La ley de Igualdad: un paso atrás

A. Prádanos

ELECCIONES GENERALES 2008

Las mujeres pierden un escaño en el Congreso y siguen ancladas en el 36% de representación. El PSOE tiene cuatro diputadas menos y CiU gana tres.

10 mar 2008 . Actualizado a las 20:40 h.

Al ritmo actual, el Parlamento español será paritario, mitad hombres mitad mujeres, cuando Rodríguez Zapatero y Rajoy viajen con el IMSERSO. En su segundo paso por las urnas tras los comicios municipales de mayo, la Ley de Igualdad ha pinchado. Sin discusión.

En 2004 se sentaron en el hemiciclo del Congreso de los Diputados 125 mujeres. Cuatro años después, una menos, 124, y un porcentaje que no avanza un ápice, el 36% del total de señorías. El PSOE no ha predicado con el ejemplo y pierde cuatro diputadas; el PP gana una, y CiU aporta tres más que en la anterior legislatura. Es lo que pasa con algunas leyes de buena voluntad cuando topan con la realidad. Y la realidad es que los partidos políticos son Numancia, dirigidos y controlados por varones renuentes a aplicar con generosidad la regla del 40/60 impuesta por la ley. El guarismo se cumplió en la confección de las listas electorales, de modo que ningún sexo tuvo más de un 60 ni menos de un 40% de representación en cada tramo de cinco nombres. Pero no impidió que muchas candidatas quedaran relegadas al final de cada tramo, sin opciones reales de escaño. Las listas encabezadas por mujeres fueron una rareza en todo el espectro político. «Es un tema que tiene que resolverse. Hay que reflexionar sobre el sistema y buscar estrategias y mecanismos correctores», admite Soledad Murillo, secretaria general de Políticas de Igualdad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.

La Ley de Igualdad funcionó bien en su primer test, las elecciones municipales, y la prueba fueron más de 2.000 nuevas concejalas y alcaldesas en toda España. Pero la proporción 40/60 puede resultar testimonial en comicios generales para provincias donde se elige un máximo de dos o tres diputados porque «se siguen reservando los puestos de mayor seguridad (de escaño) para los hombres». Murillo habla de inercia, de predominio masculino en los 'aparatos' de los partidos, de «resistencias» a ceder cuotas de poder real a las mujeres, y de la necesidad de barrer la propia casa socialista. «Hay que trabajar en esto en los próximos congresos, analizar cómo se han elaborado las listas e ir más allá, que no se regatee la igualdad, sino que penetre en todas las estructuras, en los órganos de toma de decisión de los partidos, en todo. Lo que hace el Gobierno (la ley de Igualdad) obliga a todos, pero especialmente a nosotros mismos», recalca.

Escaparate

Mujeres de la Ejecutiva socialista formulan en voz queda una queja común. Hay, dicen, presencia femenina en los órganos representativos más visibles, en el escaparate. Pero el poder real dentro del PSOE, el comité electoral, los pretorianos de ZP en los debates con Rajoy, sigue siendo un gueto masculino. Dentro del PP la situación es similar. Sólo Soraya Sáez de Santamaría, y en menor medida Ana Pastor, tocan algo de poder por su proximidad al líder.

Para próximas elecciones, Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, apunta directamente a las 'listas cremallera', que alternan un candidato de cada sexo, hombre-mujer, hombre-mujer, o viceversa. «Si con el 40/60 nos hemos quedado estancados y la representación femenina en el Congreso sigue donde estaba, igual hay que dar un paso más allá y empezar a pensar en listas cremallera», afirma. Sólo un partido de los que han logrado representación parlamentaria llevaba como cabeza de lista a una mujer, Rosa Díez, en sí misma presidenta, candidata y portavoz de UPyD. Descalabrados, ni IU ni ERC sentarán diputadas en la Cámara Baja.

El PNV se ha quedado sin mujeres en el grupo parlamentario y EA pierde el único escaño que tenía, al que optaba una fémina. Uxue Barkos, de Nafarroa Bai, lo revalida, y Coalición Canaria reparte salomónicamente sus dos asientos respectivos en el Congreso entre un hombre y una mujer, lo mismo que el BNG.