Aragonès reactiva la exigencia del referendo por miedo a un pinchazo electoral de ERC

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

Ernest Maragall, Pere Aragonès y Oriol Junqueras, este domingo, en un acto de la precampaña del 28M de Esquerra
Ernest Maragall, Pere Aragonès y Oriol Junqueras, este domingo, en un acto de la precampaña del 28M de Esquerra Lorena Sopêna | EUROPAPRESS

Sectores de la formación republicana admiten nervios y preocupación ante el resultado de las municipales del 28M, sobre todo en Barcelona

17 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ernest Maragall y Gabriel Rufián, las dos grandes bazas de ERC de cara a las municipales del 28M, no acaban de despegar en las encuestas. El primero es el candidato a la alcaldía de Barcelona y el segundo, a la de Santa Coloma de Gramanet, aunque actuará de reclamo para el conjunto del área metropolitana. Hay nervios y preocupación en sectores del partido, que ven que Maragall corre el riesgo de volver a fracasar en su intento de ser alcalde. Y Rufián podría incluso no conseguir su objetivo —más modesto— de que el PSC no obtenga la mayoría absoluta en Santa Coloma. El hecho de que se presente a las municipales sin renunciar a su cargo de portavoz de ERC en el Congreso no le ayuda.

Existe además el temor a que el electorado se distancie del proyecto republicano por el pacto de Presupuestos con los socialistas y los comunes y se dé por hecho desde el Ejecutivo catalán que la mesa de diálogo con el Gobierno central está amortizada para lo que resta de este año electoral.

Una negociación con la Moncloa que no ha dado los frutos esperados por los de Oriol Junqueras. El presidente de ERC, a pesar de la derogación del delito de sedición, no podrá presentarse a las próximas elecciones ya que sigue inhabilitado; y el fantasma del ingreso en prisión aún se cierne sobre algunos dirigentes del partido en las causas pendientes por el 1-O. Además, Marta Rovira, la secretaria general de la formación que vio despejado el camino para su regreso de Ginebra con la supresión de la sedición, no acaba de tenerlo claro, al estar vinculada por la Guardia Civil con la cúpula de Tsunami Democrático en las investigaciones de la Audiencia Nacional.

En este contexto de dudas de cara al 28M, Pere Aragonès ha reactivado estos días atrás su apuesta por un «pacto de claridad soberanista» a la canadiense. Ha puesto en marcha la maquinaria para que en el plazo de nueve meses pueda tener una propuesta sobre la mesa sobre cómo y cuándo celebrar un referendo de independencia para trasladárselo al presidente del Gobierno.

Los republicanos intentan sincronizar los tiempos de cara a una hipotética nueva investidura de Pedro Sánchez, si le salen las sumas con la izquierda y los independentistas. Dan a entender que ese acuerdo de claridad inspirado en Quebec puede ser la moneda de cambio. Pero no lo expresan de manera explícita, pues se estarían cerrando todas las puertas, ya que el Gobierno ya ha reiterado que no está dispuesto a negociar un referendo. Aragonès busca el revulsivo en las urnas. Y da respuesta a los sectores de su partido y al electorado más independentista que le reclaman que mueva ficha en la hoja de ruta soberanista.

Hasta la fecha, el presidente de la Generalitat ha centrado su mandato más en la gestión y en lo que los nacionalistas llaman reducir los efectos de la represión: indultos y reforma del Código Penal. Pero no había detallado cómo pretende avanzar en su objetivo de ejercer la autodeterminación. Ya ha puesto en marcha su plan, que tiene riesgos. De entrada, puede quedarse solo con su propuesta de referendo a la canadiense. Junts y la CUP no le compran el producto. Carles Puigdemont salió de inmediato a desacreditar el proyecto del Gobierno catalán para fijar la posición en su partido. Y entre los no independentistas, solo los comunes lo ven con buenos ojos. PSC, PP y Cs ni siquiera tienen intención de participar en la mesa de partidos que Aragonès convocará tras las municipales para discutir las propuestas de cada uno.

División en Junts

La negativa de Junts y la CUP mostrará la soledad en la que se encuentra Aragonès, con el único apoyo de ERC desde que el partido de Puigdemont y Laura Borràs salió del Ejecutivo autonómico. Pero puede tener un efecto bumerán para junteros y anticapitalistas si en la reunión de partidos no son capaces de llevar una alternativa más allá de la retórica unilateralista, que todos admiten ya que no es viable.

Los de Puigdemont, además, no están en su mejor momento para presentar una hoja de ruta soberanista, divididos por el caso Borràs. Junts se tensionará en las próximas semanas, con riesgo de escisión: el sector pragmático apuesta por sustituir a la presidenta suspendida del Parlamento catalán y los «lauristas» pedirán que el puesto quede vacante en cuanto la Junta Electoral le retire el acta de diputada y la cese como presidenta de la Cámara. Junts tendrá que acudir, en ese clima de enfrentamiento, a la cumbre sobre el pacto de claridad de Aragonès. Y con el debate en la formación sobre si Borràs tiene que dejar la presidencia y, más de calado, sobre qué camino seguir, si el de la vieja Convergència, que es lo que propone ERC con un referendo pactado, o el radical de Borràs y Puigdemont, que nadie detalla.