Redacción

Un año después, el mundo no es lo que era. El covid rompió en pedazos la realidad cotidiana y abrió otra llena de incertidumbres. Las certezas han dado paso a los interrogantes. ¿La nueva normalidad llega para quedarse? ¿Se logrará la inmunidad total? ¿O viviremos en breve otra pandemia? ¿Reflotará la economía? ¿Podré volver a viajar a cualquier lugar del mundo? ¿Cambiará el orden mundial? ¿Se repetirá la historia que trajo los locos años veinte del siglo XX? Preguntas sobre un futuro que los expertos intentan desentrañar.

Lo que parece claro es que el mundo necesitará un reajuste tras el paso de un virus que ha puesto patas arriba la economía y la política. La pandemia ha exacerbado tendencias que ya pululaban en el contexto geopolítico: los populismos, la deriva autoritaria de más de un dirigente, la rivalidad entre Estados Unidos y China, el retroceso del multilateralismo y la globalización. También ha dejado claro que ser miembro de la Unión Europea no penaliza, todo lo contrario y pese a los intentos patrioteros del Reino Unido para justificar el brexit. Que el sector de la investigación y la sanidad son un bien estratégico a cuidar para rebajar la dependencia exterior. Y que las tecnológicas deben poner coto a la desinformación. Quizás sea el momento de avanzar hacia un mundo más ecológico, más conectado y más justo, y replantearnos nuestra vida social y económica.

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