La sanidad se convirtió en el escudo de todos

Sus profesionales trabajaron sin descanso. En Galicia, más de 106.000 personas se curaron, pero las muertes superan las 2.250


El año que puso a prueba los cimientos del sistema sanitario evidenció, más que nunca, la importancia de los múltiples eslabones en la cadena de cuidados al paciente, que antes quizá eran imperceptibles y, sin embargo, siempre fueron indispensables: desde el personal de ambulancias, pasando por los trabajadores de atención primaria, hasta los médicos.

Desde que comenzó la pandemia de coronavirus, en Galicia han fallecido más de 2.250 personas y más de 106.000 lograron dejar atrás el virus. Pero superar la enfermedad con éxito, sus secuelas, es otra historia. Así lo atestiguan los pacientes conocidos como long covid-19, que dan negativo en los test, pero arrastran problemas o síntomas claros derivados de una enfermedad a la que no han dejado de asociarse nuevas manifestaciones.

El covid-19 ha llevado al límite la capacidad de aguante del personal sanitario, que en muchos casos se encontró realizando su trabajo asistencial y a la vez haciendo de enlace con las familias de los enfermos. «Viéndolo con perspectiva, yo mismo no di la importancia necesaria a la comunicación cuando en Ourense empezamos a sacar personas de las residencias. Nos dimos cuenta a los pocos días de que eso era tan fundamental como lo asistencial», dice Álvaro de Castro, médico que asistió a pacientes en los recintos afectados.

Álvaro de Castro, médico

«En los primeros días vi episodios de ansiedad. Yo mismo la tuve»

p. V.

En Ourense, la provincia gallega con un porcentaje más elevado de población mayor, el asedio del coronavirus a los centros sociosanitarios en la primera ola derivó en la puesta en marcha de la residencia integrada de Baños de Molgas y el uso del hospital de Piñor para acoger a los mayores infectados. Álvaro de Castro, médico del PAC de Celanova, asumió el reto de coordinar la atención sanitaria en ambas partes y, prácticamente un año después, recuerda que «en los primeros días de funcionamiento se dieron episodios de ansiedad entre el personal que llegaba, por el temor a esa cuenta atrás hacia lo que se nos venía encima». «Yo mismo la tuve. Somos humanos y no se nos deben caer los anillos por reconocerlo», explica el facultativo ourensano.

Natalia Prego, Enfermera

«A moitos facíalles falta unha xornada co EPI vendo o que vemos nós»

ROSA DOMÍNGUEZ

«Doentes que se che acorden, moitos; non os esqueces e lévalos contigo», dice Natalia Prego. Es enfermera en infecciosos del Chuac, donde ingresó el primer caso de Galicia. «Desde entón non deixamos de ter pacientes de covid», lamenta. Se declara agotada física y emocionalmente «por tantos que non saen adiante e morren, lamentablemente sós». Su unidad es de semicríticos, con pacientes con ventilación mecánica no invasiva. «Están conscientes, pero algúns desorientados, e tentan quitar a máscara que lles está dando a vida», cuenta de los apuros de un personal sobrepasado que dobló turnos para hacer todo lo posible por sus enfermos. Por eso, se confiesa «frustrada» ante los incumplimientos. «A moitos facíalles falta unha quenda completa co EPI vendo o que vemos nós. Non aprenderemos? Non ven que a súa irresponsabilidade pode levar a que penda dun fío a vida de xente que queres?».

begoña mallo, celadora

«No hospital hai silencio e caras esgotadas»

c. barral

Begoña Mallo es celadora desde hace 29 años y trabaja en el Hospital Montecelo, en Pontevedra. En su puesto actual no tiene contacto directo con los pacientes, pero eso no impide que también arrastre el desgaste tras un año de pandemia. «Non corrín risco, pero pola miña labor sindical sei como estiveron os compañeiros». Cuenta que en la primera ola estos profesionales fueron discriminados en cuanto a la dotación de material de protección por no ser considerados de riesgo, y después también en la vacunación. «En dez días contaxiáronse trinta celadores e houbo compañeiros que se negaron a entrar nas habitacións sen máscara FFP2», remacha. Ella, que padece una enfermedad pulmonar y se compraba esas mascarillas, reivindica el papel de los celadores. Subraya que la pandemia ha acabado con el bullicio del hospital: «Agora hai silencio, caras esgotadas e sen esperanza no persoal, dende médicos a xente da limpeza, por non ter fin».

