Refinamiento y exclusividad

Ignacio Ferreiro González

MOTOR ON

Prolífico y meticuloso, Pietro Frua se diferenciará entre los más selectos diseñadores y carroceros italianos de mediados del pasado siglo tanto con sus versiones exclusivas para clientes concretos y deportivos de lujo como con sus modelos de serie para los más importantes fabricantes.

01 may 2018 . Actualizado a las 09:38 h.

Un fabricante dedicado originalmente a los automóviles de competición como Maserati delegó durante mucho tiempo en otras empresas la construcción de carrocerías, ocupado de sobra en desarrollar los motores, chasis y suspensiones que le proporcionaban los triunfos en competición y el prestigio que suponían. En aquellos tiempos los afortunados que podían adquirir un deportivo tan exclusivo podían, además, elegir entre los diseños con los que las más importantes carrozzerías de Milán y Turín (Pininfarina, Bertone, Zagato, Touring, Vignale o Allemano) competían por vestir aquellas poderosas máquinas.

Entre estos carroceros, uno de los habituales del fabricante de Bolonia será Pietro Frua, que carrozará modelos tan emblemáticos como el A6GCS de finales de los 40, los 3500GT y 5000GT de finales de los 50, diseñará el primer Quattroporte de 1963, realizará también alguna versión del México en esa misma década, y aun se encargará del Kyalami de 1976.

Será también el responsable de la carrocería del Mistral (presentado en el Salón del Automóvil de Turín en Noviembre de 1963 como relevo del Sebring), el primer modelo de la casa en adoptar el nombre de un viento, y el último en equipar el magnífico motor de 6 cilindros en línea que tantos éxitos deportivos había proporcionado al fabricante italiano, y del que un año más tarde se presentaría la versión Spyder. Con la carrocería coupe fastback de 4,5 metros de longitud del Mistral, Frua anticipaba un nuevo capítulo en la evolución de los automóviles deportivos; un capó alargado hasta rematar en el parachoques por debajo del cual se situaba la calandra, grandes superficies acristaladas, incluyendo el llamativo cristal en forma de cúpula del portón del maletero, y una línea de cintura muy baja le proporcionaban una elegante fluidez que hace que aun a día de hoy se considere uno de los más hermosos modelos de la marca del tridente.

Frua se había criado en aquel universo del automóvil que desde comienzos del siglo XX se configuraba alrededor de Turín. Nacido en esta ciudad en 1913 e hijo de un empleado del centro de carrocerías de Fiat, se formaría en la Scuola Allievi Fiat, el centro de formación de la empresa, hasta incorporarse con 17 años a Stablimenti Farina (donde coincidirá con Mario Boano y Giovanni Michelotti), siendo nombrado jefe de diseño cinco años más tarde, y de donde saldría en 1937 para montar su propio estudio. Tras unos difíciles comienzos, a los que se sumará el inicio de la Segunda Guerra Mundial, y durante los que desarrollará todo tipo de productos, desde coches de pedales hasta hornos eléctricos, conseguirá al final de la contienda establecer su propia fábrica de carrocerías en una antigua nave bombardeada.

Uno de sus primeros encargos provendrá de Maserati (la realización de una carrocería comercialmente viable para el A6G), y el resultado lo consagrará como uno de los diseñadores más solicitados del momento. Individualista y más cómodo como diseñador que como empresario, en 1957 vende su compañía a Carrozzeria Ghia, conservando el puesto de jefe de diseño, desde el que será responsable del atractivo Renault Floride/Caravelle. Precisamente, una disputa sobre la paternidad de este modelo le llevará a dejar la empresa un año más tarde para establecer su Studio Technica Pietro Frua, donde desarrollará, entre otros muchos, el Volvo P1800 (en colaboración con Pelle Petterson) y los modelos del fabricante alemán Glas, con el que había alcanzado en 1963 un acuerdo que le permitirá además introducirse en el mercado alemán, con trabajos también para Opel y BMW.

Prototipos y modelos de serie suponen más de 200 automóviles diseñados por Frua para los más importantes fabricantes europeos, de los que aun habría que mencionar el AC 428 de 1965, que en sus versiones coupé y convertible continuaban las líneas establecidas poco antes en el Mistral, el Monteverdi High Speed de 1967, o el Ligier JS2 de 1971 con motor central que llegaría a competir en las 24 horas de Le Mans. Frua fallecía el 28 de junio de 1983, después de cumplir 70 años.