Sigue estos pasos y disfrutarás más del vino

J. M. Orriols

SABE BIEN

CESAR TOIMIL

No es solamente comprar una botella, llegar a casa, abrirla y tomarla. El vino requiere mucho más, ya que, como ser vivo que es, necesita unos cuidados y una manipulación que muchas veces ignoramos. Sergio Yáñez, sumiller y «embajador del vino» nos da las normas básicas.

01 abr 2018 . Actualizado a las 19:45 h.

No podemos o no debemos juzgar un vino de una bodega determinada, si para degustarlo no seguimos el tratamiento adecuado y recomendado por los que realmente saben de esto. «El vino es muy delicado -explica Sergio Yáñez, sumiller y Wine Ambassador de Hijos de J. Rivera- porque son muchos los factores que influyen en los sabores y aromas del mejor de los caldos. La conservación adecuada, en lugares tranquilos, con poca luz y sin cambios en la temperatura, además del descorche, la oxigenación, el reposo antes de servirlo, y también la copa y el cristal, van a condicionar el resultado final. Y tan importante como todo esto es conocer la temperatura de servicio. Mi recomendación es siempre seguir los datos que generalmente vienen en la etiqueta de cada botella. Y aquí tengo que hacer una excepción, y son esos vinos que la bodega nos recomienda servirlos muy fríos, especialmente los blancos, porque la baja temperatura elimina olores y sabores. Si nos encontramos una botella así, yo no la compraría, porque es un claro síntoma que lo pretenden es que no sepamos lo que bebemos»

Coravin y Riedel

Este joven sumiller, tercera generación de una familia de empresarios del vino y que obtuvo su título en el Instituto Galego do Viño, nos habla también de dos elementos indispensables para poder disfrutar de un buen vino. «Las copas Riedel -añade Yáñez- son fruto de una investigación de muchos años para conseguir sacar lo mejor de las cualidades organolépticas de cada clase de vino. Para eso las fabrican con diversas formas y cristales, que se adapten a lo que necesitan las más importantes variedades de uvas a nivel mundial. Y Coravin es uno de los grandes inventos en enología, porque con este aparato, podemos extraer el vino sin abrir la botella. Con una fina aguja se perfora el corcho (es imprescindible que sea natural, porque si es sintético no cerraría al extraerla) y, al mismo tiempo que sacamos el vino, inyectamos gas argón, totalmente inerte, que no añade aromas ni sabores, que ocupa el volumen del vino que extrajimos. De esta forma se conserva como antes, aislado del oxígeno exterior por el gas y nosotros podemos servirlo copa a copa, en la seguridad que más tarde, dentro de días, meses o años, podemos catar ese mismo vino en las condiciones que tenía inicialmente».

Y nos quedamos con Sergio en la vinoteca del mesón Alfonso de Ferrol, para seguir conociendo curiosidades de una bebida, como el vino, que tiene más de 5.000 años de historia.