Relájense, sin miedo
Pero ¿qué es lo que nos impide soltar a nuestros hijos de la mano? ¿por qué los sobreprotegemos hasta rozar muchas veces el ridículo? Pues algo tan humano como el miedo. «Miedo a equivocarnos -explica la autora-. A decirles «no». A traumatizarlos. A o darles todo lo que consideramos que se merecen. A no conseguir que sean felices. A que sufran. Incluso a no conseguir esos hijos perfectos que parece que hoy todos hemos de tener». La receta para superarlo es relajarse, y disfrutar de ser padres, para que también ellos disfruten de ser hijos. «Mi consejo es que sean afectuosos con sus hijos, que estén con ellos cuando lo necesiten pero no encima de ellos todo el día. Que no se pongan nerviosos porque el hijo del vecino esté aprendiendo chino y, según sus padres, sea una criatura rayana a la perfección». Hay que decir no, exigirles que colaboren y también «decirles que les queremos, pero que ello no equivale a que tengan una serie de derechos adquiridos, ni sobre ustedes ni sobre el resto del mundo».