Las bases de Junts decidirán la próxima semana si rompen el Gobierno catalán

Cristian Reino / Javier Arias BARCELONA, MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El secretario general de Junts, Jordi Turull, y la presidenta del partido, Laura Borràs (detrás), este jueves, antes de comparecer ante la prensa tras la reunión de la ejecutiva
El secretario general de Junts, Jordi Turull, y la presidenta del partido, Laura Borràs (detrás), este jueves, antes de comparecer ante la prensa tras la reunión de la ejecutiva David Zorrakino | EUROPAPRESS

JxCat no abandona por ahora el Ejecutivo autonómico para seguir negociando con Pere Aragonès y se niega a nombrar un sustituto de Jordi Puigneró como vicepresidente de la Generalitat

29 sep 2022 . Actualizado a las 21:26 h.

En vísperas de la conmemoración del quinto aniversario del referendo ilegal del 1-O, el secesionismo salvó este jueves una bola de partido, pero está casi roto. Tras el cese del vicepresidente del Gobierno catalán, Jordi Puigneró, decretado la noche del miércoles por el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, Junts movió este jueves ficha y evitó la ruptura inmediata, como pedían los duros del partido. De momento, no habrá divorcio. Pero puede haberlo de manera inminente. Porque la dirección juntera ha adoptado la decisión de convocar a su militancia a una consulta para decidir sobre su continuidad en el Gobierno catalán. La ejecutiva del partido decidirá el próximo lunes el texto de la pregunta que trasladará a las bases y la consulta se celebrará el 6 y 7 de octubre.

Además, Junts ha dado 72 horas a Pere Aragonès para seguir negociando por si es posible reconducir la situación. Si llegaran a un acuerdo, seguirá siendo la militancia posconvergente la que tendrá la última palabra. Y por tanto, la consulta se mantendrá, aunque la pregunta podría cambiar en función del posible pacto con ERC. Junts, que no prevé sustituir a Puigneró como vicepresidente y consejero, reclama a Aragonès lo mismo que en el debate de política general: que varíe su rumbo en la agenda soberanista. Le exigen garantías de que creará una dirección estratégica del independentismo, que reoriente la mesa de diálogo con el Gobierno central y que se avenga a formar un frente común entre ERC y Junts en Madrid.

La dirección de JxCat estuvo reunida durante nueve horas, prueba de que la división en el seno de la formación es profunda, y acabó optando por salvar el partido, con una decisión salomónica, que trataba de contentar a todas las partes.

El detonante

El caso es que los días previos al 1-O habían servido para apaciguar los ánimos. Al menos en las declaraciones públicas. Hasta que el portavoz de Junts, Albert Batet, tomó la palabra el martes pasado en el debate de política general en el Parlamento autonómico. Su intervención inicial no fue muy dura. Pero la réplica fue la que acabó de desbordar el vaso y los tambores de ruptura regresaron al hemiciclo catalán. «Así no podemos seguir», espetó Albert Batet al presidente de la Generalitat. Acto seguido le lanzó el segundo ultimátum en un mes: o cumple el acuerdo de gobierno o tendrá que someterse a una cuestión de confianza. Junts volvía a la guerra. El portavoz de ERC añadió más sal a la herida y advirtió a los posconvergentes de que Aragonès estaba contemplando todos los escenarios. Al día siguiente, el miércoles, los ánimos estaban aún más caldeados.

En el entorno de Jordi Turull empezó a circular que el secretario general de Junts había cambiado de posición y si hasta ahora era partidario de mantenerse en el Gobierno, con el debate de política general, en el que Aragonès se mostró firme y se negó a girar el rumbo hacia donde le exigen los posconvergentes, dio un cambio y abrazó las tesis de la presidenta del partido, Laura Borràs, favorable a la ruptura. Aragonès canceló su agenda y convocó a su núcleo duro al Palau de la Generalitat. El enfado era mayúsculo ante lo que consideraba una nueva deslealtad de sus socios. A las pocas horas, decidió convocar una reunión extraordinaria del Gobierno autonómico y cesó a Puigneró.

Junts acusa a Aragonès de no cumplir tres puntos del pacto de legislatura: creación de una dirección estratégica en el independentismo, reorientar la mesa de diálogo y unidad de acción en Madrid que, para Junts, supone romper con Sánchez en el Congreso. El presidente de la Generalitat lo niega y acusa a los posconvergentes de desleales y de actuar como si estuvieran en la oposición.

