António Costa reclama una fachada atlántica desde Galicia hasta el Algarve

Brais Suárez
BRAIS SUÁREZ LISBOA / E. LA VOZ

ESPAÑA

Foto de familia en Lisboa. De izquierda a derecha, Pedro Cateriano, Francisco Botas, Margarita Robles, Marta Betanzos, António Costa, Amancio López, José Luis Martínez Almeida y Mariano Rajoy.
Foto de familia en Lisboa. De izquierda a derecha, Pedro Cateriano, Francisco Botas, Margarita Robles, Marta Betanzos, António Costa, Amancio López, José Luis Martínez Almeida y Mariano Rajoy. RODRIGO ANTUNES | EFE

El primer ministro luso insiste en el Foro La Toja celebrado en Lisboa en la necesidad de invertir en las zonas fronterizas

08 feb 2023 . Actualizado a las 23:34 h.

Este miércoles se celebró en Lisboa la cuarta edición del Foro La Toja. Era también la primera cita fuera de Galicia, donde fue creado en el 2019 para abordar algunos de los temas que marcan la agenda política actual, los retos de futuro y una manera conjunta de afrontarlos desde una defensa de «las democracias liberales», como repetían constantemente los participantes. De hecho, el propio panel de ponentes era un anticipo de una jornada mucho más concentrada en exaltar las bondades del libre comercio y del bloque occidental que de tratar de comprender las dificultades de un mundo cada vez más multipolar.

Marcada por la guerra de Ucrania y con un momento de gran solemnidad en honor a las víctimas del terremoto de Turquía y Siria, el foro transcurrió sin grandes reivindicaciones hasta que el primer ministro portugués, António Costa, en el discurso de cierre, puso en evidencia la debilidad de la frontera entre España y Portugal. Expresó que es necesario apostar por una sólida «fachada atlántica de Galicia hasta el Algarve» y que el reto demográfico solo se puede paliar con fuertes inversiones. «No puede ser que la frontera sea una de las zonas menos desarrolladas de nuestros países; deben ser zonas de gran potencial de desarrollo económico e integración», dijo.

Costa fue conciso sobre las posibilidades energéticas que esperan a ambos países si consiguen unir fuerzas. Se refería a las grandes reservas de litio existentes en ambos lados de la frontera. «Deberíamos tener toda la capacidad de desarrollar una estrategia sobre este recurso», pues «tenemos todas las ventajas para trabajar en conjunto», dijo. En esa línea, alabó la solución ibérica del mercado energético: «En España suelen decir que es muy buena para Portugal y en Portugal se suele decir que es muy buena para España, así que deberíamos entender que es bueno para ambos», ironizó, recordando que consiguió reducir el precio de la electricidad en hasta un 20 %.

Otro de los momentos destacados fue el debate entre la exministra española de Medio Ambiente Isabel García Tejerina (PP), y su homólogo portugués João Pedro Matos (socialista). Este último recalcó la importancia del mecanismo energético por «garantizar la estabilidad de precios asequibles para los consumidores», mientras que García Tejerina insistió en la necesidad de un mercado único y de pura competencia, lo que «favorecería la certidumbre y, en consecuencia, la inversión», que priorizó sobre las garantías a las familias. También acusó al mecanismo de «incentivar el consumo de gas».

Independizarse del gas ruso

Ambos coincidieron en la prioridad de aprovechar los recursos naturales para acelerar la transición energética e independizarse del gas ruso. «La transición es un imperativo económico, ya que la energía fotovoltaica es la más barata», dijo la exministra.

Previamente, los alcaldes de Lisboa, Carlos Moedas, y de Madrid, José Luis Martínez Almeida, compartieron su visión sobre el protagonismo de sus ciudades. Almeida ofreció su experiencia como organizador de las JMJ, que Lisboa acogerá este verano. Además, reclamó mejorar las conexiones ferroviarias entre Lisboa y Madrid. Una línea que no sería «incompatible» ni «excluyente» con el proyecto en marcha para impulsar la conexión ferroviaria desde Lisboa hacia Vigo.

