Juan Carlos I, en sus memorias: «La relación con Corinna tuvo un impacto desastroso sobre mi reinado»
ESPAÑA
El rey emérito reconoce que ese vínculo con la empresaria alemana dañó su «reputación a ojos de los españoles»
05 nov 2025 . Actualizado a las 17:50 h.El rey emérito Juan Carlos I rompe su silencio en Reconciliación, unas memorias publicadas este 5 de noviembre en Francia —y que estarán disponibles en España en diciembre— en las que repasa su vida política y personal. En el libro, el monarca aborda situaciones críticas y controvertidas de su reinado, entre las que destaca su relación con la empresaria alemana Corinna Larsen, que califica como «un error que lamento de manera muy amarga».
El monarca dedica más de un centenar de páginas a la accidentada última década de su vida, marcada por su abdicación tras el escándalo en el 2012 por la escapada en Botsuana cazando elefantes con su amante Corinna Larsen: «Esa relación (con la empresaria alemana) fue un error que lamento de manera muy amarga. Tuvo un impacto desastroso sobre mi reinado y sobre la vida de mi familia». Juan Carlos reconoce que esa relación extraconyugal «dañó» su «reputación a ojos de los españoles». Y compara la presión que sufrió entonces con «una caza al hombre» en que se reveló «como una presa fácil».
Y agrega: «Puede parecer banal, muchos hombres y mujeres han sido cegados hasta el punto de no ver lo evidente. Para mí, ella tuvo un impacto nocivo en mi reinado y en mi vida familiar. Ella erosionó la armonía y la estabilidad de esos dos aspectos esenciales de mi existencia, conduciéndome finalmente a tomar la difícil decisión de abandonar España».«Empañó mi reputación ante los españoles. En esta cacería, me convertí en una presa fácil. Pero esta es la debilidad de un hombre. Nunca interfirió en mis preocupaciones de rey con su país», termina explicando.
No obstante, el emérito asegura que su abdicación era una decisión en la que estuvo «reflexionando durante mucho tiempo, sin hablarlo con nadie». «Una vez la tomé, era irrevocable», dice. «Algunos intentaron disuadirme, pero estaba convencido de que era lo mejor para los intereses de mi país», añade. Además, Juan Carlos presume de que antes de su coronación en el 2014 «el príncipe heredero era el mejor preparado de Europa. No quería que se desecara esperando su momento». Y también saca pecho de que «el país que dejé, a pesar de sus problemas coyunturales, no tenía nada que ver con la España que había heredado en 1975».
«Jamás demostré tanta autoridad como en el 23F»
Aunque sus memorias no rehúyen los errores que marcaron su última década, el rey emérito también revive episodios que definieron su papel como jefe del Estado. Juan Carlos I asegura que nunca en su vida demostró «tanta autoridad» como la noche del 23 de febrero de 1981, cuando tuvo que enfrentarse al golpe de Estado liderado por el teniente coronel Tejero y el general Milans de Bosch. «La historia de España se jugaba en ese momento preciso», afirma, recordando que su «teléfono» fue su «única arma» para defender la joven democracia.
En aquella asonada, sobre la que aún tiene «preguntas y dudas sobre el desarrollo de los hechos y el compromiso de algunos», Juan Carlos I estima que de las once capitanías generales, «la mitad apoyaba la rebelión pero no osaba desobedecerle» porque era «un rey constitucional, pero sobre todo el jefe de las fuerzas armadas, su antiguo compañero de armas y había sido designado por Franco».
«Hablaba con aplomo y persuasión porque sabía que el destino de la Corona y del país estaba en juego», subraya, y añade que mantuvo esa actitud incluso en sus conversaciones con el «traidor» Alfonso Armada.
«Aquella larga noche no hubo uno sino tres intentos de golpe de Estado: el del teniente coronel Tejero y del general Milans del Bosch, el más conocido y visible; el de Armada, muy doloroso en el plano personal; y el de los falangistas que querían sumarse para volver al orden franquista», asegura.
Esa tarde y larga noche, el rey la pasó además de con Arias y la reina Sofía, con su hijo Felipe, entonces con 13 años. «Su instrucción como futuro rey empezó ese día. Me parecía fundamental que viviera esos momentos de tensión a mi lado», confesó.
En aquellas horas, en las que su teléfono «no cesaba de sonar», hubo una llamada proverbial, la de la diputada socialista catalana Anna Balletbò, la única liberada por los militares por estar embarazada de gemelos, quien consiguió su número gracias al presidente catalán Jordi Pujol.
Balletbò le facilitó los detalles sobre el golpe y sobre la situación en las Cortes, algo que nadie conocía fuera del hemiciclo y que le dieron «una idea de la situación».
El rey rememora que a las 2:30 horas de la mañana del 24 de febrero de 1981 preguntó por tercera vez a Milans del Bosch por qué no obedecía sus ordenes, «era muy cabezota», y solo a las 4:30 horas los tanques volvieron a los cuarteles.
El «¿por qué no te callas?» a Hugo Chávez
«A pesar de que yo no quería, el '¿por qué no te callas?' se convirtió en un eslogan de resistencia política», indica Juan Carlos I en referencia al mediático episodio en el que cortó la intervención de Chávez, presidente de Venezuela en aquel entonces, durante la cumbre Iberoamericana del 2007.
«Mis relaciones con todos los jefes de Estado fueron respetuosas, menos una vez (...) El presidente venezolano Hugo Chávez logró sacarme de mis casillas», confiesa el monarca. En aquella intervención, Chávez dirigió «frases injuriosas contra España», en concreto contra el ya expresidente José María Aznar —al que calificó de «fascista»—.
Ante la pasividad de la sala, el rey emérito reconoce que lanzó al mandatario venezolano «una mirada a la vez atónita y de enfado» hasta que pronunció su famoso «¿por qué no te callas?».
Juan Carlos I enfatiza que las reacciones fueron comprensivas por parte de la mayoría de los jefes de Estado. De hecho, explica que que un abogado sudafricano con el que tenía amistad le propuso registrar la frase «¿por qué no te callas?» para evitar «toda imitación fraudulenta», a lo que el monarca asevera que «evidentemente» se negó.
«La batalla contra ETA fue la más dura y dolorosa de mi reinado»
«Sabía que al final seríamos más fuertes que ellos, que terminaríamos por ganar esa batalla (contra ETA), que fue la más dura y la más dolorosa de mi reinado», declara el monarca, que siente los 854 muertos y los 3.000 heridos causados por la banda terrorista como «una herida personal, aún difícil de curar, pese a la disolución de la organización en el 2018».
El «calvario» de ETA fue una «carga enorme» para España y un «freno a nuestros impulsos modernizadores» durante 70 años, que afectó a todos los españoles.
En esa lucha contra la banda terrorista, España necesitaba la colaboración de Francia y, en ese sentido, arremete contra el presidente francés de 1974 a 1981, Valéry Giscard d'Estaing, quien le hizo «vanas promesas».
Juan Carlos I señala que fue con Nicolas Sarkozy, ministro del Interior francés en el 2005 y presidente dos años después —actualmente en prisión por financiación libia de su campaña electoral del 2007—, cuando «los equipos de policía francesa y española pudieron empezar a trabajar juntos». «Tuvo (Sarkozy) una intervención determinante», para que España entrase en el 2008 en el G20, según el rey emérito, quien expresa su aprecio por «ese hombre valiente y enérgico que tenía el inmenso mérito de creer en sus promesas y de cumplirlas».