Aragonès se alegra de haber roto con Junts al hacer balance del ecuador del mandato

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Kike Rincón | EUROPAPRESS

El presidente catalán trata sin éxito de sacar partido a los acuerdos con Pedro Sánchez

21 may 2023 . Actualizado a las 19:20 h.

Hace justo dos años, Pere Aragonès fue investido jefe del Ejecutivo catalán. ERC conquistaba la presidencia de la Generalitat por primera vez desde Josep Tarradellas (1977-80). Las elecciones catalanas del 2021 las ganó el PSC, pero el candidato de Esquerra logró la mayoría absoluta con los votos de Junts y la CUP.

La mayoría independentista más amplia desde la recuperación de la democracia entró en colapso a las primeras de cambio. La CUP pasó a la oposición de inmediato y Junts aguantó en el Gobierno de coalición con ERC poco más de un año. La alianza nacionalista que pilotó el procés saltó por los aires.

Aragonès ha llegado al ecuador de su mandato con el único apoyo parlamentario de su partido (33 escaños de 135), pero fiel al discurso de investidura en el que fijó dos prioridades, por este orden: la gestión del día a día y la cuestión soberanista. En el palacio de la Generalitat hacen un balance «bastante positivo» de la mitad de la legislatura. «Hemos aprobado dos presupuestos», afirman en el entorno del presidente de la Generalitat. El primero salió adelante con los votos de ERC, Junts y los comunes, y el segundo, ya sin los junteros en el Ejecutivo, contó con el concurso del PSC y los comunes. «Estamos mejor solos que con Junts», admiten en el Ejecutivo catalán. Eso sí, esta solitud, que evita las continuas broncas con los socios y el desgaste que ello implica, lleva aparejada una absoluta dependencia del PSC y de Junts para poder sacar adelante votaciones parlamentarias.

En el seno del Gobierno ya no hay peleas, pero estas se han trasladado al Parlamento, donde el Ejecutivo y ERC sudan tinta para aprobar sus iniciativas. El equipo de Aragonès, en cualquier caso, trabaja con el horizonte de completar la legislatura de cuatro años. El presidente aboga por que haya estabilidad en la política catalana.

Todo dependerá de las elecciones generales de diciembre. Un Gobierno central del PP con Vox o una gran coalición lo cambia todo, advierten en el entorno presidencial. De momento, en la Generalitat se muestran razonablemente satisfechos del resultado de la mesa de diálogo puesta en marcha entre el Gobierno central y la Generalitat para buscar una salida a la cuestión catalana. «Los presos están fuera [indultados] y hemos derogado el delito de sedición», se felicitan.

En ERC luchan contra el relato que trata de imponer Junts de que dar apoyo parlamentario al Gobierno en el Congreso a cambio de avanzar en la mesa de diálogo ha sido un fracaso. «No ha servido para nada», afirman los de Puigdemont, a pesar de que también se han beneficiado de los indultos y Clara Ponsatí ha podido regresar cinco años después con una única acusación menor de desobediencia.

Mesa de diálogo

ERC quiere que la siguiente fase de la mesa de diálogo aborde el referendo. Admiten en el entorno de Aragonès que esa negociación será mucho más difícil que la de la reforma del Código Penal. «El PSOE no se mueve», reconocen; «vamos a necesitar ser mucho más decisivos en el Congreso que con los 13 diputados actuales», señalan. Aragonès tiene previsto citar a los partidos catalanes, tras las elecciones municipales, para empezar a discutir su plan de pacto de claridad para acordar un referendo con el Gobierno. Solo los comunes ven con buenos ojos un acuerdo de claridad a la canadiense. Ni Junts ni la CUP le compran la idea. Y el resto de formaciones rechazan una consulta sobre la independencia. Aun así, «seguiremos adelante con la propuesta», apuntan en la Generalitat.

En el entorno presidencial creen que el presidente ya se está consolidando en el cargo, inciden en su perfil más institucional y de gestión, pero creen que va a tener una dura pugna contra el PSC y Junts, que trabajan a su juicio para hacerle la «pinza».