«Viradeira»: ¡Esta serie está para comérsela!

SABE BIEN

Mila Méndez / Senén Rouco

El mesón de Carmela abre hoy sus puertas en la TVG (22.00). Será el centro de gravedad sobre el que se sostiene la vida en «Viradeira», la nueva ficción de Voz Audiovisual que promete grandes dosis de humor con mordiscos de gastronomía.

05 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El ecosistema marino inunda Dorneda. El bar y mesón de Carmela son el eje alrededor del que gira la trama de la serie producida por Voz Audiovisual que hoy se estrena en la TVG. En Viradeira los productos del litoral y del huerto gallegos son un personaje más de la comedia. Además del aventurero que desembarca en este tranquilo puerto de mar para romper su rutina, no faltan la cocinera afanada en mantener en pie el negocio, el ayudante que le insiste en probar nuevas fórmulas, el camarero «badanas», el alcalde que se apunta a la búsqueda del tesoro y la empresaria cacique que quiere morder el pastel. Aprovechamos un descanso en la grabación para reunir a cinco de los actores. Un ribeiro, queixo do país y chorizo amenizan la charla sobre ficción y gastronomía.

La cocina como protagonista

Sin bares, y sin comida, en Galicia parece que no hay paraíso. «A relación entre Héctor e Carmela (Sabela Arán) comeza de feito na cociña. O calor é o que ten», bromea Adrián Castiñeiras, el actor que da vida al «científico» de la historia. «É coma un refuxio. Estás ao quente, falas cos veciños, botas unha partida. Co cambio climático, igual cambia a cousa», desliza la actriz Fina Calleja. Ella es la todopoderosa empresaria de Dorneda. Marcos Pereiro interpreta al alcalde, Roxelio: «algún mitin tamén facemos no mesón, mesmo pensamos en pór aquí unha oficina».

Fina Calleja admite que nunca fue de buen comer de niña. «Odiaba todo o que tiña que ver coa comida. Iso si, cando preparaban leite frito era feliz». ¿Y hoy? ¿La conquistan por el estómago? «Non son unha persoa á que convidarías a comer... ¡refírome ao meu personaxe, ¡claro!», exclama. Sentado a su lado, Adrián sonríe. A él le pasa justo lo contrario. «Cun peixe ao forno, cebola e aceite non preciso nada máis».

¿Innovación o tradición?

El dilema asalta la mesa. «Eu son tradicional», se adelanta Andrés Giráldez, el camarero del mesón que dará la matraca con su particular visión de la vida. Como buen redondelán, saca pecho de los cefalópodos de su ría de Vigo aunque «o meu prato favorito é o fígado encebolado». Le gusta el del bar de la estación de Redondela, «case, case coma o de miña nai».

El debate también está servido en la trama. Toño (Nacho Castaño), el ayudante de Carmela, se empeña en introducir cambios: «Teño que darlle unha oportunidade a outro tipo de cociñas», admite el actor. Sus gustos son lo opuesto a lo que su personaje predica. Con una infancia marcada por los olores que desprendían las recetas preparadas con todo el amor que puede emanar de una mujer que crió a 12 hijos, los que tuvo su abuela Rosa, superar los sabores clásicos no es fácil. «O primeiro que facía cando chegaba da escola era ulir o cheiro que saía da regaña da porta da cociña», recuerda Nacho. La matriarca de su niñez trabajó, al igual que su personaje, en una cocina, la de Casa Castaño, en Cesures. «A xente viña ex profeso a probar a súa empanada de lamprea».

