El secesionismo exhibe en el 1-O su división: ni Aragonès va a la protesta ni restituye a Puigneró

M. Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Gritos reclamando la dimisión del presidente y el Gobierno en la marcha independentista

02 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La división del independentismo catalán que esta semana se vivió en el Gobierno autonómico entre ERC y Junts, que llevó al presidente Pere Aragonès a destituir a su vicepresidente, Jordi Puigneró (JxCat), por «pérdida de confianza», quedó patente también en los actos por el quinto aniversario del referendo ilegal del 1-O, para el que días atrás preparaban una acción de todo el Ejecutivo y que tuvieron que suspender.

Mientras el dirigente republicano hacía ayer un llamamiento a la unidad independentista en torno a la propuesta que lanzó en el Parlamento para lograr un referendo pactado con el Estado e inspirado en un «acuerdo de claridad», la llamada vía canadiense, —«la antítesis» del 1-O, según Quim Torra—, los manifestantes que se concentraron ayer en la plaza de Sant Jaume, en Barcelona, gritaban: «Aragonès, dimisión». Eran los seguidores de la ANC, donde su presidenta, Dolors Feliu, proclamaba: «Hay que preparar un nuevo embate para hacer la independencia» y si los partidos secesionistas no se suman «habremos de encontrar nuevos caminos para hacerlo» Feliu les echó en cara a las formaciones políticas que se «hayan acomodado en las instituciones». «Ellos están divididos, nosotros no», presumió.

Aragonès, quien no asistió a la posterior concentración de entidades independentistas organizada por el Consejo para la República, ANC, Òmnium, la Intersindical, AMI y la Cámara de Comercio de Barcelona, adoptó una papel que en principio parecería más institucional: un discurso oficial desde el palacio de la Generalitat, pero que en la práctica no dejó de ser un intervención partidista del presidente de todos los catalanes dirigida solo a una parte. 

«Lo volveremos a hacer»

En su alocución, Aragonès defendió: «Lo volveremos a hacer posible para dar respuesta a la amplia, sólida y transversal mayoría de la ciudadanía de Cataluña que quiere decidir en libertad el futuro del país». Volvió a echar mano del «hay que poner fin a la represión», para atacar al Gobierno central. Pero también aprovechó para reclamar unidad al independentismo. «Tenemos que volver a encontrarnos. Volver a trabajar en positivo en aquello que nos une de forma incuestionable. En aquello que hoy todavía despierta todo nuestro orgullo», afirmó.

Los posconvergentes dieron 72 horas al presidente para llegar a un acuerdo. Su propuesta, de acuerdo a ERC, tiene cuatro condiciones: restituir a Puigneró y fijar un calendario para los tres puntos que considera que se están incumpliendo del acuerdo de investidura (una dirección estratégica independentista, replantear la mesa de diálogo y unidad de acción en el Congreso), informa Colpisa.

El plazo acaba hoy sin visos de alcanzarse la paz. Junts anunció una consulta a sus militantes para decidir la salida de la Generalitat. Será el 6 y 7 de octubre. El presidente de la Generalitat rechazó ya la restitución de Puigneró como vicepresidente. En una entrevista en La Vanguardia, afirmó que es evidente que la propuesta de Junts está pensada para no llegar a ningún acuerdo. La pelota pasa del tejado de Junts a ERC y viceversa según las horas. 

La autoría del 1-O

El jefe del Ejecutivo instó a sus socios a que tomen una decisión rápida: «Y, si no lo hacen, la tomaré yo», advirtió. Pero la presidenta de JxCat, Laura Borràs, entiende que la oferta de su partido es «asumible» y que todavía hay tiempo para llegar a un acuerdo para no romper la coalición. Ninguno quiere quedar como el autor de esa fractura.

ERC y Junts también se disputan la autoría del 1-O. El presidente de Esquerra, Oriol Junqueras, reivindicó ayer que su partido fue el principal artífice de la organización del referendo. Las formaciones nacionalistas se le echaron encima. «Ya basta de hacer partidismo con el 1-O. El 1-O es de toda la gente, de los partidos, de las organizaciones y de toda la gente que se organizó para poder votar», le recriminó la CUP. Carles Puigdemont, de Junts, aseguró, por su parte, que fue «un referendo de la gente, del país entero».

El verdadero choque de fuerzas se vivió en la calle. En la concentración de Barcelona, los manifestantes increparon a los partidos y al Gobierno de coalición: «¡Viva Cataluña, fuera el Gobierno», «¡Puigdemont, nuestro presidente!». A la expresidenta de la Cámara, Carme Forcadell, (ERC) le costó articular su intervención por la bronca del público. El ambiente hostil contra Aragonès llegó a Gerona, donde se quemó una imagen del «traidor». 

Salida del Gobierno

Carles Puigdemont, en videoconferencia desde Bélgica, llamó a la unidad, defendió que el referendo ya se hizo y no es necesario otro y pidió al Gobierno catalán ponerse «al servicio» del mandato del 1-O. Pero también amenazó a Aragonès con desbordar al Ejecutivo si no avanza en el proceso independentista. Los votos que le «permiten gobernar» «vienen de este desbordamiento democrático» que demostró el independentismo el 1 de octubre del 2017, le espetó. En fin, un empujón a Junts para que deje el Gobierno.

Los partidos no secesionistas instan al Ejecutivo autonómico a pedir perdón 

c. reino

El independentismo celebró ayer el quinto aniversario del 1-O con menos asistencia que otros años. La otra mitad de la sociedad catalana, la no secesionista, ignoró por completo la jornada reivindicativa. Los partidos no secesionistas se mostraron muy críticos con el movimiento independentista y con el Gobierno catalán, al que reprocharon sus disputas internas en plena crisis de inflación.

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, dijo que el Ejecutivo catalán es un «estorbo» para Cataluña porque, a su juicio, está únicamente centrado en la crisis entre ERC y Junts, en vez de ocuparse de los problemas de los catalanes. El Gobierno catalán está «ausente y en tiempo de descuento» y en una «pelea permanente», denunció. En el quinto aniversario del 1-O, Illa cargó contra el «error» que, según él, fue el procés, que no ha «traído nada bueno», dijo.

Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, fue más duro y lamentó que los «golpistas» sigan sin pedir perdón a los catalanes por liderar un «movimiento insurreccional antidemocrático».Carrizosa criticó también al PSOE por tener de socios a los precursores del referendo ilegal.

El presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, mientras, pidió al independentismo que respete la convivencia entre los catalanes, que deje de «tomar el pelo» a la ciudadanía y se centre en combatir la inflación. Añadió que la jornada debe servir para hacer balance de lo que ha pasado desde entonces y de las «consecuencias nefastas que tiene para Cataluña el desarrollo de un proyecto populista y divisivo» como a su entender es el independentismo.