«El mundo tiene sus ojos puestos en los grandes vinos de A Ribeira Sacra»

José Manuel Orriols

SABE BIEN

j.m.orriols

Alberto González Plasencia, que está considerado como el segundo mejor enólogo de España, es un ingeniero agrícola que desarrolló una buena parte de su carrera en Canarias. Con sus vinos alcanzó las máximas puntuaciones del mundo y es ahora el director técnico de Abadía da Cova

26 sep 2015 . Actualizado a las 11:05 h.

Nos acercamos en plena vendimia hasta la bodega Abadía da Cova. Todo son nervios y prisas. La actividad es intensa «ayer estuvimos hasta las cuatro de la mañana», explica José Manuel Moure, uno de los propietarios «y hoy estamos desde las siete. Amenaza lluvia para los próximos días y no nos podemos arriesgar».

Y en medio de esa vorágine esta también Alberto González, el recién contratado director técnico, un canario que llegó a esta zona para catar dentro del Consello Regulador de la D.O. Ribeira Sacra, la añada del 2013 «y ya quedé enganchado -nos dice- porque conocí una zona de infinitas posibilidades para  conseguir grandísimos vinos, no solamente con las variedades blancas, que eran mayoritarias en Canarias, sino y sobre todo, con la Mencía. Ahora mismo el mundo tiene los ojos puestos en los vinos de  esta zona y yo tuve la suerte de que Adegas Moure se fijara en mi y me encomendase una labor que me está llenando de satisfacción. Y eso que solo estoy empezando».

¿Cómo se presenta la cosecha de esta año?

-Por ahora muy buena en calidad y cantidad. Este año ha llovido poco. El sol ha contribuido a que la maduración de la uva fuese óptima y espero que la lluvia que se anuncia, no nos llegue a afectar. Creo que he comenzado con muy buen pie.

Muy distinto el trabajo en Canarias al de esta zona de Galicia

-Totalmente. Lo que allí son defectos aquí son virtudes y viceversa. La acidez es una cualidad importante para conseguir un buen vino, por poner un ejemplo, y aquí la tenemos garantizada. Además cada finca e incluso cada pedazo de terreno, dentro de una misma parcela, tienen unas connotaciones distintas. Por eso el gran reto es conocer muy bien la tierra, las cepas, las condiciones climatológicas y así sacar el máximo partido a la uva.

¿Quiere decir que esta variedad aún tiene más posibilidades?

-Por supuesto. Es una uva que no conocemos al 100%. Cuando sepamos sacar de esta tierra la máxima expresión de esta variedad autóctona, estos vinos serán un espectáculo. El vino de Mencía llegará a ser uno de los grandes del mundo.

¿Incluso podremos ver reservas de Mencía de A Ribeira Sacra?

 -Por supuesto. En nuestra bodega elaboramos crianzas en barricas con un año, pero, con el grado de madurez óptimo, con un grado alcohólico que sobrepase el 14%, conseguiremos reservas que serán impresionantes, porque tendremos acidez, aromas, y mineralidad. En fin, todo de lo que pueden presumir los grandes vinos. Estoy muy ilusionado con este proyecto.

¿Se marcó alguna meta?

-Quiero conseguir que una copa de nuestro vino sea capaz de ofrecer la máxima expresión del terruño,  el color y estructura de la uva, la complejidad necesaria, los aromas mentolados, las frutas del bosque, los minerales de  esta zona. Venir aquí era mi gran sueño, no solamente por las muchas posibilidades profesionales en una tierra única, sino también por la paz, la tranquilidad  inmensa, la belleza y la gran profesionalidad de los viticultores gallegos, que te hacen disfrutar de tu trabajo. No me extrañaría que llegase a retirarme en este lugar.

¿Esta variedad necesita un tratamiento especial?

 -El vino se hace en el campo, pero la bodega es muy importante. Tenemos que respetar la uva, hacer un despalillado con mucho cuidado, un estrujado suave, de tal forma que  el fruto llegue sin romper al depósito y, sobre todo, mucha limpieza, para que no se contamine con nada y, de este modo, respetar aromas y sabores. La Mencía tiene color y estructura de sobra.

 ¿Cuál es su vino ideal?

-Un caldo que emocione, que te transmita sensaciones, que te cuente una bonita historia. Tiene que llevar las características de la uva de la cual procede. Ser equilibrado y complejo, que satisfaga a todos mis sentidos: vista, olfato y gusto. Que una vez bebido persista, sea ancho en boca y te resistas a abandonarlo.

¿No le abruma tanta responsabilidad?

-¿Y a quién no? Llego a una tierra de grandes bodegueros y excelentes viticultores, que puede presumir de unas  condiciones naturales que producen frutos únicos en el mundo, Y todo esto lo tienes en tu cabeza en cada momento. ¿Podré aportar algo? Espero que si, porque más que técnico soy un apasionado de este mundo y me estoy volcando en mi trabajo para conocer mejor la zona, estudiar cada parcela y cada cepa. Pero, como en todo, también aquí hay algo que mejorar. Estoy ilusionado y sé que comienzo una etapa importante en mi vida.

Calificado como el segundo  enólogo de España, está entre los 10 mejores del mundo, numerosos premios de oro en múltiples certámenes: mejor vino y mejor imagen de los vinos canarios, mejor moscatel del mundo y premio Alimentos de España al mejor vino español del año. Y ahora en una prestigiosa bodega con muchos años de historia y mucha sabiduría en sus propietarios ¿Se adapta bien a las condiciones de trabajo, con un clima y terreno tan diferentes?

-Por ahora si, porque todo el mundo me lo está haciendo muy fácil, esa es la realidad. También es cierto que elaborar vinos en Galicia no tiene mucho que ver con este mismo trabajo en mi tierra, pero no lo es menos que aquí se me abre otro mundo que me llena de mucha ilusión y no regatearé esfuerzos para no defraudar. Creo que lo vivido es una buena base para un trabajo que se me presenta realmente apasionante, con unas variedades distintas, casi desconocidas para mi, y con un comportamiento totalmente diferente. Yo estoy muy a gusto y eso es importante para conseguir los objetivos que me he trazado y así colmar mis ambiciones en la profesión.