Su bisabuelo estaba más cuerdo de lo que algunos decían

J. M. ORRIOLS

SABE BIEN

De José Ramón Gayoso, bisabuelo de Borja y Raúl, actuales propietarios de Valdesil, se decía en 1.885 que no estaba bien de la cabeza, porque a nadie se le ocurría plantar, en una única finca, la variedad Godello. Hoy el paso del tiempo le da la razón a este «loco» y sabio viticultor valdeorrés

31 jul 2017 . Actualizado a las 18:05 h.

Muchas son las razones que hoy esgrimen los hermanos Prada Luengo para demostrar que en la finca de Pedrouzos de Vilamartín de Valdeorras, nació el primer Godello. «Porque, después de que la filoxera arrasara los viñedos -explica Borja- a nadie se le ocurría plantar una única variedad. Porque en los años 70 del siglo pasado los técnicos de extensión agraria buscaron Godello por toda Galicia y solamente lo encontraron en esta finca, utilizando la plantación para iniciar su recuperación y porque es una uva muy difícil de cultivar, lo que suponía un gran riesgo. Pero mi bisabuelo creyó en ella y hoy las 400 cepas que se conservan tienen más de 132 años, con una producción muy pequeña, eso si (entre 300 y 400 gramos por cepa), pero que siguen resistiendo y ofreciéndonos un vino como es el Pezas da Portela, que es uno de los grandes blancos del mundo».

 Una bebida espiritual y mágica

Esa y otras pequeñas parcelas estaban ahí, pero nadie las trabajaba, hasta que en el año 1.982 su padre Francisco, que tenía una gran experiencia adquirida en La Rioja, decidió regresar a Valdeorras y hacerse cargo de las viñas, para elaborar vinos de clase mundial, tanto de Godello, como de Mencía y María Ardoña, que en otros lugares es el Merenzao. «Yo nací y me crié con el vino -continúa Borja- vivía las vendimias y todas las labores de la bodega, por lo que este mundo es realmente el mío. Siempre digo que esta bebida es la que hace diferente al hombre de los demás seres del mundo, por eso no es extraño que se ofreciera a los dioses. Es espiritual y mágica». Hoy en Vilamarrtín de Valdeorras, los hermanos Borja y Raúl, contando con la ayuda y conocimientos de su padre, están elaborando vinos de muy alta calidad, tanto blancos como tintos «Lo más importante-añade el bodeguero- es siempre la viña y por eso los cuidados de las plantas son prioritarios. Después, en la bodega, el tratamiento de las uvas, hacen el resto. En Valdesil fuimos los primeros en elaborar el primer blanco con crianza sobre lías en acero inoxidable y ahora estamos inmersos en varios ensayos con variedades que, ahora mismo, siguen siendo desconocidos para la mayoría de los enólogos. Muy pronto tendremos los resultados. Y fruto de estos experimentos que ya comenzó mi padre, podemos decir que en 1.991, cuando aún no había tintos de calidad en Galicia, él embotelló el primer monovarietal de Merenzao, que nosotros llamamos María Ardoña. Fue entonces un éxito y abrió el camino a los muchos monovarietales que hoy están en el mercado También tenemos un tinto, único en el mundo, que elaboramos partiendo de uvas afectadas por la podredumbre noble. En el lugar donde se producen hay mucha humedad y con eso y las nieblas del Sil, conseguimos el estado que estimamos óptimo para llevar a la bodega. Vinos de este tipo se están ofreciendo en variedad blancas, pero no tintas».

 Pazos da Portela

Esta bodega tiene los vinos llamados de parcela, porque de cada finca sale un vino diferente, preservando, de esta forma, las características del clima y del terreno, lo que los hacen singulares y fácilmente identificables. Por ejemplo. De las centenarias vides de Pedrouzos sale el Pezas da Portela, el buque insignia de la bodega que, además de elaborarse con uvas de una altísima calidad, fruto de la antigüedad de las plantas, tiene una elaboración muy peculiar «Después de una rigurosa selección de las bayas de Godello -dice Borja- las tenemos en maceración 24 horas con su piel en acero inoxidable. Luego pasan a un prensado muy suave y el vino lo metemos en barricas de roble francés, donde continúa su crianza durante varios meses, con un removido diario, asegurando, de esta forma, su longevidad, hasta que lo separamos de la madera y vuelve al acero inoxidable antes de su embotellado, donde, durante varios meses, finaliza su crianza en bodega. El resultado es un vino del que nos sentimos muy orgullosos y que es apreciado en todo el mundo».

Por otra parte, en Valdesil trabajan con barricas de roble francés de mayor tamaño que el habitual, especialmente pensadas para la elaboración de vinos blancos que no requieren fuertes tostados

Los caldos obtenidos, según los expertos, presentan una buena concentración tánica, que les da potencial para envejecer. Son densos, con aromas a bayas silvestres, especiados y con toques minerales.