El terrorismo yihadista sigue al acecho

José Julio Fernández CENTRO DE ESTUDIOS DE SEGURIDAD

ESPAÑA

A.Carrasco Ragel | Efe

26 ene 2023 . Actualizado a las 22:15 h.

De nuevo una prueba más de la amenaza permanente, difusa y capilar del terrorismo yihadista. Esta vez nos ha impactado cerca, tanto a nivel geográfico como cultural y emocional, lo que alimenta la desazón y la rabia. ¿No es posible realmente evitar estos atentados? La forma de proceder ya la conocíamos, y también la etiología y la operativa empleada. Un individuo radicalizado que pasa a la acción violenta por un impulso psicológico todavía un tanto desconocido para la ciencia; como arma, un utensilio en cierto modo cotidiano y fácil de conseguir, lo que acrecienta el temor de la ciudadanía; cierta facilidad de movimiento y de ejecución (a pesar de que el atacante estaba «en el radar» de la policía); y objetivos blandos en un lugar que permita mayor visibilidad al atentado (dos iglesias). Todo eso no es nuevo y a pesar de ello ha ocurrido. Así sucede todas las semanas en otras partes del mundo, donde el yihadismo sigue activo sembrando la muerte, más atemperado tras el declive del Daesh, pero todavía con recursos y con apoyos geopolíticos de algunos países de cultura musulmana. Se trata de un terrorismo diferente a todos los otros cuya erradicación es de momento imposible.

Hay que mantener el esfuerzo securitario, pero completado con un fortalecimiento democrático que sirva para imponerse a esos extremistas en el discurso de las ideas y así reducir su capacidad de reclutamiento. Las políticas sociales deben servir para mantener la igualdad y la integración de todas las personas, aunque es razonable exigir en todo caso un compromiso con nuestros valores nucleares. Todos estos esfuerzos deben ser permanentes y continuos, no moverse solo a golpe de noticias o actualidad.

El lío jurídico que hay detrás de esta acción es relevante porque el terrorista estaba pendiente de ser expulsado desde junio del 2022. La lentitud de la burocracia acrecienta la amenaza yihadista. También la falta de voluntad política de controlar de forma más eficiente las fronteras. No se trata obviamente de criminalizar a ningún colectivo, sino de conformar un Estado de derecho serio y sólido, que vele por una mejor convivencia y por conseguir un razonable nivel de seguridad ciudadana. Muchos dirán frases ampulosas estos días, pero la semana que viene ya se pondrán de perfil.

Lo que persiguen estas acciones es infundir terror y condicionar las decisiones públicas. No lo podemos permitir porque sería su victoria. Por ello, hay que enfatizar nuestra defensa de la democracia, la tolerancia, la inclusión y la libertad, sobre todo la libertad religiosa, esencial para construir una sociedad plural y participativa. Y también hay que recordar al sacristán asesinado, mártir para la Iglesia católica e igualmente muerto por la libertad. Su recuerdo permanecerá mientras no lo olvidemos: Diego Valencia.

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José Julio Fernández Rodríguez. Centro de Estudios de Seguridad (CESEG) de la USC