«Por puro egoísmo a los políticos les interesa una justicia neutral»

Clara Fernández

EXTRA VOZ

CEDIDA

Su libro «El poder amordazado», que pretende denunciar la excesiva politización de la justicia

14 feb 2016 . Actualizado a las 10:08 h.

El juez Jesús Villegas se dio a conocer por sus críticas al sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que ha querido plasmar ahora en un libro, El poder amordazado (Península), que resume así: «Los jueces estamos gobernados por un órgano que nosotros no hemos elegido y no nos representa». Villegas, secretario general de la Plataforma Cívica por la Independencia Judicial, confiesa que los partidos políticos tienen armas para inmiscuirse en la Justicia y cree que es un error atribuir la investigación criminal a la Fiscalía, que depende del Gobierno.

-Afirma en su libro que la Justicia en España está politizada. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

-Históricamente hay un momento muy concreto: fue en el año 1965, cuando se reformó la ley orgánica del Poder Judicial y el gobierno de los jueces pasó por entero a manos de los políticos.

-¿Cómo logran los partidos introducirse en la Justicia?

-Tienen un esquema institucional que les permite la posibilidad de hacerlo y eso es lo que yo denuncio. El Consejo General del Poder Judicial lo eligen los grupos parlamentarios, en última instancia los partidos políticos. Tienen un arma, un instrumento que se usará o no, pero que está ahí. Es su mera existencia la que crea un clima de intimidación que no es el más adecuado para el ejercicio de la independencia judicial.

-¿Qué propone?

-Para mí, el sistema anterior es mejor que el actual, porque antes el gobierno del Poder Judicial no estaba completamente en manos de los políticos, ya que una parte la elegían los propios jueces. Eso servía de contrapeso. Además, el Consejo de Europa establece que al menos un 50 por ciento de ese órgano sea elegido por los propios jueces. Luego está la democratización interna de la carrera judicial. Los jueces no tenemos a nadie que hable por nosotros. Lo que piensen los 5.000 jueces de España no lo sabe nadie, porque estamos gobernados por un órgano que nosotros no hemos elegido y que no nos representa. Hay asociaciones judiciales, pero que hablan solamente por sus afiliados. Por eso, propongo que se consagre el principio de «un juez un voto». Me duele muchísimo ver a determinadas personas, ya sean políticos o magistrados, que hablan por mí sin que yo les haya autorizado para ello.

-¿Cómo se puede frenar la corrupción? ¿Son necesarias más leyes?

-Más que hacer nuevas leyes, hay que aplicar las que ya hay y un sistema de investigación criminal independiente. Sobre el papel, existe, y los jueces instructores podemos investigar con bastante libertad. Pero los procedimientos son anticuados, demasiado lentos, excesivamente burocráticos y carecemos de medios. No puede ser que la investigación criminal pase a depender directa o indirectamente del poder político. Por lo tanto, la idea de atribuir la investigación criminal a la Fiscalía es un error de base.

-En su libro comenta que la mayoría de los jueces y fiscales son honrados, pero son las reformas legislativas las que favorecen la manipulación...

-Ahora mismo, la madre de todos los males, lo que está envenenando nuestro sistema, es que el gobierno del Poder Judicial está en manos materialmente de la política. El temor de que a mí mañana me puedan suspender de empleo y sueldo lo tengo porque quienes lo decidirían se han reunido en Ferraz, en Génova ?o donde fuere? y han hecho sus repartos. Ese clima de temor generalizado no es el mejor ingrediente para que podamos desempeñar nuestra misión con independencia.

-El ministro de Justicia siempre dice que el CGPJ no es el que imparte Justicia, sino que simplemente es el órgano de gobierno de los jueces.

-Eso es un tópico. Ya estoy harto de oirlo. Obviamente ni el ministro ni el Consejo ni nadie me va a decir a mí cómo tengo que impartir justicia, faltaría más.

-Habla del caso Mari Luz. ¿Fue un fracaso judicial?

-Como juez y como ciudadano acato las resoluciones de los tribunales y creo y quiero creer que se dictan en conciencia y aplicando la ley. Pero mi opinión, aunque esto irrite a la mayoría de la opinión pública, es que el juez no tuvo la culpa de lo que ocurrió. Se necesitaba un chivo expiatorio y lo buscaron a él y a la secretaria. Otro caso fue el Faisán. Si se resolvió con arreglo al criterio jurídico, perfecto; pero si se hizo porque había que ser sensible con la opinión pública, con las maniobras del gobierno, eso es el ejemplo de lo que no se debe hacer. No se puede condicionar la investigación en función de los tiempos políticos.

-En el caso Nóos, la Fiscalía y la Abogacía del Estado quisieron evitar que la infanta se sentase en el banquillo, pero el tribunal dijo lo contrario. ¿Cómo lo valora?

-Si han obrado así conforme a criterios jurídicos, perfecto, pero si se concibe la instrucción y la investigación como una manifestación de la política criminal del Gobierno y no hay que tratar ese caso igual que otro, ese es el ejemplo paradigmático de lo que no se debe hacer y aquello contra lo que yo lucho y denuncio en mi libro. Algunos entienden que la investigación criminal es una cuestión política y que no hay que investigar lo mismo si hay un Gobierno de derechas o de izquierdas. Yo no quiero ese modelo. La investigación criminal tiene que ser igual para todos, desde la infanta al último plebeyo.

-¿Hay esperanza?

-Claro que sí. Confío en mi país. Los escándalos que saltan a la opinión pública y provocan una indignación general son una muestra de que estamos reaccionando. Tenemos ahora una oportunidad muy bonita porque estamos en borrón y cuenta nueva, reinventando nuestra democracia. Por primer vez hay incertidumbre. Si yo estoy ahora en el Gobierno y coloco jueces de mi cuerda en los puestos claves, a corto plazo eso está muy bien. Pero cuando pase a la oposición, es una soga que tengo en mi cuello. Por puro egoísmo a los partidos políticos les interesa una justicia neutral donde puedan dirimir pacíficamente sus conflictos en igualdad de armas.