La política exterior se convierte en un arma de doble filo para el Gobierno

P. de las Heras / S. I. Belled / M. Saiz-Pardo MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Pedro Sánchez y Mohamed VI, en su encuentro en Rabat el pasado mes de abril.
Pedro Sánchez y Mohamed VI, en su encuentro en Rabat el pasado mes de abril. MARISCAL | EFE

Marruecos y el envío de blindados a Ucrania tensan la coalición con Podemos

30 ene 2023 . Actualizado a las 14:22 h.

Los vídeos de Pedro Sánchez en la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos se expandieron hace diez días de forma casi viral en los círculos progresistas. «¿Cómo podemos pedir a los ciudadanos que aguanten un poco más ante la inflación cuando algunas grandes compañías pagan cero impuestos gracias a los paraísos fiscales y los agujeros en la regulación internacional (.) Sabéis que el sistema no es justo, que está lleno de desigualdades y que es hora de arreglarlo», dijo ante la élite empresarial y política reunida en la localidad suiza. Minutos después, el presidente de la entidad organizadora, el exministro de Exteriores noruego y miembro del partido conservador Børge Brende, se lanzaba a ensalzar ante el auditorio el crecimiento económico (un 5,5 % en el 2022) y las reformas llevadas a cabo en España.

El presidente del Gobierno regresó a Madrid convencido de su éxito. Y el episodio sirvió para reforzar la hipótesis con la que se trabaja en la Moncloa respecto a los beneficios de la imagen que Sánchez se ha labrado en el exterior. Pero en casa la estrella de Sánchez no refulge con la misma intensidad.

No solo los partidos de la oposición ponen peros a su gestión. Sus propios socios y aliados parlamentarios, que a cuatro meses de las municipales del 28 de mayo buscan sacudirse el cartel de meras comparsas del PSOE, se esforzaron el pasado miércoles en bajar al jefe del Ejecutivo a la realidad de muchos españoles. No es que no aplaudieran su discurso. «Parecía Che Guevara con corbata», ironizó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián.

Asuntos divisivos

Otras dos cuestiones han vuelto a poner de manifiesto que la política exterior puede ser un arma de doble filo para el Ejecutivo: el envío de blindados Leopard a Ucrania y la reunión entre España y Marruecos el 1 y el 2 de febrero en Rabat, la primera desde el 2015. Los socialistas entienden que lo primero sitúa a España en el lugar donde debe estar, en la defensa de la democracia europea frente a Putin, y que lo segundo debe ser entendido como un logro de la diplomacia ante un vecino complicado.

Unidas Podemos siempre se ha opuesto al envío de armamento a Kiev con el argumento de que solo serviría para alimentar el conflicto. El mismo miércoles el portavoz de IU, Enrique Santiago, adujo que falta una voz en la UE «dispuesta a liderar una iniciativa de Paz» e instó a Sánchez a convertirse en esa voz durante la presidencia europea. La decisión, en todo caso, no debe pasar ni por el Consejo de Ministros ni por el Congreso, donde también contaría con la oposición de aliados como ERC y Bildu.

La cumbre en Rabat, después de que Sánchez rectificara en marzo la posición española sobre el Sáhara Occidental y ordenara votar a los suyos en contra de la iniciativa del Parlamento Europeo que la pasada semana reprobó a Marruecos por su política represiva contra periodistas críticos, es harina de otro costal.

El rechazo del Congreso al giro histórico del Ejecutivo es unánime. El PSOE, sin embargo, apela a la real politik. El propio Sánchez defendió hace cuatro días que sus cesiones han valido la pena apelando a dos datos: «En el 2022 el comercio ha crecido hasta los casi 10.000 millones de euros, un 33 % más que el año pasado, y los flujos migratorios, a diferencia de lo que está ocurriendo en otras rutas, se han reducido en un 2 5%», dijo cuando aún colea la tragedia de la valla de Melilla en la que el 24 de junio murieron al menos 23 personas.

España entregó a 17 países más de 280 millones, sin apenas supervisión, para combatir la inmigración irregular 

La visita tardía de Sánchez a Mohamed VI al entrar en el Gobierno y el asfixiante verano de 2018 en el litoral gaditano preludiaron la mayor ayuda directa jamás entregada por España para luchar contra la inmigración irregular. 32,3 millones de euros gastados «íntegramente en dietas e incentivos personales». Aquel encontronazo con Rabat cambió el curso de este cauce de subvenciones nacido en el 2007, vía real decreto, y que tiene «como objetivo prioritario la prevención». Una línea de ayudas, cuyo fin de gasto es opaco, por la que se han concedido más de 280 millones.

Desde la India o Pakistán, que gastaron poco más de cuatro millones en el 2008 junto a Níger, Gambia, Ghana, Guinea, Costa de Marfil, Nigeria, Guinea Bissau, Mali, Senegal y Mauritania, han sido 17 territorios los que han recibido dinero hasta el 2022. La ejecución presupuestaria fue creciendo entre 13,5 y 15 millones al año, contando los 10 millones que se lleva el servicio de guardacostas mauritano cada ejercicio para gastar en carburante, mantenimiento y/o dietas, y otros tres de Senegal.

El gran cambio llegó con los 32,3 millones de Marruecos. Las resoluciones que son públicas comienzan en el 2016 y los importes totales concedidos encajan con la ejecución presupuestaria facilitada por Interior, exceptuando el caso del 2021.

Pedro Sánchez rompió con la tradición de visitar el país vecino en su primer viaje oficial como presidente del Gobierno y cuando él y Mohamed VI cuadraron sus agendas, en noviembre del 2018, las llegadas de inmigrantes irregulares se habían duplicado respecto al año anterior (de 25.786 a 59.048).

Al término de aquella reunión, Sánchez presentó a España como el «principal socio valedor» de Marruecos ante la UE. El año siguiente el Gobierno autorizó la aplicación del Fondo de Contingencia para financiar un suplemento de crédito de 30 millones para el Ministerio del Interior. Con ellos se aprobó una ayuda de 32,3 millones para Marruecos que se destinó «íntegramente al abono de dietas e incentivos personales» de las autoridades marroquíes. A final del 2019, los inmigrantes irregulares que atravesaron las fronteras españolas eran la mitad que el año anterior.

La última gran ayuda entregada por esta vía fue aprobada por el Consejo de Ministros en octubre del 2022, en vista de «la necesidad de apoyar los esfuerzos del Reino de Marruecos para hacer frente a la presión migratoria». Fue concedida en noviembre. Cinco meses después del salto en el Barrio Chino de Melilla, donde los agentes marroquíes actuaron con dureza y que dejó entre 23 y 37 muertos.