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El acuerdo entre Santander y Correos permite a los clientes del banco poder hacer gestiones desde muchos más municipios de la geografía española, favoreciendo así la inclusión financiera de las zonas rurales. Nos adentramos en Iznájar, Córdoba, para ver de primera mano cómo funciona esta alianza

Salvador es agricultor en Iznájar, Córdoba, y la gran parte de su día lo pasa en el campo trabajando. La mayoría de sus pagos los hace en efectivo por tratarse de importes pequeños y, aunque en Iznájar no hay un cajero automático de su banco, no le supone un problema.

Por su parte, Jorge Delgado es Director del Caserío de Iznájar en el mismo municipio cordobés. Sus tareas financieras cotidianas se han podido agilizar limitando, al igual que Salvador, sus desplazamientos a la sucursal (a 10 kilómetros de su pueblo) solo a las gestiones bancarias más complejas y aprovechando una oficina postal de Correos para solventar todos los trámites frecuentes que implica su negocio. ¿Y cómo es posible ir a un local de correspondencia a realizar operaciones como la retirada y el ingreso de dinero en efectivo?

La respuesta está en Correos Cash, una nueva iniciativa de inclusión financiera que es posible gracias a un acuerdo alcanzado entre Banco Santander y Correos, que también establece un servicio de reparto de efectivo a domicilio y del que Salvador y Jorge se benefician.

De esta manera, para cerrar el triángulo hace falta un vértice esencial: María del Mar. Ella es cartera rural y recorre cada día unos 80 kilómetros dando servicio a casi una decena de pedanías de Iznájar. Además de entregar y recoger correspondencia, presta el servicio de Correos Cash con el que la población que no tiene acceso a cajeros automáticos de forma habitual pueda solicitar, como decimos, entrega de dinero en efectivo o realizar ingresos, entre otras gestiones más comunes.

Iznájar es solo un ejemplo, pero son muchos los casos de municipios y pedanías rurales que, gracias a este tipo de servicios, forman parte del sistema financiero. Por su condición de aislamiento geográfico, hay que ayudar a las personas que viven en los pueblos a no quedarse atrás.

Desde el Banco Mundial establecen que el 81% de los españoles vivía en ciudades en 2019 frente al 77% de, por ejemplo, Alemania. Según las cifras publicadas por el Gobierno, en algo menos de 20 años la población española ha pasado de 41,1 a 47 millones. Un aumento que esconde, por muy contradictorio que parezca, una triste realidad: el proceso de despoblación en la España rural es cada vez mayor.

María del Mar es cartera rural y acude a casa de Salvador, agricultor en Iznájar, para facilitarle dinero en efectivo
María del Mar es cartera rural y acude a casa de Salvador, agricultor en Iznájar, para facilitarle dinero en efectivo

 

Concretamente, Galicia sufre un problema demográfico desde hace décadas. Al fuerte descenso de los nacimientos, se le suma un proceso muy pronunciado de envejecimiento de la población. Los municipios pequeños se han ido quedando con menos habitantes y con menos servicios. Esto, a su vez, agranda la brecha poblacional entre los núcleos pequeños y las grandes urbes. Por ello, prestar atención a los vecinos de la España rural se antoja esencial, así como apoyar el progreso y desarrollo de los pueblos y ciudades más pequeñas. Todos los ciudadanos deben ser partícipes de los cada vez mayores cambios de la sociedad y a aquellos que vayan por detrás hay que ayudarlos.

Un claro ejemplo lo vemos en el acceso a los servicios financieros más comunes. Los que viven en poblaciones mucho más pequeñas que el resto, por su condición de aislamiento geográfico, tienen más difícil acercarse a la sucursal bancaria más cercana, que puede estar en otro pueblo, para hacer las operaciones más básicas: sacar dinero en efectivo, realizar un ingreso… Por eso, tanto las instituciones como las grandes empresas tienen la responsabilidad de crear y destinar herramientas para favorecer la inclusión financiera de estas personas.

Correos Cash permite a los clientes de Banco Santander acceder a los 4.675 puntos de atención postales repartidos por todo el país. De esta manera, se amplía a 1.500 municipios más los lugares desde los que la entidad presidida por Ana Botín presta sus servicios y, al mismo tiempo, favorece la inclusión financiera de las personas que viven en las zonas más rurales.

En el 75% de los municipios con menos de 1.000 habitantes donde el banco no está presente existe un punto de atención de Correos, lo que permite a Banco Santander llegar al 66% de la población que hasta ahora no disponía de un servicio de efectivo en su municipio, como es el caso de A Capela en A Coruña, Rodeiro en Pontevedra y Laza en Ourense.

Este servicio aparece integrado en la app de la entidad de la que pueden disfrutar clientes que ya utilizaban esta funcionalidad. El resto, solo necesita una tarjeta bancaria del Santander y el documento de identidad para poder realizar estas operaciones desde las oficinas de Correos.

La Galicia rural, en datos

En los años 50 del siglo pasado, la provincia de Lugo superaba el medio millón de habitantes. De ellos, casi 54.000 vivían en la capital mientras que el resto, casi 450.000, se repartían por el resto del territorio lucense. A día de hoy, el censo se ha visto reducido hasta poco más de 330.000 en toda la provincia, de los que un tercio vive en Lugo capital. Este es solo un ejemplo de cómo en Galicia está avanzando la desertización demográfica.

No ayuda que cada vez haya menos servicios en los pequeños núcleos de población: transporte público, centros escolares, abastecimiento, empresas que creen empleo… estos son solo algunos ejemplos que han hecho que aumente la población en las zonas urbanas.

De hecho, en la comunidad autónoma gallega se concentra la mitad de las aldeas españolas que se han quedado vacías. En concreto, hay 1.863 núcleos rurales en los que no hay ni un solo habitante del total de 3.621 que hay en España. 

No obstante, iniciativas como la de Santander y Correos, además de otras que potencian sectores estratégicos del entorno rural, también consiguen no solo retener a la población sino atraer a familias que desean alejarse de un estilo de vida urbano y regresan a las aldeas en busca de tranquilidad, a cambio de revitalizarlas con negocios que ponen en el foco en sectores con proyección, como el turismo rural, la producción ecológica, la apicultura o las explotaciones ganaderas sostenibles.