Las furgonetas de Citroën, más allá de los grelos y los percebes

Juan Ares VIGO

MOTOR ON

Juan Ares

Cuando se habla de típicos productos gallegos, en Madrid sueltan la consabida retahíla de delicias gastronómicas, pero si hay un producto típico de Galicia, esas son sus furgonetas

11 mar 2015 . Actualizado a las 18:51 h.

Las furgonetas gallegas circulan por todo el mundo. Desde Pekín a Ciudad del Cabo, desde Rio de Janeiro a El Cairo y lo hacen con orgullo luciendo el emblema de Galicia Calidade. Y ya son casi seis millones. La historia se remonta a 1958 cuando en una nave portuaria de la viguesa calle de Montero Ríos empezaron a ensamblarse, manualmente por cierto, las primera furgonetas de Citroën derivadas del 2CV y denominadas técnicamente AZU. Y entre los primeros empleados de aquella fábrica, que pronto trasladó la producción a Balaídos, había precisamente muchos agricultores y gente del mar que cambió el azadón o la nasa por la llave inglesa. Comenzaba la industrialización en Galicia y el pulpo y los cachelos empezaron a convivir con los coches. A principios de los años sesenta, la imagen de aquel espartano 2CV con una caja adherida atrás se popularizó de la mano de panaderos, leiteiras, pequeños constructores y electricistas que encontraron en la furgoneta gallega su mejor aliado para el día a día. De aquella primitiva AZU se fabricaron, hasta 1970, más de cien mil unidades y se constató que Galicia había cogido el tren de la industrialización para no bajarse ya de él. A la AZU le siguió una evolución lógica cuando el 2CV dio paso al Dyane6 y su derivado, llamado popularmente Acadiane, de nuevo una caja adherida con más capacidad esta vez. Estuvo en producción desde 1967 hasta 1978, año en el que se sustituyó por una segunda generación llamada AYU y entre ambas casi alcanzaron el medio millón de unidades. Hasta entonces la furgoneta era un vehículo cien por cien utilitario, pensado para el trabajo puro y duro, con dos plazas y carente de confort. La planta de Vigo sería capaz de cambiar este concepto en 1984, cuando de sus cadenas empezaron a salir las primeras furgonetas C-15. El mismo año en que salió al mercado el primer ordenador Apple y nació Andrés Iniesta, el futbolista cuyo gol daría a España el primer mundial de su historia, de Galicia salían las primeras unidades de la C-15, que llegarían, a ser 1.181.400 cuando en el 2005 se decidió suspender su producción, a pesar de que sus clientes todavía seguían pidiéndola en los concesionarios, aunque ya había salido el nuevo Berlingo que la sustituía. La furgoneta C 15, aunque derivada del Visa, suponía una evolución clarísima respecto a sus antecesoras. Irrompible, valía para todos los usos y por primera vez ofrecía versiones capaces de albergar a cinco pasajeros con cierta comodidad. Coincidió con el auge de las mensajerías, para las que se convirtió en vehículo imprescindible. En la Zona Franca de Vigo también se caminaba hacia la modernidad y en 1996, año de los Juegos Olímpicos de Atlanta, se apostaba por una nueva generación de furgonetas, las Citroën Berlingo, que poco después se fabricarían también con el logo de Peugeot Partner, y que ya no derivaban de ningún turismo. Además, fue la primera que supo conjugar el trabajo con el ocio y que dio paso a lo que hoy son las modernas furgonetas multifuncionales. La Citroën C 15 fue el gran hito de la fábrica viguesa que aprovechó su éxito para modernizar sus instalaciones, con robots y plantas de pintura con cataforesis, impensables solo dos décadas atrás. Al mismo tiempo que la C15, en España florecían los trabajadores autónomos, que encontraban en este vehículo su compañero ideal. Al mismo tiempo, los fines de semana, las C15 daban acomodo a las familias y a los planes de ocio de los jóvenes. Los tiempos estaban cambiando, para Galicia. Del furancho y los chiringuitos de playa donde reinaban los chinchos, los pimientos de padrón y los calamares, a nosa terra pasaba a prestigiar los más reputados caldos blancos del Ribeiro y Rías Baixas, la cerveza gallega empezaba su expansión en toda España y las estrellas Michelín llegaban también hasta el reino del lacón con grelos. En la Zona Franca de Vigo también se caminaba hacia la modernidad y en 1996, año de los Juegos Olímpicos de Atlanta, se apostaba por una nueva generación de furgonetas, las Citroën Berlingo, que poco después se fabricarían también con el logo de Peugeot Partner, y que ya no derivaban de ningún turismo. Acristaladas, con puertas laterales correderas y acabados más lujosos, Berlingo y Partner gallegas marcaron una nueva era con mas de cuatro millones rodando por todo el mundo.