«Te cagas delante de Mourinho»

EXTRA VOZ

JONATHAN NACKSTRAND

Zlatan Ibrahimovic vuelca en su autobiografía  su versión sobre su desencuentro con Pep guardiola en el Barça, y los detalles sobre una vida difícil y excesiva.

20 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Zlatan Ibrahimovic quería ser como Mohamed Alí. Y parte de su mensaje, su arrogancia, su impetuosidad, remite al mito del boxeo. Poco más porque les separa un abismo. De Malmo, donde se crio el delantero, a Louisville. Por las páginas de su autobiografía desfilan todos los ingredientes de una infancia difícil ?una madre que le pegaba, un padre alcohólico marcado por la guerra, una hermanastra toxicómana...? y también el morbo de sus conflictos con entrenadores. Sobre todo con Pep Guardiola, el episodio con el que arranca la edición en español de Soy Zlatan Ibrahimovic (Corner), un viaje al interior del vestuario del Barcelona. 

Desde que cruzó las puertas del Camp Nou, todo le sorprendió. De su multitudinaria presentación, al ambiente «normal» de aquel grupo plagado de estrellas: «El Barcelona era como un colegio, una especie de instituto». «Todo el mundo hacía lo que le decían. No encajé, en absoluto, así que pensé: ?Aprovecha la oportunidad. No confirmes sus prejuicios?. Empecé a adaptarme y me integré. Me volví excesivamente majo. Era una locura», comenta sobre el buenrollismo que Guardiola creó en aquella época en la que le acusaron de mear colonia.  

Pero Zlatan no era Zlatan. «Necesito estar enfadado para jugar bien. Tengo que gritar y protestar. Pero en ese momento me lo quedaba todo dentro. Seguía jugando bien pero ya no me divertía». Su personalidad no encajó en el equilibrio de egos del Camp Nou. Aunque saca pecho con sus goles, con que metía más que Messi hasta el punto en el que sitúa su ruptura con su entrenador. Cuando Leo pidió que le moviesen de la banda derecha al centro, cuando el entrenador cambió el esquema 4-3-3 por el 4-5-1, que situaba al argentino justo detrás del sueco, ya sin tantos espacios. 

Según Ibrahimovic, el director deportivo del Barça, Txiki Beguiristain, conocedor de su enfado por el cambio de roles, le instó a hablar del tema con su entrenador. Según su versión hizo ver a Guardiola que era «como si hubiera comprado un Ferrari y lo condujera como un Fiat». 

Pero aquella conversación, en la que el delantero llegó incluso a preferir la suplencia a jugar constreñido por el sistema, abrió una sima entre ambos: «Me hizo el vacío. Apenas me miraba (...). Ni siquiera me daba los buenos días, no decía una palabra. Evitaba mirarme a los ojos. Si yo entraba en una habitación, él se iba». La eliminación ante el Inter de José Mourinho vició más el ambiente de aquel vestuario que Ibrahimovic veía como un internado. Su ruptura ya no tuvo vuelta atrás después de un incidente tras las puertas del estadio del Villarreal, donde el entrenador del Barça solo utilizó cinco minutos al punta sueco. «Touré estaba allí, además de algún compañero... y la caja metálica en la que metemos el equipamiento del partido. Miré la caja. Le di una patada y salió volando unos tres metros. Aquello fue solo el comienzo. Después le grité: ?No tienes huevos? ?y cosas mucho peores, y añadí?: ?Te cagas delante de Mourinho. ¡Vete a la mierda!?». Guardiola calló, tomó nota y asumió que su etapa juntos había terminado.

La dedicatoria del libro no solo es una declaración de intenciones, también explica su empeño en diferenciarse: «A los niños que se sienten diferentes, que no acaban de adaptarse y a los que se les discrimina injustamente. No pasa nada por ser diferente. Cree en ti mismo. A mí me fue bien». Ibrahimovic (Malmo, 1981), hijo de padre bosnio y madre croata, creció en un ambiente conflictivo en un barrio de inmigrantes. 

Ofrece un relato crudelísimo de su infancia, de su llegada a la cumbre, con un discurso a veces humilde, a veces cínico. El fútbol le dio un hilo para entenderse con su padre, antes de volver a romper. Estafado por su agente, enfrentado con entrenadores y parte de su entorno... Traza el autorretrato de enfant terrible. «Es uno de los rasgos característicos de nuestra familia. Nos gustan los dramas, guardamos rencor y decimos cosas como: No quiero volver a verte en la vida».

Fútbol de la calle, como los de antes. Aquel chaval enclenque al que zarandeaban se las arreglaba con regates y trucos para salir adelante. Soñaba con jugar como un brasileño y lo consiguió casi todo al dejar el Malmo y pasar por Ajax, Juve, Inter, Barça, Milan y PSG. El pandillero que robaba bicicletas ?hasta la de alguno de sus entrenadores en Malmo?, ahora casado y con hijos, remite de adulto a una pintada de su barrio: «Puedes sacar a un chico de Rosengard, pero nunca sacarás Rosengard del chico».