YOLANDA BEIROA, TÉCNICA EN CUIDADOS AUXILIARES DE ENFERMERÍA

«A asistencia ao covid afecta psicoloxicamente moito ao persoal»

j. gómez

Yolanda Beiroa, técnica de coidados auxiliares de enfermaría (TCAE), traballa na uci de covid do Clínico desde o inicio da pandemia: «Resumo este ano en catro palabras: medo, e máis ao principio, por non saber ao que nos enfrontabamos; incerteza, por nós e pola posibilidade de podermos contaxiar a outras persoas; impotencia, ao ver como as familias non se podían despedir de doentes que morrían; e moita gratitude a todos os meus colegas, desde o primeiro médico até o persoal de limpeza contratado temporal. Ningunha das miñas compañeiras se contaxiou e os casos na unidade foron moi poucos, non o fixemos mal», afirma. «A asistencia ao covid afecta psicoloxicamente moito ao persoal. Ben o notamos na casa e nas nosas relacións», engade. Reproba a falta de apoio da dirección: «Por iso reclamamos cun día de folga á semana, desde novembro, melloras laborais e asistenciais».

CARMEN TURCO, LIMPIADORA

«Desinfectamos paredes, techos y suelos cuando se traslada a un enfermo»

Á. P.

La pandemia ha dejado claro que el personal de limpieza también tiene una labor fundamental en los hospitales. Carmen Turco ha estado la mitad del año en las urgencias de covid y la otra mitad moviéndose entre las ucis y las plantas de pacientes con coronavirus. «Ahora tenemos mucho cuidado, somos muy exhaustivos», dice. Los residuos de las plantas se tratan de manera especial y hasta desinfectan las bolsas antes de retirarlas de las zonas contaminadas. «Desinfectamos paredes, suelos, techo y mobiliario cada vez que se traslada a un paciente», dice. Además de limpiar, ella trata de interesarse también por cómo se encuentran los enfermos.

AURORA VIZOSO, ENFERMERA DEL 061

«Poder ayudar a otros compensa el riesgo»

lucía rey

Tras un año de pandemia, Aurora Vizoso García, enfermera de la ambulancia del 061 en Foz, recuerda especialmente el traslado a Lugo de un paciente con covid que iba para la uci. «Le fui hablando todo el trayecto a pesar de que él no podía contestarme. Al llegar me dio las gracias, entonces sentí la satisfacción de haberle ofrecido esa tranquilidad que tanto necesitaba a pesar de las barreras. Poder ayudar a otros compensa el riesgo», destaca con emoción esta profesional de primera línea, que reconoce que el cansancio empieza a hacer mella. Con todo, confía en que la vacuna nos proporcione la inmunidad comunitaria y podamos volver poco a poco a una vida parecida a la que teníamos antes del covid.

DOMINGO BARREIRa, TÉCNICO DE EMERGENCIAS SANITARIAS

«Nadie estaba preparado para asumir tanta cantidad de enfermos»

m. cobas

Con treinta años de experiencia como técnico de emergencias sanitarias, Domingo Barreira asegura que «nunca había pasado algo parecido» a la pandemia del coronavirus. «Nadie estaba preparado para asumir tanta cantidad de enfermos. Toda la vida hemos tratado con infecciosos, pero no con tanto volumen», dice. «Aunque nunca nos faltaron EPI, sí que veíamos que entrabas a trabajar por la mañana y cuando salías por la tarde había un protocolo nuevo», dice. Ahora la situación no es muy buena, tras una tercera ola que le ha afectado más que la primera, «porque ves que hay gente que no ha aprendido nada». Teme las consecuencias de la desescalada.

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