El Supremo admite que un inocente pasó 15 años en prisión por una doble violación
ESPAÑA
La Sala Penal anula la sentencia 31 años después de que la Audiencia de Barcelona y luego el alto tribunal le condenaran tras confundirlo con un violador múltiple
29 jun 2023 . Actualizado a las 21:54 h.«Quiero que me devuelvan mi honor. Me lo quitaron por la cara». Ahmed Toummouhi ha navegado durante los últimos años como un torbellino oscuro hacia ninguna parte. En 1991 le imputaron una salvaje cadena de violaciones cometidas por otro hombre, le metieron 15 años entre rejas y en el 2006 salió tras cumplir tres cuartas partes de la pena. La Guardia Civil y la Fiscalía, que pidió sin éxito su excarcelación, estaban convencidos de su inocencia casi desde el principio. Pero el Tribunal Supremo no dio su brazo a torcer hasta hoy.
La Sala de lo Penal ha anulado la sentencia de la Audiencia de Barcelona, de septiembre de 1992, que condenó a Ahmed -bereber de Nador, actualmente de 72 años, por dos delitos de violación y dos faltas de lesiones a un total de 24 años de prisión. El alto tribunal ha estimado el recurso de revisión contra la sentencia firme, que se centró en nuevos elementos de prueba como unos informes periciales sobre el semen encontrado en una prenda íntima de una de las mujeres agredidas, y que no se corresponde con los marcadores del recurrente.
Dichos informes, según exponía el acusado en su apelación, se realizaron en 1992 por la Policía Científica de Barcelona pero nunca llegaron a conocimiento del tribunal, pese a ser una prueba admitida que formaba parte del procedimiento, dado que los peritos no acudieron a declarar en la vista oral y la Audiencia de Barcelona no suspendió el juicio para su citación. Triple error: de la Policía, de los peritos y del propio tribunal, garante del procedimiento. Ya en 2015, cuando fue entrevistado por este periódico, Ahmed andaba muy lejos de dominar el castellano para hablar con doble sentido.
Pero un error fatal le ha costado 15 años de cárcel. El condenado inocente es un calco de Antonio García Carbonell, violador múltiple, el primer preso común excarcelado tras la anulación de la doctrina Parot en octubre de 2013. Le acaban de volver a echar el guante por matar a golpes, presuntamente, a una anciana en Girona, apenas cuatro meses después de su puesta en libertad.
La Guardia Civil estaba convencida, y así lo trató de avalar, de que era García Carbonell y no Toummouhi quien, junto a un compinche jamás delatado, asaltaba a parejas en rincones solitarios de Barcelona, Tarragona y Girona para violar a las mujeres con extrema violencia. Pero solo se pudo demostrar en un caso, gracias a una prueba de ADN. «Si García Carbonell hablara, confesara, yo recuperaría mi honor y podría volver a Marruecos», comentó Ahmed hace ocho años.
Retrato robot
Allí vivía Ahmed con su hermano Omar, aunque iba continuamente a la casa de su hijo Khalid, de 36 años y tres hijos, a las afueras de Vilafranca del Penedès. Pasa horas sentado en la alfombra de su comedor, cuida un huerto, se alimenta de patatas y tomates, pasea, reza. «No van a reconocerle jamás su inocencia. Pero al menos que le den papeles para que pueda moverse con libertad. Con mi madre solo hablo en caso de enfermedad... es complicado», confesó en su día Khalid.
Ahmed recaló en Cataluña en 1988, después de sobrevivir cuatro años en Francia como recolector y albañil. En Nador, su mujer y los tres niños aguardaban su dinero. «Pero aquel otoño de 1991 el grifo se cerró de pronto y yo tuve que dejar de estudiar». Con 11 años, Khalid era el hombre de la casa, le tocó trabajar. Su padre se había convertido en un monstruo a ojos de la Justicia que golpeaba y violaba a crías, algunas menores de edad, en presencia de sus novios.
La Guardia Civil tenía un retrato robot y las anchas facciones de Ahmed su cara de cárcel, los ojos hacia dentro guardaban un parecido asombroso con las del verdadero culpable. Analfabeto, con nociones muy básicas de castellano, le pusieron las esposas cuando aquella tarde de noviembre de 1991 entró en su pensión de Barcelona. Al día siguiente, detuvieron a un compatriota suyo, Abderrazak Mounib, vendedor ambulante al que ni siquiera conocía. Las víctimas los señalaron, a los dos, y el juez las creyó. No hubo más pruebas.
La Guardia Civil denunció que las ruedas de reconocimiento estaban viciadas porque antes de celebrarse algunos periódicos publicaron la foto de Abderrazak; porque antes de apuntarles con su dedo, las víctimas los habían visto esposados camino del juzgado con la pinta que a uno se le queda después de pasar un par de noches en el calabozo. Pero les cayeron tres sentencias firmes. A pesar de que las marcas que una de las chicas tenía en su cuerpo eran, supuestamente, de un diente de Abderrazak, y al pobre vendedor de Fez solo le quedaba una muela del juicio. A pesar de que en 1995 hubo más violaciones, idénticas, y las víctimas volvieron a identificar sin ninguna duda a Ahmed, que llevaba cuatro años sin salir de la celda.
Ese año, los investigadores dieron al final con Antonio García Carbonell y fue condenado a más de dos siglos. Pero Ahmed y Abderrazak siguieron dentro. Nadie creía ya que fueran culpables. El guardia civil Reyes Benítez, hombre valiente y honesto, se empeñó en demostrar su inocencia. Consiguió que en 1995 se analizara el pañuelo manchado de semen de una de las víctimas de 1991. Bingo, era de García Carbonell.
Pero solo consiguió que se anulara una de las tres sentencias. A pesar de que la Fiscalía admitía «serias dudas de conciencia». A pesar de que la Generalitat exigió una «salida jurídica rápida». A pesar de que el Supremo reconoció que el «elemento probatorio básico fueron unas dudosas identificaciones», siguieron dentro. Abderrazak murió en su celda en el año 2000 de un infarto. Y hoy, al fin, 32 años después de su detención, Ahmed encuentra justicia después de que el Tribunal Supremo haya reconocido su error.