El mensaje de la Generalitat valenciana de las 20.11 que llegó demasiado tarde

J. C. Ferriol / H. Esteban COLPISA / VALENCIA

ESPAÑA

Los efectos de la dana en la carretera A-334
Los efectos de la dana en la carretera A-334 EUROPA PRESS | EUROPAPRESS

La cantidad de agua caída, y especialmente la velocidad con la que lo hizo, confiere a esta tragedia tintes de inevitabilidad

31 oct 2024 . Actualizado a las 11:05 h.

¿Se podría haber evitado la tragedia? Una dana de dimensiones desconocidas que deja un número de víctimas aún por determinar es la primera gran crisis de emergencias que afecta de plano a la gestión de la Generalitat valenciana del presidente Carlos Mazón. Un fenómeno meteorológico excepcional, es cierto, de unas dimensiones sin parangón, que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta del Ejecutivo valenciano. «La gestión de una emergencia siempre es una prueba de fuego para un Gobierno», señala una fuente de la Generalitat.

La cantidad de agua caída, y especialmente la velocidad con la que lo hizo, confiere a esta tragedia tintes de inevitabilidad. Frente a una dana de estas características poco se podía hacer. Sin embargo, el foco de la gestión de la conselleria encargada de la gestión de las emergencias, la de Justicia e Interior, se ha puesto de forma principal sobre la celeridad con la que se emitieron los primeros avisos respecto a la gravedad de la situación. De hecho, se cuestiona que no se activaran los avisos de alerta a la vista de las previsiones de Aemet, que varias horas antes ya advertía de la intensidad del fenómeno meteorológico.

La administración autonómica niega ese dato. Existen unos protocolos, explica, a la hora de aumentar los niveles de alerta que se activan de forma automática en función del nivel de emergencia. La cuenta del 112 en X -antigua Twitter- informa de ese tipo de decisiones. Otra cosa es, claro está, que la información a través de esa red social sea suficiente como para considerar que se trata de un aviso de conocimiento generalizado. La primera alerta telefónica, no obstante, no llegó hasta las 20:11 horas del pasado martes.

Para ese momento, muchos ciudadanos se encontraban ya atrapados en sus vehículos o en vías de las que resultaba imposible salir. El procedimiento de activación de esa alerta arranca de una decisión de la administración autonómica, que debe trasladarla al Ejecutivo central para que se transmita.

«No hay un manual para estas situaciones», señala una fuente consultada por este periódico. Pero el debate que se ha abierto, y la gravedad del terrible balance de esta DANA apunta a una reacción tardía, así como a una comunicación poco eficiente de la situación, a la hora de hacer frente a este terrible episodio meteorológico.

Cronología de una alerta que llegó tarde

Domingo 27 de octubre, a las 13.50 horas, la Aemet emite un aviso especial de fenómenos adversos que advertía de que una dana descargaría con intensidad en la vertiente mediterránea y que el martes 29 sería el día álgido del episodio.

Martes 29, a las 7.31 de la mañana, la Aemet activa un aviso rojo por lluvias para toda la provincia de Valencia.

10.30 horas, la Aemet advierte en redes sociales que el peligro es extremo: «No te acerques a cauces ni ramblas». 

A las 13 horas, el presidente Carlos Mazón comparece y dice que la situación disminuirá de intensidad a partir de las 18 horas

A las 15.00, la Generalitat Valenciana sube la alerta a nivel dos en tres comarcas: Utiel, Requena y La Plana.

A las 19.17, la Generalitat decreta el nivel dos de alerta para toda la provincia de Valencia.

A las 17.30, la Confederación Hidrográfica del Júcar avisa de una situación de «peligro extremo en buena parte de la provincia de Valencia».

A las 20.12, la Generalitat emite un mensaje de alerta a los dispositivos móviles de la población.

Y a las 20.36, la Generalitat solicita la intervención de la Unidad Militar de Emergencias  (UME) en la provincia de Valencia

En resumen, la primera voz de alerta la dio el Centro de Coordinación de Emergencias a las 12:20 horas del martes, cuando avisó en mensaje del aumento del caudal de la rambla del Poyo a su paso por Riba-roja. El cauce estaba acumulando lo llovido aguas arriba, que era mucho -más de 100 litros por metro cuadrado- y el agua ya bajaba con 263 metros cúbicos por segundo. El alcalde de Riba-roja, Robert Raga, había mandado a la brigada al cauce de la rambla a pisar el terreno. «Poca agua pero nos viene mucha desde el barranco de Chiva», decía.

El fin del mundo

A las 16:30 horas empezó a llover con más fuerza. Y así lo registra Aemet. Y en ese momento comenzó el fin del mundo. Un vídeo por guasap a las 17:15 horas de la tarde apuntaba que por la calle Ramón y Cajal de Chiva había más agua de lo habitual. Nada comparado al desastre de Utiel, pero empezaba a no ser normal aquello. Un cuarto de hora después, lo que parecía un simulacro empezó a ser un problema. La calle anegada y el cauce del barranco con mucha más agua de la esperada.

Antes de las 18 horas, el apocalipsis. Aguas bravas, desbocadas, coches arrastrados como baratijas, farolas, bancos, contenedores de vidrio llenos que flotaban como corchos por las calles de Chiva. Destrucción a mansalva. En cuatro horas, de 16:30 a 20:30 horas, casi 350 litros por metro cuadrados. Una salvajada.

Todos, pero sobre todo los más viejos del lugar, saben que todo ese agua acaba abajo, muy abajo, en La Albufera porque la rambla del Poyo no va al mar.

El desastre anegó Cheste, desbordó Ribarroja y expandió las aguas del miedo y la destrucción en los municipios de La Huerta. Y mientras tanto, las carreteras se llenaban de coches, de los que volvían a casa de trabajar, o de comprar o de cualquier otro sitio sin prever que llegaba la mundial. Incluso autobuses con niños porque hubo pueblos que en el epicentro del desastre no suspendieron sus clases.

¿Un exceso de confianza de todos?

En Valencia capital, en las zonas del área metropolitana no llovía y lo que pasaba en Chiva parecía que estaba muy lejos, demasiado lejos como para inundar Massanassa y Catarroja, para llevarse de cuajo una pasarela en Picanya, para dejar un reguero de coches desperdigados con sus conductores tratando de buscar una farola a la que agarrarse o un techo en el que rezaban para que no subiera más el agua. El caos, con los servicios de emergencia sobrepasados y los ciudadanos tratando de salvar el pellejo.

Y a las 20:11 horas de la tarde llegó el mensaje de Protección Civil, con un pitido ensordecedor, como si fuera algo de otro planeta. El mensaje llegó tarde, muy tarde, porque en ese momento miles de conductores ya estaban en una trampa sin salida, en la A-3, en las carreteras de La Huerta, en la V-30, en todos aquellos puntos en los que una lengua de agua y barro engullía todo aquello por donde pasaba.