se exhibió hasta 1947 en el Smithsonian Museum de Washington. Museo en el que solo tienen cabida aquellas piezas que por su singularidad hayan contribuido a la historia americana de una u otra manera.

Una vez pasada la novedad, al final de la década de los 40, se mantuvo durante 30 años invisible en algún concesionario de la marca, salvo en una breve aparición en homenaje a la marca Pontiac en 1973. En el año 79 es comprado por el coleccionista Leo Gephart, famoso por ser uno de los pioneros como creador de subastas de coches clásicos. A principios de los 80 cambia de nuevo de manos y se mantiene en la misma familia hasta que en el 2011 sale a subasta alcanzando la cifra de 308.000 dólares, unos 250.000 euros. Una cifra aparentemente alta, ya que en su versión de chapa podría costar sobre 25.000 euros hoy en día. La historicidad de esta unidad, unida a su exclusividad ?solamente existe un ejemplar?, pueden hacer que su valoración siga disparándose.

CASI TRANSPARENTE

A pesar de su edad el estado es excepcional, solo se le ha realizado alguna restauración parcial en los años 80 y solo es posible ver los años que tiene si nos acercamos a unos centímetros de su carrocería. En algunas zonas el plexiglás adolece de ciertas grietas, imposibles de recuperar si no es cambiando el panel. Lo que sorprende es que este material siga conservando sus características casi intactas en gran parte de los paneles.

UN EXHIBICIONISTA DE CUATRO RUEDAS

La transparencia de sus formas fue un concepto innovador y sobre todo embaucador para el público que visitaba el salón, lo que se convirtió en un éxito como estrategia de venta.