La policía afirma que el yihadista actuó solo en Algeciras tras autoadoctrinarse

M. SAIZ-PARDO / J. CANO / M. BALÍN MADRID | ALGECIRAS / COLPISA

ESPAÑA

ATLAS TV

Yasine Kanjaa, con antecedentes psiquiátricos, no estaba siendo vigilado

27 ene 2023 . Actualizado a las 14:41 h.

¿Un desequilibrado yihadista o un yihadista desequilibrado? Esta es la pregunta que ahora tratan de responder los investigadores de la Comisaría General de Información, pero, en cualquier caso, la presunta enfermedad mental de Yasine Kanjaa no cambia el rumbo de una investigación que, cada vez más, apunta a un atentado integrista tras un proceso exprés de autoadoctrinamiento de una persona ya trastornada.

La tesis principal con la que trabajan los servicios antiterroristas de la Policía Nacional es que este ciudadano marroquí, con antecedentes psiquiátricos y algunos altercados previos en Tánger por su carácter inestable, cuando no violento, actuó sin ayuda en los ataques de la tarde del miércoles en Algeciras (Cádiz) que acabaron con la vida de Diego Valencia, sacristán de la iglesia de La Palma, y dejaron malherido a Antonio Rodríguez, párroco de la capilla de San Isidro.

O sea, que Kanjaa sería un «actor solitario», en argot policial; un «lobo solitario», en el argot periodístico. Por el momento, los agentes tampoco han encontrado indicio alguno de que Kanjaa, nacido hace 25 años en una localidad cercana a Tánger, haya tenido contacto con grupos o personas extremistas a través de internet y, mucho menos, que haya recibido directrices externas.

Ningún documento integrista

En el piso patera que el sospechoso ocupaba en la calle Ruiz Ragle, en el centro histórico de Algeciras y muy cerca de las iglesias donde atacó, la Policía Nacional encontró la funda del machete de 45 centímetros de hoja, pero no se hallaron más armas ni ningún documento en soporte papel de corte integrista. Aunque quedan por estudiar, no obstante, varios pendrive y el móvil del arrestado, los analistas del Ministerio del Interior creen que pudo radicalizarse a través de redes y de internet. No obstante, solo el estudio forense de esos dispositivos podrá confirmar qué páginas visitó y qué documentos o vídeos pudo visionar.

Ese análisis se demorará todavía unos días, por eso la Policía Nacional solicitó ayer al juez del caso, el magistrado de refuerzo del Juzgado Central 6 de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea, prorrogar la detención de 72 a 120 horas, por lo que no pasará a disposición judicial hasta el próximo lunes.

Los dos compañeros de la infravivienda de Yasine Kanjaa, que ya fueron interrogados por los agentes, revelan que la radicalización del detenido se produjo hace solo dos meses y de una forma contundente. De un día para otro dejó el alcohol, el hachís y el tabaco y comenzó a rezar continuamente y a reprender a los musulmanes de su entorno por su supuesta falta de ortodoxia.

Incluso —apuntan fuentes de la investigación— en las últimas semanas tuvo un altercado en la mezquita por su extremismo y modos violentos. Sin embargo, este cambio pasó inadvertido a los servicios policiales. Kanjaa, como tantos otros simpapeles que viven en infraviviendas del centro de Algeciras, estaba bajo el radar de la policía por sus trapicheos y sus altercados con sus paisanos, pero nunca por yihadismo. Interior negó taxativamente hoy que estuviera bajo vigilancia por su extremismo.

Tampoco tenía antecedentes penales por delitos comunes ni ningún servicio policial de los llamados países «aliados» en la lucha contra el terrorismo islámico, incluido Marruecos, había alertado de su posible extremismo, por lo que no había motivo para que fuera monitorizado por los servicios de Información. Eso sí, el supuesto yihadista sí que estaba fichado.

El 16 de junio del 2022, la Policía Nacional lo identificó por primera vez en las calles de la misma localidad gaditana en la que atentó. Se le abrió un expediente de expulsión, según su ficha policial, pero no se ejecutó la deportación. Es más, los documentos policiales recogen que ni siquiera llegó a pisar un centro de internamiento de extranjeros (CIE), paso previo a la expulsión. No era la primera vez que el supuesto terrorista intentaba entrar en Europa. En agosto del 2019, fue deportado a su país desde Gibraltar por entrar ilegalmente en el Peñón en una moto acuática junto a dos adultos y un menor.

«Salafismo yihadista»

Sea como fuere, el juez Gadea, a la espera de recibir más informes, por el momento no tiene dudas de que se trata de ataques de motivación integrista, más allá de los posibles desequilibrios del detenido. En el auto de registro del domicilio, el instructor califica los hechos como un «delito de asesinato y otro de lesiones con instrumento peligroso con fines terroristas». Relaciona la acción de Yasine Kanjaa al «salafismo yihadista, siendo la intención de alterar la paz pública mediante la ejecución de actos de terror, lo que habría podido motivar la actuación criminal», explica el magistrado.

El sacerdote superviviente: «Iba a por mí, pero se equivocó y atacó al sacristán»

El padre Rubén estaba a punto comenzar la misa de las siete cuando habló con él por última vez. «Estoy pendiente de una llamada de mi hija por si ingresamos a mi mujer», le dijo su sacristán, Diego Valencia (65 años), con el que compartía desde hacía ocho años el día a día de la iglesia de La Palma. Veinte minutos después, Yasine Kanjaa entró en el templo armado con un cuchillo de grandes dimensiones que provocó la estampida general. Todos menos Diego Valencia. «Durante la misa vi a dos feligresas a las que tenía que dar un comunicado, por lo que, al terminar, fui a hablar con ellas a la sacristía. Esos cinco segundos son los que a mí me salvaron y a él [el agresor] le hicieron equivocarse», relata el padre Rubén.

Diego vestía de monaguillo durante la eucaristía, por lo que todo apunta a que lo confundió con el cura. El sacristán recibió «el primer machetazo» en el patio de la iglesia. Lo alcanzó en la espalda. «Mi instinto fue correr y llamar a la policía. Un minuto, eso tardé. Cuando bajé, Diego ya estaba muerto», relata emocionado.

«Él iba a por mí. Esos cinco segundos con las feligresas, que es lo que tardé en salir de la sacristía, me salvaron», dice el párroco, que destaca que «Diego se enfrentó al agresor para defender lo sagrado, para defender el templo, para defender su trabajo. Eso hay que ponerlo en negrita», concluye el párroco.