El primer encontronazo se produjo cuando los de Puigdemont se negaron a participar en la mesa de diálogo con el Gobierno central. Adujeron que se sentían excluidos, porque tanto la Moncloa como el Palau de la Generalitat convinieron que las delegaciones las integrasen solo consejeros. ERC y Junts llevan años juntos, desde el 2015, pero no se aguantan. Forman un matrimonio de conveniencia, que funcionó cuando tenían un objetivo común: el procés. Pero después de octubre del 2017, no hay proyecto común ni estrategia, solo intentar mantener viva la chispa de la unidad independentista, que se agotó en el 2017.

El PSOE apuesta por la estabilidad

Por otra parte, el PSOE advirtió este jueves que «no jugará a la inestabilidad» en Cataluña tras la crisis desatada en el Gobierno autonómico El portavoz de los socialistas en el Congreso, Patxi López, recriminó tanto a Esquerra como a Junts «dar alas a sus obsesiones particulares» y poner en peligro el Ejecutivo catalán. López hizo un llamamiento a «reconducir la situación» porque de lo que menos requiere el momento actual, a su juicio, es de «inestabilidad». Según el dirigente del PSOE, la decisión del presidente catalán de cesar a su vicepresidente, de Junts, es «la máxima expresión del conflicto que viven las formaciones independentistas».

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, también reprochó a los miembros del Gobierno catalán la «irresponsabilidad» de la que, según él, están haciendo gala. El exministro de Sanidad echó en cara a los miembros del Ejecutivo autonómico que «están actuando de forma egoísta». La incógnita que se cierne ahora sobre la política catalana pasa por saber si el PSC apoyará a Aragonés para que el dirigente de ERC permanezca en el poder y evitar así un adelanto electoral. Una cuestión que provocó que López se pusiese este jueves de perfil ante esta pregunta: «Yo no he dicho eso, he dicho que la inestabilidad no es buena en este momento».

Críticas de Vox y Cs

Desde fuera de Cataluña también vertieron opiniones al respecto Vox o Ciudadanos. El vicesecretario de Acción Política de Vox, Jorge Buxadé, apuntó que su formación está preparada para ir a las urnas con Ignacio Garriga a la cabeza, mientras que la formación naranja se refirió a la grieta abierta en el Ejecutivo catalán como un «espectáculo». «Ciudadanos lo que quiere es que este Gobierno de Cataluña se vaya», aseguró Edmundo Bal, vicesecretario general de los liberales.

Jordi Puigneró, durante una reunión del Gobierno catalán el pasado 20 de septiembre
Jordi Puigneró, durante una reunión del Gobierno catalán el pasado 20 de septiembre Quique García | EFE

Puigneró, un fiel a Puigdemont que ha liderado a Junts en el Ejecutivo catalán

El hasta ahora vicepresidente del Gobierno catalán, Jordi Puigneró, es un dirigente procedente de Convergencia —rama independentista— y fiel al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont que desde mayo del 2021 ejerció como máximo representante de Junts en el Ejecutivo, al frente de la Vicepresidencia de Políticas Digitales y Territorio.

Desde ese rol, Puigneró trató de liderar la reclamación del traspaso de Rodalies (las cercanías ferroviarias catalanas) —su «caballo de batalla» de la legislatura, dijo el pasado octubre— y puso cada avería de este servicio de Renfe como ejemplo de la «incompetencia» del Estado.

Consejero de Políticas Digitales y Administración Pública en el Gobierno de Quim Torra, Puigneró impulsó el lanzamiento de nanosatélites de la Generalitat al espacio, el despliegue de la fibra óptica y los primeros pasos de la tecnología 5G.

Nacido en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) en 1974, estudió Ingeniería de sistemas de información en la Universidad de Surrey (Reino Unido) y su trayectoria y el libro El quinto poder. La república digital en tus manos reflejan su pasión por la tecnología y su compromiso independentista: fue el encargado de coordinar la defensa frente al ciberataque que sufrió la Generalitat durante las votaciones del referendo ilegal del 1 de octubre del 2017.

Con 25 años, Puigneró ya engrosaba las filas de la Joventut Nacionalista de Catalunya, con 28 se estrenó en política institucional como jefe de gabinete del entonces alcalde de Sant Cugat del Vallès, Lluís Recoder, y con 31 comenzó a ejercer de concejal.

En agosto del 2020, Puigneró siguió el ejemplo de Puigdemont y otros consejeros, como Meritxell Budó, Miquel Buch y Damià Calvet, y dio el salto a las filas de JxCat, recién constituido como partido.

Desde el Ejecutivo catalán, trató de internacionalizar el caso de espionaje a líderes independentistas y fue muy crítico respecto a la mesa de diálogo con el Gobierno central.