Los verdaderos héroes de las rebajas

EXTRA VOZ

MARCOS MÍGUEZ

Tras la contrarreloj de la noche del cinco de enero, los vendedores cuentan cómo se viven los descuentos detrás del mostrador

10 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Sus Majestades de Oriente no son las únicas que trabajan en la noche de Reyes. Ni mucho menos. Mientras la mayoría esperaba plácidamente y al calor del hogar sus regalos, algunos iniciaron esa misma noche la maratón en la que aún se encuentran inmersos y que no les dará un respiro hasta bien entrado febrero. Sí, hablamos de las rebajas. Esas que esperan muchos para comprar sus regalos de Reyes, y las mismas en las que los dependientes se dejan la piel sin ni siquiera haber descansado de la vorágine navideña. En teoría, empezaron el jueves. Pero solo de forma oficial. Este año más que nunca, las tiendas pusieron la carne en el asador con descuentos que se intensificaron a partir del Black Friday, que se prolongó con otros que fueron especialmente agresivos por una razón: el frío no llegaba a calar en la clientela. Y sin frío, la ropa más invernal estaba resignada a permanecer en los percheros. 

Aún con todo, la gente estaba ansiosa por la llegada del día siete, y el mejor termómetro fueron las congestiones que se produjeron a primera hora de la mañana del jueves en los párkings de las grandes superficies. También los centros urbanos de las principales ciudades gallegas se vieron llenos de compradores y «cambiadores» de regalos. Y allí, en medio del mogollón, les encontramos a ellos: los vendedores. Horas y horas de pie atendiendo con una sonrisa después de otras muchas revolviendo cajas en el almacén se merecen un reconocimiento. Unos minutos detrás del mostrador bastan para saberlo. Empecemos por el principio: ¿Qué funciones desempeñan? Pues muchas. Para empezar, etiquetan todos los artículos. Redistribuyen la tienda, lo que incluye el mobiliario y sus prendas. Revisan el stock y, por su fuera poco, todavía les queda aguantarnos y rezar porque dos clientes no vean el mismo producto del que tan solo queda una unidad. Es ahí cuando se convierten en verdaderos expertos en resolución de conflictos. Pero la informática también ha revolucionado el comercio. Y los que viven de él tienen que saber manejarla a la perfección para pedir tallas o artículos, y para estar al tanto de las últimas tendencias y del stock.

Nadie como ellos para contarlo. Por eso nos fuimos en pleno pistoletazo de salida de los descuentos a una de sus superficies por excelencia: El Corte Inglés. A día 7 y con sus puertas recién abiertas, no se deja un solo resquicio a la improvisación. A continuación, el pelotón que nos recibe con una sonrisa en el centro de la calle Ramón y Cajal de A Coruña: de la sección de Peletería de la planta de señora, Eva Areosa; en representación de la Moda Joven femenina, Itziar Urdain; explicando los pormenores de Joyería y Relojería, Isabel Pérez y al frente del mostrador de Deportes, José María Aguete. Los cuatro son dependientes y tienen un gusanillo en el estómago. Están a punto de empezar su primera jornada de rebajas del 2016. Minutos antes, cuentan que el palizón que se pegan la noche de Reyes en realidad, un gran momento. «De once a doce cenamos, y a las doce empezamos a colocarlo todo. Terminamos sobre las tres y media o cuatro de la madrugada. Estamos a carreras, cada departamento con su propio engranaje. 

A pesar  de su experiencia, siguen sintiendo los nervios de la apertura: «Tenemos el gusanillo del primer día, y piensas: con el primero que entre, ¡a atacar!», afirma la vendedora de Peletería entre risas. No obstante, estos clientes ya van más «resabiados». José María Aguete asegura que acuden «sabiendo cómo va la política de devoluciones y los artículos que quieren». Por eso ellos se encargan de recolocar todo para despistarnos. Solo obligándonos a buscar eso que íbamos directos a comprar rebajado pueden conseguir que veamos algo más y piquemos. Pero volvamos a la noche de Reyes. «Es un momento bonito, un pequeño ritual», indica la dependienta de Moda Joven, que añade que «al final te descalzas, cantamos, bromeamos... Es todo muy familiar porque pasamos mucho tiempo juntos. De hecho, brindamos y nos comemos el roscón. Es nuestro momento». Pero dos días después empieza el maratón: «Los días pasan rapidísimo. Además es ahora cuando tenemos que seguir al pie del cañón y atender  lo mejor posible», señala Itziar. Los cuatro celebran la afluencia de clientes: «Hace unos cuatro años que no venía tanta gente, ¡se te ponen los pelos de punta! Eso quiere decir que se ha recuperado la alegría, y eso es bueno para todo el mundo», dicen ilusionados. 

También entre risas hablan de su otra faceta: la de psicólogos. «Muchos clientes vienen a contarnos su vida», asegura la dependienta de Joyería y Relojería, que también ha vivido más de una situación comprometida con dobles regalos para oficiales y oficiosas. «Somos muy discretos», sentencia. José María recuerda a carcajadas la leyenda urbana que le contó su padre, dependiente ya retirado: «Me contó que había una señora que iba seguido a la sección de Cubertería, porque es de las que menos mogollón tiene, para contarles sus problemas a los vendedores porque el psicólogo le había dicho que le venía bien desahogarse y le recomendó acercarse por aquí, que había gente muy maja». Eso sí, se ponen serios cuando toca hablar de sus productos: «son todos de temporada. Solo ponemos prendas de temporadas anteriores cuando han quedado dos o tres tallas sueltas», afirman con rotundidad. 

¿Y qué pasa cuando llegan las peleas por un mismo artículo? «Sabemos muy bien lo que tenemos que hacer», aseguran. Lo mismo dice Antonio López, gerente de las zapaterías LV. «Tiene prioridad el que se está probando el calzado. Ahí no hay duda», indica el empresario, que tiene tiendas repartidas por toda España. Él sabe lo que es estar en grandes superficies, pero también lo que supone la dinámica a pie de calle. «Con el Black Friday se ha comprado mucho más, y prolongando los descuentos se han adelantado muchas compras navideñas. Hay quien lo critica, pero a mí me parece una bendición. Tenemos que cambiar la mentalidad como lo han hecho en otros países», asevera. López destaca también la informatización del trabajo de los dependientes: «Ahora no vale solo con saber vender», apunta. María Menéndez, propietaria de Tarabela, opina lo mismo tras veinte años al frente de su tienda en A Coruña. «Existe ya una mentalidad de rebajas. En nuestro caso, que estamos en la calle, el palizón no es tan grande. Sí que recolocamos y ponemos descuentos en más prendas, pero es más progresivo», afirma. No le falta razón. Que se lo digan a los compradores de última hora de Marineda City, la superficie comercial más grande de Galicia, que ya pudieron ver antes de su cierre el día cinco parte del trasiego de la preparación de las rebajas. «Hoy, mínimo hasta las dos y media de la mañana», le decía una dependienta a otra. Pues ahora ya saben, a comprar.