«Este año he tenido lo mejor de mi vida»

Lucía Sánchez fue la primera coruñesa en dar a luz en el estado de alarma: Daniela nació el 15 de marzo

Lucía Sánchez, que tiene otro hijo de 4 años, Lucas, besa a su hija Daniela, que nació con el estado de alarma y cumple un año el día 15
Lucía Sánchez, que tiene otro hijo de 4 años, Lucas, besa a su hija Daniela, que nació con el estado de alarma y cumple un año el día 15

Cuando el 14 de marzo del año pasado todos nos quedamos encerrados en casa por el inicio del estado de alarma, Lucía Sánchez tuvo que salir corriendo: su bebé venía en camino. Ella había pedido retrasar la inducción del parto, prevista para el día 13, porque confiaba en que de manera natural la niña se presentaría. Y así fue. A las doce de la noche de ese sábado Lucía ingresó en el Materno de A Coruña y a las tres menos diez de la madrugada ya tenía a Daniela en sus brazos. «Fue un parto rapidísimo, un visto y no visto, pero aquello, ahora que lo pienso, parecía un hospital fantasma. Por supuesto, ni mi marido ni yo nos cruzamos con ningún coche durante el trayecto desde Cambre, donde vivimos. Llegamos en un santiamén y en urgencias no había nadie». «Es extraño verlo con perspectiva -apunta Lucía-, aún no sabíamos la que se nos venía encima. Nosotros no llevábamos mascarilla, pero tampoco muchas de las enfermeras, porque todavía no había un protocolo fijo y se notaba esa sensación de andar a ciegas. Sin embargo, en nuestro caso fue todo estupendo. Al no haber casi ningún ingreso en planta, estuvieron superpendientes de nosotros». En esas circunstancias, Lucía e Iván, su marido, que ya eran padres de Lucas, de tres años, agradecieron esa tranquilidad de las primeras horas en las que excepcionalmente no se permitían visitas, muy a pesar de los abuelos.

«Yo soy muy flower power y siempre intento ver la parte positiva. Estaba tan metida en mi mundo, tan en mi embarazo y en mi bebé, que no podía asimilar lo que pasaba fuera; en realidad, solo fui consciente mucho después», señala Lucía. En ese nido feliz, ya en casa con su segunda hija, fueron pasando los primeros meses, un tiempo que ella recuerda sin muchos sobresaltos en su hogar, si bien, fuera, la pandemia avanzaba con dureza. Con todo, como muchas familias con niños pequeños, la de Lucía e Iván resistió gracias a la ayuda de los abuelos. «Mis padres y nosotros éramos convivientes. Sin esa atención y cuidado por su parte todo hubiera sido mucho más difícil, en especial por Lucas, que fue el que sufrió todo de golpe. Imagínate, pasó de no tener colegio, de no poder salir, a sumar además una hermanita a la que le teníamos que prestar atención. El shock lo sufrió más él, por eso digo que gracias a mis padres, que nos ayudaron en esos momentos con mi hijo, esa etapa se hizo más llevadera». Los otros abuelos sufrían también la distancia de no poder achuchar a sus nietos. «Cuando nos dejaron salir, pasábamos por su casa y ellos los veían por la ventana», relata Lucía, que tuvo que esperar a la «normalidad» del verano para que todos estuvieran juntos.

«Le diré que no me dejó dormir»

¿Qué le contarás a tu hija del año en que vino al mundo? «Es un 2020 raro, para recordar, pero a ella lo primero que le diré es que no me dejó dormir -bromea-, aunque Daniela es muy buena comedora, por lo menos algo nos ha compensado. Le diré que para nosotros, pese a todo, ha sido un buen año. Su padre afortunadamente tiene su trabajo, todos alrededor también, y yo, qué voy a contar, he tenido lo mejor de la vida. Lo tuve también cuando nació su hermano. Por eso cuando todo el mundo deseaba que se acabara de una vez el 2020, yo no lo sentía así, pero, como todos, claro que quiero que regrese la normalidad. Aunque sea en cositas pequeñas, como las de ahora, que nos han dado un respiro: salir un poco, poder escaparte a dar un paseo a la playa, eso alivia mucho, porque al final hasta parecíamos enfadados», señala.

«La niña es más extrañona que su hermano, se le nota la falta de contacto con los demás, no está ‘‘coleada’’»

Daniela ha nacido y convivido con las mascarillas, así que no es novedad para ella. «Las ve como algo natural, le sorprendió más a mi hijo mayor, pero ella ha nacido ya con esto, ahora solo juega a arrancarlas. Lo que sí he notado diferente es que al no haber tenido casi relación con nadie es muy extrañona. Lo he hablado con otros papás que han tenido hijos más o menos a la vez y me decían que les pasaba lo mismo. Al no haber visto gente, no está coleada», cuenta esta madre, que piensa celebrar en casa y tranquilitos el primer cumpleaños de Daniela. «Decoraremos lo que podamos porque es a su hermano al que le hace más ilusión». «Este año -concluye Lucía- se resume en ella; si pienso en todas las etapas que ha pasado, ha sido todo rapidísimo, ha volado: aún no anda, se arrastra con el culete, y balbucea seguido. Daniela está llena de vida».

«La bisabuela, de 92 años, todavía no la conoce»

Algunos familiares de Lucía e Iván aún no han visto en persona a la pequeña Daniela debido al estado de alarma y a las restricciones por la pandemia. Entre ellos, además de unos tíos que viven en Santiago, está la bisabuela. A sus 92 años, y ya por fin vacunada del covid, vive en una residencia en Betanzos, pero todavía no ha tenido la oportunidad de coger por primera vez a su bisnieta en brazos. «Estamos pendientes de si ahora prontito podemos ir a verla. Tenemos esa esperanza de que nos dejen al menos estar con ella en una zona del jardín para que por fin pueda verle la carita a Daniela», indica Lucía.

«A mi abuela, la última vez que la vi fue en febrero del año pasado; yo estaba embarazadísima, ya casi en la recta final, pero desde entonces ha sido imposible. Me da mucha pena. Además a ella, como a todos los mayores en las residencias, le restringieron las visitas mucho antes del estado de alarma, ¡ya se ha cumplido un año! Ojalá esto se acabe por fin y podamos abrazarnos todos».

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