El Gobierno de Sánchez insiste en que el secesionismo está más débil que nunca

Mercedes Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Pedro Sánchez, Enmmanuel Macron y Pere Aragonès, el jueves en Barcelona en la recepción previa a la cumbre hispano-francesa
Pedro Sánchez, Enmmanuel Macron y Pere Aragonès, el jueves en Barcelona en la recepción previa a la cumbre hispano-francesa David Zorrakino | EUROPA PRESS

Justifica el fin del «procés» en la profunda división del independentismo

21 ene 2023 . Actualizado a las 10:08 h.

Es un arduo tira y afloja el que mantienen el Gobierno de Pedro Sánchez y el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, respecto a si el procés ha terminado, como defiende el primero, o no, como asegura el mandatario catalán.

Sánchez se escuda en la división de los secesionistas para dar por finiquitado el desafío al Estado y presume de que la política de apaciguamiento ha funcionado y que la Cataluña de ahora no tiene nada que ver con la del 2017 de Mariano Rajoy cuando las empresas huían de la comunidad en busca de seguridad jurídica. Ahora, mantienen desde la Moncloa, las preocupaciones son más por el crecimiento económico y la creación de empleo.

A las palabras de Sánchez se sumó ayer el ministro de Cultura y ex primer secretario del PSC, Miquel Iceta, quien considera que el independentismo fracasó en su manifestación del jueves contra la cumbre hispano-francesa, por la baja afluencia (unas 6.500 personas) y por la fractura del secesionismo hecha patente con los gritos de «traidor» o «vuelve a la cárcel» al líder de Esquerra, Oriol Junqueras, después de airear que todos los partidos y formaciones cívicas se habían unido para la protesta. La realidad chocó con la utopía. «Se pegaron un tiro en el pie», valoró Iceta ayer en una entrevista en Onda Cero.

Según el titular de Cultura, «el independentismo está más débil y dividido que nunca». Para Iceta, también el procés ha terminado y recordó que el primero en proclamarlo fue otro Sánchez, Jordi Sànchez, expresidente de la ANC condenado por el Tribunal Supremo. Efectivamente, fue el también ex secretario general de JxCat quien afirmó ya el pasado 8 de octubre que «el procés, definitivamente, se ha cerrado». Lo dijo tras la decisión de Junts de romper el Gobierno de coalición con ERC y pasar a la oposición en contra de su criterio de que los posconvergentes se mantuviesen en la Generalitat.

Iceta admite que el independentismo no ha desaparecido, pero alardea de que sí «ha abandonado la vía unilateral» que en el 2017 desembocó en el referendo ilegal del 1-O. Y niega que se vaya a convocar otra consulta como reclama Esquerra en la mesa de diálogo. «No cabe en la Constitución», justifica.

También el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, responsable de la mesa de diálogo, aseguró ayer que la protesta del jueves representó la Cataluña del pasado, «la de la crispación, división y conflicto frente a la del futuro, los grandes acuerdos, el diálogo, las grandes inversiones y oportunidades».

En cambio, en el independentismo nadie —excepto Jordi Sànchez— quiere admitir que el procés ha terminado, ni siquiera los dirigentes de ERC, que han aparcado la unilateralidad y han apostado por el diálogo con el Gobierno. El presidente de los republicanos, Oriol Junqueras, acusado de traidor por los de Junts en la manifestación del jueves en Barcelona, asegura que comprende el malestar en una parte del nacionalismo porque no han consumado la secesión. Elude el enfrentamiento con los de Puigdemont, pero no niega lo evidente, la división. Más bien es consciente de que un sector busca fomentar las desavenencias en el secesionismo, por lo que considera que es trabajo del independentismo evitarlo. La proximidad de las elecciones municipales del 28 de mayo tampoco ayuda a un clima de amistad entre ERC y Junts.

Entretanto, el Gobierno insiste en sus guiños a los catalanes. «Que el primer tratado de cooperación con Francia se llame Tratado de Barcelona es una muestra de respeto, consideración y admiración a la ciudad», recalcó Sánchez el jueves.

Feijoo pide perdón a Macron por el desaire de Aragonès 

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, pidió ayer disculpas al presidente de la República de Francia, Emmanuel Macron, por el «desaire» y la «descortesía» del mandatario catalán, Pere Aragonès, al himno durante la cumbre hispano-francesa, al tiempo que censuró que este comportamiento haya sido «aceptado» por el Gobierno español con naturalidad. «Me gustaría que volviésemos otra vez a la política seria, al reconocimiento de las instituciones y a que cuando viene un presidente o un primer ministro a Cataluña lo correcto y lo cortés es recibirlo con cordialidad, amistad y decoro», declaró el líder de la oposición.