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Todos los consumidores acabarán beneficiándose de la evolución de un sector tan trascendental como el agroalimentario

A. G. P.

Ya se sabía que los agricultores y ganaderos conforman una actividad esencial, pero hasta que la pandemia irrumpió en nuestras vidas no les dimos el valor que se merecen. El abastecimiento de productos de primera necesidad no ha estado en peligro durante el estado de alarma precisamente gracias al esfuerzo de todos los profesionales del sector agroalimentario, que durante estos meses han antepuesto el bienestar y la salud de los demás a la suya propia.

Vista la importancia que han demostrado en cuanto a su necesidad, la digitalización del sector agroalimentario es la clave para garantizar su supervivencia adaptándose a las circunstancias de cada momento, pero sobre todo, permitirá que puedan alcanzar una actividad cada vez más sostenible.

Lo bueno de que la industria que rodea a la ganadería y a la agricultura sea tan amplia es que permite abrir muchos frentes y que tiene muchísimo margen de crecimiento y de mejora. Cuando la tecnología se pone al servicio del progreso, los avances pueden llegar a ser incalculables y más en un terreno del que nos nutrimos -nunca mejor dicho- la población entera.

El sector agroalimentario está formado por el sector primario y la industria de la alimentación, bebidas y resto de actividades de la cadena alimentaria. Según datos del Ministerio de Agricultura y del Instituto Nacional de Estadística, en España hay casi un millón de explotaciones agrarias.

El dato quizás abruma más si lo traducimos en que más del 84% del territorio nacional lo forma el medio rural, aunque este solo lo integre el 16% de la población española. Por su parte, la industria agroalimentaria está formada por más de 30.000 empresas, de las cuales la gran mayoría tiene menos de 50 empleados. Se trata de un sector clave para la economía y para la sociedad porque, aunque supone casi un 6% del PIB, la cifra sube hasta el 11% si se tienen en cuenta todas las actividades de la cadena alimentaria como pueden ser el almacenamiento y el transporte o el comercio y la distribución.

SANTI M. AMIL

Una de las áreas en las que más potencial hay para rentabilizar al máximo la agricultura es el big data. Su aplicación en las llamadas técnicas de agricultura de precisión es la solución más efectiva en cuanto a toma de decisiones. ¿Por qué? En tan vastos terrenos, con tantos cultivos diferentes y cada uno con distinta temporalidad se antoja complicado calcular, por ejemplo, las necesidades de riego o el seguimiento de los cultivos.

Para tener información precisa sobre las condiciones climáticas que influyen en cada cultivo -temperatura, humedad, radiación solar...- , el crecimiento de las especies o la densidad de plantación se necesita una tecnología que permita manejar esta abrumadora cantidad de datos y tenerlos actualizados en tiempo real para que la información se transmita de forma óptima y tomar así las mejores decisiones en tiempo y forma.

La sostenibilidad va de la mano de estos avances tecnológicos porque muchas de estas progresiones están enfocadas a hacer, por ejemplo, un uso más responsable del agua o a optimizar la generación de energías renovables. El control en la aplicación de todas estas mejoras también va ligado al uso de las tecnologías. Sin ir más lejos, el uso de drones está cada vez más extendido en el sector primario, así como la automatización de ciertas tareas agrícolas y ganaderas. 

Una llamada a la digitalización

Asentar la digitalización y la sostenibilidad del sector agroalimentario es uno de los grandes retos en la actualidad. Demostrado una vez más su alcance, toca estar del lado ya no solo de los propios agricultores y ganaderos, sino también de aquellas empresas que se esfuerzan por que el sector primario esté en el lugar que se merece.

Desde evolucionar a productos más rentables, profesionalizar las cosechas, optimizar el uso de fertilizantes y sistemas de riego a perfeccionar sistemas de cultivo y distribución. También supone un filón importante analizar la demanda de productos ecológicos, tan en auge en la actualidad.

Alrededor de todos estos retos nace The Call Agro, una iniciativa de Banco Santander con un doble objetivo: impulsar el emprendimiento y apoyar a las pymes del sector.

Aquellas startups que ofrezcan soluciones innovadoras para impulsar acciones de modernización tecnológica en el campo son las que optarán a ser seleccionadas como finalistas para poder defender sus propuestas. Las cuatro seleccionadas podrán poner en marcha pruebas de concepto para así comprobar su viabilidad.

En 2020, Santander financió al sector agroalimentario español con 7.567 millones de euros, un 34% más que el año anterior. Con iniciativas como la de The Call Agro, el banco refuerza su compromiso por contribuir al progreso de las personas y las empresas.

Carlos Castro | Europa Press