El papel de Portugal y España como dinamizadores de la democracia en Latinoamérica 

Otra de las mesas redondas reunió al expresidente del Gobierno español Mariano Rajoy, al ex primer ministro de Perú Pedro Cateriano, al expresidente brasileño Michel Temer y al ex viceprimer ministro portugués Paulo Portas, que se fijaron en el modelo europeo para evaluar las posibilidades de América Latina de cara a lograr mayores cotas de integración y democracia. Cateriano y Temer insistieron en el papel de España y Portugal como dinamizadores de la democracia en la región latinoamericana, en su calidad de interlocutores con el resto de la Unión Europea.

Mariano Rajoy señaló que toda la región debe formar un frente común y coordinado, tanto a nivel diplomático y de comercio. En ese sentido, apuntó a la enorme polarización como uno de los mayores factores de incertidumbre, pues «son impredecibles, con grandes bandazos en política exterior». Insistió en que, si la integración europea funcionó para lograr paz y democracia, tanto más debería funcionar en una región cuyos miembros son mucho más similares entre sí.

António Costa volvió sobre esta cuestión al cierre del Foro La Toja, expresando que confía en la presidencia española de la Unión Europea, en el segundo semestre del año, para cerrar el acuerdo comercial con Mercosur.

Lo identificó como «una ventana de oportunidad» para crear una gran alianza atlántica. «No hay ninguna región del mundo donde se compartan los valores comunes de historia y cultura tan fuertes como los que existen entre Europa y los países de América Latina», dijo, insistiendo en un esfuerzo de humildad para comprender distintas necesidades y sensibilidades políticas.

Escepticismo de Portugal sobre la posible adhesión de Ucrania a la UE 

El Foro La Toja en Lisboa concluyó con las intervenciones de António Costa y la ministra de Defensa de España, Margarita Robles. Tras un sentido homenaje a las víctimas del terremoto en Siria y Turquía, Robles puso de relieve el papel de las tropas españolas en todo el planeta, muchas de ellas en misiones de paz conjuntas con Portugal. En ese sentido, dijo que ambos países son firmes defensores de la democracia, como ya se demostró en las misiones de Afganistán: «Tenemos mucho que hacer, pero no nos es indiferente, creemos en la igualdad, en la justicia social, en la paz», dijo, recalcando la necesidad de cerrar filas para la victoria de Ucrania.

Sin contradecirla, Costa ofreció una perspectiva mucho más global: «No perdamos la perspectiva», reclamó. «Otros ven esta guerra en Europa como nosotros vemos guerras en zonas lejanas y, ahí, Portugal y España tienen la ventaja de conocer el mundo por vivir en la orilla atlántica», reivindicó.

Desde ese punto de vista, Costa expresó que una posible adhesión de Ucrania y los Balcanes a la Unión Europea alejaría el centro geográfico europeo de la península ibérica. «Lo que no es necesariamente malo, pero hay que ser consciente de las consecuencias», y pasó a detallar las necesidades que tendría el bloque de reformularse en términos administrativos y presupuestarios. Si se produjeran esas incorporaciones, «Portugal pasaría a ser un país rico», dijo, con lo que perdería gran parte de sus recursos. En concreto, el primer ministro advirtió de las enormes repercusiones que tendría para la política agraria comunitaria la inclusión de una de las mayores potencias agrícolas del mundo, como es Ucrania.

«Esperanzas falsas»

«Hemos de cumplir con las expectativas», advirtió, refiriéndose a que la UE no debe crear a Kiev unas esperanzas falsas que aumenten la decepción, «como ya ocurrió con Ankara». Y recordó que las «causas de la involución de Turquía se deben a la frustración por no haberse cumplido las expectativas de incorporación a la UE. «No queremos repetir esa historia, que sería una enorme traición a los ucranianos».