El mejor secreto es el que tiene guardado Marcos Pereiro. Una de sus pasiones es la viticultura y el ribeira sacra es uno de sus vinos de referencia, pero, sobre todo, es de esos a los que no les importa sudar la camiseta con el delantal. «Nunha escena tiña que falar de ‘wasabi’ -interrumpe Nacho Castaño-. Non tiña nin idea do que era. Marcos deuse de conta e veu a explicarmo». El aludido se justifica: «Gústame a cociña moderna, ¡isto do nitróxeno é algo marabilloso! (bromea con sus compañeros de reparto antes de ponerse serio, con la comida no se juega). Os grandes cociñeiros do noso país renovan pero tendo como referencia os bos produtos que hai en Galicia». Si tiene que elegir, se queda con el pescado, «do máis caro ao máis barato, son tan bos que os preparas sen apenas facer nada», seguido del marisco y de la carne («reivindico a nosa carne de tenreira»). A diferencia del resto de los actores, Marcos nació en Alemania y allí lo más típico que había era el chucrut: «Unha vez saiume disparado ao teito e non houbo quen o quitase dalí en tres semanas», ríe al evocar aquellos años. Otro clásico teutón son las salchichas. «Hai un alemán en Sanxenxo que as prepara con carne daquí. Podédelas buscar por Internet. Non son nin medio normais. Son as que merco sempre. ¡Iso si que é transportarme á infancia!», recomienda al equipo. Fina recoge el testigo: «pois eu son de Xinzo, ¡así que teño que falar da pataca de Xinzo!». Adrián guarda el as en la manga: «vivo cerca da praza de Lugo, na Coruña, alí temos de todo».

El protagonista de la comedia recibirá alguna que otra clase magistral por parte de la dueña del mesón, Carmela. Al igual que el arqueólogo marino de su papel, Castiñeiras confiesa que es más de comer que de cocinar: «encántame probar os restaurantes que se poñen de moda». Pero advierte que ya se llevó algún que otro chasco: «Hai unha burbulla nisto da cociña que me fixo dar unha viraxe ao tradicional. Intento acadar un equilibrio». Fina también quiere opinar al respecto: «A eiva da cociña tradicional foi que como o produto galego era tan extraordinario non había ningún proceso sobre el. O que están a facer os grandísimos cociñeiros que temos é aportar sen perder, sublimar».

Come y repite: la vida es dura

ANGEL MANSO

De la cocina de Carmela, además de aventuras aderezadas con humor y su correspondiente pizca romántica, saldrá en cada capítulo un plato típico, «de verdade, con produtos frescos e comestibles», recetado por los integrantes del Grupo Nove. El primero de la carta es un arroz mariñeiro. «Os cociñeiros de Nove tamén nos acompañaron nalgunha gravación. Abrir un peixe non é tan sinxelo como parece», destaca Adrián. Marcos Pereiro, que se atreve en la entrevista a cortar el chorizo con los ojos cerrados, asiente. «O malo -lamenta el humorista- é que temos prohibido comer o atrezo». Por su parte, Fina destaca el trabajo no solo de los asesores culinarios, sino también del equipo de arte: «Cada pincho está mimado ata o último detalle». A Marcos, esto sigue sin convencerlo del todo: «Bótanlle laca por riba para que estea perfecto ata que rematamos. Claro, así nunca podemos meterlle unha chantada», bromea.

Cuando el rodaje comienza a las ocho de la mañana y hay que repetir muchas tomas, a Adrián no le hace tanta gracia. «Nun capítulo celébrase un concurso de tortillas. Nas últimas escenas estou tan cheo que apenas podo probala e, claro, cortan para dicirme que coma de verdade». La vida de actor no es tan idílica como parece, aunque estén rodeados de manjares. «En realidade -reflexiona en alto Marcos Pereiro- estou engordando». Donde sí dan gato por liebre es en la bebida. «¡Este é o primeiro ribeiro que probamos no set!», coinciden los cinco al brindis. Marcos, lo explica: «O viño é auga con colorante amarelo, vermello no caso do whisky. As cervexas non sabemos o que levan dentro. O único de verdade é o mosto». Desde el otro extremo de la mesa lo corrigen: «E as cañas, só que son sen alcohol». Siempre hay hueco para la sorpresa en el mundo del espectáculo: «¡Pois esas non as probei eu!». Como «bo alcalde dos seus veciños», su personaje, Roxelio, promete que tratará de mantener satisfechos, al menos, los estómagos de sus conciudadanos. «Organizarei algunha festa gastronómica, ¡qué clase de vila galega sería esta se non!».