La nueva aritmética electoral de Sánchez para dejar a Feijoo sin aliados

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Sánchez y Feijoo, en una reunión en La Moncloa
Sánchez y Feijoo, en una reunión en La Moncloa SERGIO PEREZ | EFE

Ferraz cree que puede gobernar aunque pierda si el centroderecha no suma

20 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijoo, lanzó su primera propuesta de pacto al del PSOE, Pedro Sánchez, incluso antes de asumir de forma oficial el bastón de mando en Génova cuando los socialistas intentaban abortar el pacto de los populares con Vox en Castilla y León. «Que gobierne la lista más votada siempre», lanzó Feijoo al debate público.

La propuesta, que ya se había esbozado en el 2014, cuando Mariano Rajoy aún tenía mayoría absoluta y podía haberla adoptado de forma rápida como le pedían los alcaldes y presidentes autonómicos de su partido, nunca salió adelante, a pesar de que en esos momentos la demoscopia sonreía al PSOE.

En Ferraz, la hoja de ruta es otra bien distinta. Los estrategas de Sánchez son conscientes de que a Núñez Feijoo no le sobran partidos en los que apoyarse. Con Ciudadanos camino de la extinción, a su derecha solo queda Vox, un partido cuyas ideas más radicales chocan con la esencia del PP en materias como la relación con Europa. El líder popular ha intentado acercarse al PNV desde el verano, pero sin demasiado éxito. En Génova son conscientes de que los nacionalistas vascos son cada vez más suspicaces con la política de alianzas de Pedro Sánchez y que están llegando a un punto en el que Bildu puede ocupar el mismo lugar que ellos en la aritmética parlamentaria —los primeros tienen seis escaños y los segundos cinco— y que, incluso, podrían propiciar un cambio de alianzas en el País Vasco, donde los socialistas no paran de perder apoyos electorales, pero siguen siendo imprescindibles para formar gobierno.

Así, los socialistas han ido repartiendo prebendas a ambos partidos en función de la estrategia parlamentaria de cada momento. En la última semana, por ejemplo, selló con el PNV nuevas inversiones por valor de 80 millones de euros y la prórroga del nuevo cupo vasco, con el traspaso de algunas pequeñas competencias hacia Ajuria Enea, mientras que con los de Arnaldo Otegi se comprometía a transferir la gestión de los nuevos tributos a la banca ya desde el próximo año. 

Diputados, no votos

Esa gestión es el ejemplo de la nueva estrategia parlamentaria del PSOE. La coalición Frankenstein, como la bautizó Alfredo Pérez Rubalcaba poco antes de morir, que acabó con la presidencia de Mariano Rajoy podría multiplicar su número de integrantes después de los comicios del próximo año, si se hace caso a las encuestas publicadas. Keydata realiza el cálculo de la media de todas ellas cada semana y, aunque por el momento la suma del centroderecha entre PP y Vox sigue estando por encima de los 176 diputados que fija la mayoría absoluta, el PSOE confía en que la movilización del electorado de izquierdas sea suficiente para que esa cifra sea inalcanzable para ambos partidos. Y ahí es donde Pedro Sánchez podría aspirar a gobernar sin ser siquiera la fuerza más votada, como ocurrió en las dos últimas citas con las urnas.

Ese nuevo Frankenstein partiría de la cifra más baja de escaños de un partido en el Gobierno, ya que todos los sondeos sitúan a los socialistas en el entorno de las cien actas, veinte menos de las que tiene en estos momentos, mientras que Unidas Podemos se quedaría alrededor de 25, diez por debajo de las obtenidas hace justo tres años.

Eso obligaría a contar con el apoyo de todas las demás fuerzas presentes en el Congreso para sumar los casi medio centenar de votos necesarios para llegar a los 176 precisos para la investidura. Y en esa operación habría que sumar el sí de Esquerra, de Junts y de la CUP —enfrentados entre ellos en Cataluña—, del PNV y de Bildu —rivales por la hegemonía en el País Vasco—, el del BNG, los regionalistas cántabros de Miguel Ángel Revilla, y Teruel Existe, que ya apoyaron a Sánchez en la anterior legislatura y en casi todas las votaciones clave, pero también de Coalición Canaria y de los posibles partidos localistas que logren acta, como Soria Ya.

Guiños a Coalición Canaria con el transporte y un posible apoyo en las autonómicas

Si la fragmentación de escaños se mantiene en parámetros similares a los del 2019, la llave de la gobernabilidad de España podría quedar en manos de Coalición Canaria, que ha mantenido un contradictorio comportamiento en la última legislatura. Así, sus dos representantes han votado de forma contrapuesta durante los últimos tres años. Mientras que el electo perteneciente a Nueva Canarias, Pedro Quevedo, apoyaba de forma incondicional al Gobierno, Ana Oramas, del sector más tradicional del partido, se convertía en uno de los principales azotes de la política de concesiones a los nacionalistas catalanes de Sánchez.

Ahora, ambos han cedido sus actas y el PSOE ha aprovechado para acercar posturas con un grupo que podría encuadrarse en el centroderecha y ser uno de los potenciales socios de Feijoo. Así, pese a no necesitar sus votos para sacar adelante los Presupuestos, han negociado con ellos una generosa partida de 81 millones de euros para sufragar el transporte público en las islas Canarias durante todo el próximo año.

Pero los socialistas guardan una carta más en la manga: el control del Ejecutivo autonómico canario. En estos momentos, el presidente es el socialista Ángel Víctor Torres, pero las encuestas dan un escenario abierto donde no habrá mayoría absoluta y CC estaría deseando recobrar la presidencia, sobre todo si es primera fuerza. Ese apoyo podría llegar del PSOE, que así tendría pactos con tres partidos clave: CC, el PNV y Esquerra. Y dejaría a Núñez Feijoo sin aliados.