«He llegado a ducharme sin parar durante casi cuatro horas»

La Voz

EXTRAVOZ OK

18 jun 2017 . Actualizado a las 09:43 h.

Joaquín tiene 20 años y sufre TOC desde los 9. Ocultó durante mucho tiempo su enfermedad y lleva toda la vida escuchando comentarios como «mira que ordenado es este niño». Él asegura que estar dentro de la cabeza de un enfermo de TOC es una tortura y así nos cuenta cómo ha sido y es su vida.

 «A los nueve años empecé a tener ya esas obsesiones. Hacia el final de 4º de la ESO yo ya estaba muy mal. Cuando me levantaba tenía que hacer la cama y dejarlo todo bien estirado, bien hecho, todo correcto. Todos los objetos colocados de una determinada manera por miedo a que alguien entrara a robarme. Yo siempre tenía que ver que todos los objetos tuvieran una coordinación, que todos miraran para el mismo lugar. Al atarme los cordones... me los ataba, me los desataba, me los ataba, me los desataba y así tantas veces como fuera necesario hasta que la ansiedad bajaba. Así que antes de salir estaba más de dos horas y si tenía que ducharme por la mañana, pues peor. He llegado a estar casi cuatro horas duchándome: fregándome una y otra vez. Siempre sentía que no estaba limpio. Lavarme los dientes, una acción tan normal para mí no lo es, yo me tengo que lavar diente por diente. Así que otra media hora solo para esto. Cuando te das cuenta pasaron los minutos, pasaron las horas y no te queda tiempo para hacer las actividades normales de cualquier niño». Joaquín reconoce que ese trastorno le va frustrando cada vez más y, a día de hoy, le sigue afectando mucho. «Lo tengo que tener todo controlado. Salí de casa hacia esta entrevista con tiempo pero he llegado tarde .¿Por qué? Pues por todos los rituales que he tenido que hacer. Si no estaría encontrándome mal. Ahora mismo estoy inmerso en una depresión porque va pasando el tiempo y voy viendo como los demás, como todos mis compañeros, avanzan y yo me quedo atrás. Hay que tener una fuerza de voluntad y una personalidad muy fuerte para poder soportar esto. Puede parecer que exagero pero estar en la cabeza de un obsesivo compulsivo es una tortura total». Habla también de los efectos colaterales a nivel físico que, en su caso, asegura, son muchos: «gastritis crónica, pérdida de visión o bruxismo. Comparto mi experiencia porque cuánto antes se descubra el problema la solución será más fácil. Esto empeora con el tiempo. Solo pienso en que si yo no encuentro una salida acabo con mi vida porque no voy a tener vida social, no voy a tener una familia, no voy a tener un trabajo... Ahí es cuando se nubla el futuro».