La reforma fiscal mantuvo la tensión entre el PSOE y Unidas Podemos hasta el último minuto

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, esté jueves en el Congreso.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, esté jueves en el Congreso. FERNANDO ALVARADO | EFE

El partido morado eleva la presión sobre los socialistas ante los que pueden ser los últimos presupuestos de la legislatura

30 sep 2022 . Actualizado a las 09:07 h.

Las diferencias entre los socios del Gobierno en torno a las medidas fiscales se mantuvieron hasta el último segundo. Unidas Podemos llegó a desmentir a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando anunció que había acuerdo pocos minutos antes de la rueda de prensa. Al final, hubo consenso in extremis en una reforma que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijoo, consideró «decepcionante y escasa». Lo ocurrido es un reflejo de la tensión entre el PSOE y Unidas Podemos que, aunque no se trasluce en público, se encuentra en niveles máximos. Los morados tratan de impedir que el sector socialista se arrogue la autoría de medidas que ellos habían propuesto con anterioridad, como el impuesto a los ricos.

La constatación de que los Presupuestos del 2023 serán los últimos de la legislatura ha llevado al partido morado a elevar la presión al PSOE. La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, poco dada a expresar las diferencias en público, dejó claro esta semana que están «muy lejos» de un acuerdo en los cuentas públicas.

En Unidas Podemos son conscientes de que, una vez aprobados los Presupuestos del próximo ejercicio, Pedro Sánchez tendría manos libres para acabar la legislatura, incluso en el caso de que se produjera un improbable divorcio entre los dos socios. De ahí que estén forzando la máquina. Esa tirantez se demostró en cuestiones como el compromiso de Sánchez de aumentar el gasto militar a pesar de la férrea oposición de Unidas Podemos, que se salvó con el artificio de que ese aumento se incluya en los Presupuestos a través del plan especial de Defensa, que habitualmente se dedica para inversiones militares y no computa en el límite de gasto.

Otras fricciones se han sido solucionando con la aceptación por parte socialista de las posiciones de sus socios. Así ha ocurrido con el impuesto a las grandes fortunas, que el PSOE había rechazado hace solo unos meses. Antes, ya se había producido un fuerte debate interno en torno al impuesto extraordinario a las entidades bancarias y a las compañías energéticas.

Motivo de fricción fue la propuesta de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, de imponer límites a los precios de la cesta de la compra, que fue considerada ilegal por el titular de Agricultura, Luis Planas. Se mantienen además las tensiones en torno a la ley de vivienda porque el PSOE se niega a que el tope a los precios del alquiler se extienda a todos los propietarios, y no solo a los grandes tenedores.

Las diferencias se reflejaron además cuando Sánchez anunció sin consultar a sus socios el envío de armamento militar a Ucrania, o en la votación de la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, en la que Podemos se abstuvo e IU votó en contra.

El desencuentro fue patente también tras la decisión de Sánchez de aceptar unilateralmente el plan de Marruecos de autonomía para el Sáhara. Los morados, que se enteraron por la prensa, forzaron luego una votación en el Congreso para apoyar un referendo pactado, que se aprobó sin apoyo del PSOE. La propuesta socialista de cambiar la ley para desalojar a okupas en 48 horas ha sido el último motivo de choque con sus socios.