Reflexiones entre pañales

Raquel Martínez Buján PROFESORA DE SOCIOLOGÍA DE FAMILIA UDC

EXTRA VOZ

04 may 2015 . Actualizado a las 11:32 h.

Acabo de tener mi primer hijo a mis 38 años de edad. Durante una etapa larga he priorizado mi trayectoria profesional. El ámbito científico y universitario es exigente y competitivo. Centré mis esfuerzos en este aspecto así como en disfrutar de una vida en pareja y de ocio sin otras responsabilidades añadidas. El retraso en tener hijos pone en evidencia cambios en los valores sobre la familia y visualiza la organización patriarcal del trabajo reproductivo. Las mujeres continúan siendo la fuerza que mueve los cuidados. De los 15 días por paternidad que ha tenido mi pareja, 7 de ellos transcurrieron arreglando papeles burocráticos. Mis responsabilidades como madre comenzaron, como les pasa a la mayoría de las mujeres, con mucha soledad y cansancio. Y es que las políticas públicas han abandonado este terreno de sus agendas. Las medidas de conciliación no responden al bienestar de las madres y padres y mucho menos incorporan su diversidad. 

De ahí que existan 16 semanas por baja de maternidad sin ningún tipo de explicación médica sobre por qué ese tiempo es el adecuado; de ahí que mi pareja no haya compartido este período de baja conmigo por temor a represalias en su trabajo; de ahí que mi incorporación laboral haya dependido de la buena voluntad de mi madre; de ahí que el servicio doméstico se haya convertido en la fórmula de lujo que permite mantener mi empleo. Cómo se organizan socialmente los cuidados y en qué medida las políticas públicas contribuyen a su provisión muestra el tipo de sociedad en el que vivimos. 

El nuestro es aquel en el que las abuelas son imprescindibles, las madres reducen sus proyectos laborales, los padres no alteran su trayectoria profesional, las cuidadoras domésticas son la opción privada más recurrida y la administración pública sigue recortando la inversión en este ámbito. Somos nosotros los que estamos en pañales.