Los agentes activan la «operación jaula» para localizar al líder de Junts, después de que se haya escabullido entre la multitud
08 ago 2024 . Actualizado a las 19:09 h.El último golpe de efecto teatral de Puigdemont no estaba en el guion de nadie, más que en su propia cabeza: una desaparición al puro estilo Houdini, esfumándose delante de los ojos de todos. Eso sí, después de darse el baño de masas ante 2.000 fieles que deseaba a las puertas del Parlament. Y, sobre todo, después de convertirse en el protagonista absoluto de la jornada de investidura de Salvador Illa, amén de dejar en ridículo a los Mossos d'Esquadra y a los otros cuerpos de seguridad del Estado que tenían la orden de detenerle firmada por el Supremo.
El líder de Junts cumplió, sobre el papel, su promesa de volver del extranjero para la histórica sesión de este jueves, pero no se dejó capturar a las puertas de la cámara, como había dejado entender -de manera tácita- el entorno del huido a los propios Mossos en las conversaciones informales de los últimos días entre ambas partes. Tras esta enorme exhibición de ilusionismo, a los Mossos d' Esquadra solo les quedó activar a primera hora una aparatosa operació gàbia (operación jaula), que, por el momento ha tenido como único resultado grandes atascos en las salidas de Barcelona.
El gran truco empezó tras una intervención de apenas cinco minutos en el acto de «recibimiento institucional» montado por el Consell de la República y al que asistió lo más granado del independentismo de Junts, la CUP, ANC, Òmnium Cultural e, incluso, de ERC. A las 9.04, el expresidente comenzó lo que parecía un paseo hacia el único acceso a la cámara: la puerta del parque de la Ciutadella más pegada a la Estación de Francia. Todo indicaba que, como estaba previsto, el líder de Junts, tras recibir el calor de los suyos, se iba a dejar apresar de manera tranquila por los agentes que custodiaban esa única puerta. Los funcionarios llegaron a desplegarse por el acceso en lo que parecía la última maniobra para la detención porque la comitiva se acercaba a lo lejos. Pero todo era un señuelo.
Para entonces, Carles Puigdemont se había convertido de nuevo en un fantasma. Su transmutación se produjo solo instantes después de abandonar la sombra de cercano Arco del Triunfo, donde se había desarrollado el acto de ensalzamiento de su figura ante unos miles de acólitos. A pesar de que eran centenares de ojos y cámaras los que se posaban sobre la figura del recién retornado, no se sabe bien si el expresidente se escabulló por una trampilla en un lateral del escenario o si, con ayuda de algún doble, se dio a sí mismo el cambiazo en los primeros metros del Passeig de Lluís Companys en dirección al Parlament y desde allí cogió un coche para salir pitando de la zona hacia un piso franco o un lugar seguro. Lo único que parece claro es que el secretario general de Junts, Jordi Turull, con quien llegó al acto de bienvenida, fue el único que desapareció con Puigdemont.
El señuelo de la comitiva
Sea como fuere, se había completado con éxito el enorme número de magia que bien podía haber firmado David Copperfield. Una farsa que tuvo como señuelo la nutrida comitiva que acompañaba al exlíder. Debido a la confusión y al supuesto cordón de seguridad que impedía acercarse al retornado, los medios y los propios asistentes tardaron unos minutos en confirmar que, efectivamente, Carles Puigdemont no estaba ya en ese grupo en el que siguieron como si nada su camino hacia el Parlament el resto de miembros de Junts que participaron en el truco. Entre ellos estaban el presidente del Parlamento Josep Rull, su antecesora Laura Borràs, o los expresidentes Quim Torra y Artur Mas, además de tres centenares de cargos públicos posconvergentes.
Los responsables de la Consellería de Interior empezaron a darse cuenta de que habían caído en un tremendo engaño permitiendo que Puigdemont se dirigiera a los suyos en la creencia de que se iba a «entregar» en el control de acceso a la Ciutadella, cuando la comitiva llegó a allí y allí no estaba el prófugo. Las tres personas más cercanas (casi inseparables) a Puigdemont y miembros destacados de su corte de Waterloo -su abogado Gonzalo Boye, el empresario Josep María Matamala y su jefe de oficina, Josep Lluís Alay- sí que permanecieron en ese grupo hasta el final, lo que aumentó la confusión.
Ahora, las fuerzas de seguridad tratan de reconstruir los pasos de Puigdemont para tratar de averiguar que fue lo que falló en el dispositivo destinado a capturarle.
Medio millar de agentes
La policía catalana, una vez que comprobó a las diez de la mañana que Puigdemont no había entrado al Parlament y que la sesión comenzaba, activó finalmente una operación jaula, pese a que minutos antes había permitido sin ningún problema al huido dirigirse a la multitud, perdiéndole la pista solo instantes después pese a que en la zona había desplegados cerca de medio millar de mossos, muchos de ellos de la Comisaría General de Información.
Responsables del cuerpo reconocieron la mañana de este jueves que había una suerte de pacto con Puigdemont para que su arresto tuviera lugar de «manera tranquila» en el interior del parque, pero todavía fuera del Parlament, de manera que se evitaran incidentes con la multitud, que quedaría fuera del recinto. La creencia en esa promesa, sostienen en los Mossos, es la que les ha llevado a caer en la nueva trampa de Puigdemont.
Aunque no hubo detención, finalmente sí que hubo incidentes a las puertas del Parlamento, cuando varios radicales que había formado parte de esa comitiva que escoltó al fantasma de Puigdemont, intentaron superar el cordón policial y penetrar por la fuerza al interior de la Ciutadella. Los antidisturbios de la Brimo y los Arro del cuerpo autonómico se emplearon a fondo para disolver a los radicales.
Detenidos dos mossos por su presunta implicación en la fuga
Los dos agentes están acusados de colaborar en la huida de Carles Puigdemont tras su reaparición. El primer arrestado es el dueño de un Honda blanco en el que efectuó su escape tras hablar a sus seguidores frente al Parlament. El expresidente catalán abordó el coche que ahora se busca inmediatamente después de bajar del escenario y oculto tras un panel aparcado allí. Se ha perdido la pista del vehículo en el extrarradio de Barcelona. Según fuentes de la defensa de os agentes, hay un segudo detenido.
El primero ha presentado un habeas corpus ante un juzgado de Barcelona, en el que pide anular su arresto y decretar su libertad, al considerar que es ilegal y arbitrario y que vulnera el artículo 17.1 de la Constitución, que garantiza el derecho a la libertad y la seguridad. El habeas corpus es una figura legal por la que cualquier ciudadano puede exigir comparecer de forma inmediata ante el juez para que este determine la legalidad de su detención, lo que debe resolverse en un plazo máximo de 24 horas. Las fuerzas de seguridad investigan la posible intervención de otros mossos.