En Galicia, las oficinas de empleo suelen estar en las cocinas. No hay agente laboral más eficaz que un padre con contactos, ni curriculum vitae más valorado que un análisis de sangre que certifique el apellido. Para encontrar trabajo en Galicia, hay que tener pedigrí. Como decía Scorsese, hay que ser Uno de los nuestros. La entrevista de trabajo puede constar de una sola pregunta: «E ti, ¿de quen ves sendo». Si la respuesta es atinada, el puesto es tuyo. Si no, ni el título por Stanford te garantiza un futuro laboral airoso. Cuatro de cada diez gallegos avalan la teoría de la sangre, susceptible de ser aplicada en todos los ámbitos de la actividad laboral. Es más, el modelo está especialmente perfeccionado en el entorno de la cosa pública, donde los cargos se heredan en cuanto se despacha el engorroso trámite de las elecciones o el concurso de méritos y capacidad. Hay incluso organismos especializados en un modelo de contratación del que ya habló Marlon Brando cuando dijo aquello de «te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar». En aquella película, el bello era un capo. De la Mafia.