Un GEO en la evacuación de afganos: «Lo peor fue no poder sacar a más gente»

Sagrario Ortega EFE / LA VOZ

ESPAÑA

Imágen del exterior del aeropuerto de Kabul hace un año, donde la gente se acumulaba a la espera de poder escapar de Afganistán
Imágen del exterior del aeropuerto de Kabul hace un año, donde la gente se acumulaba a la espera de poder escapar de Afganistán Marcus Yam / HANDOUT | EFE

Luis participó en la evacuación de unos 2.000 colaboradores afganos tras la toma de Kabul por los talibanes, hace un año

17 ago 2022 . Actualizado a las 10:46 h.

«La gente moría aplastada en las puertas del aeropuerto de Kabul. Era muy duro ver a personas que llevaban 18 horas al sol, a 40 grados, niños pequeños y mujeres embarazadas. Lo peor fue no poder sacar a más gente». Así relata Luis, un agente del Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional su último día en Afganistán, ahora hace un año.

Luis llegó a la base aérea de Torrejón de Ardoz, Madrid, el 27 de agosto del año pasado, en el último vuelo de evacuación del contingente español. Con él volaron desde Kabul militares, personal de la embajada y el resto de sus compañeros: un total de 13 geos, la unidad de élite de la Policía Nacional, y 7 agentes de la Unidad de Intervención Policial.

No era la primera vez que Luis (prefiere no aparecer con su apellido) desarrollaba su trabajo en Kabul. Durante sus casi 17 años en la unidad había participado en, al menos, cinco rotaciones, con estancias de entre dos y tres meses para dar protección y seguridad a la embajada española en la capital afgana.

Tal y como explica en una entrevista con Efe, en su última rotación en Afganistán, este agente vivió el avance de los talibanes y pudo participar en la evacuación de cerca de 2.000 colaboradores afganos de España y de otro países.

Nadie espera que pueda tomarse un país en 20 o 30 días 

En esa última rotación, Luis apenas llevaba quince días desplegado en su misión de proteger la embajada. La situación política del país -recuerda- se empezó a poner muy tensa y se adelantaron mucho los acontecimientos.

«Sabíamos que algo iba a pasar, pero no sabíamos que iba a ser tan rápido». Y es que el avance de los talibanes se producía a velocidad de vértigo.

A Luis, a sus compañeros y a los responsables diplomáticos les llegaba cada día información más preocupante, como que los talibanes habían avanzado 10 kilómetros hacia Kabul, «luego 100. Hasta el último día que nos avisaron de que estaban entrando en la ciudad».

«No esperas que pueda pasar una cosa así. ¿Quién espera que se pueda tomar un país en veinte o treinta días? No se lo espera nadie», reflexiona el agente.

Evacuación de emergencia

Y un día, nada más levantarse, los colaboradores locales les informan de que los talibanes estaban entrando en la ciudad. El mando del dispositivo policial español envió un coche en posición avanzada para comprobar la situación, continúa Luis su relato.

Los agentes constataron que en la seguridad de los «checkpoint» no había nadie. «Todo el mundo había desaparecido». La embajada americana contactó a todas las delegaciones diplomáticas para coordinar la evacuación.

En la embajada española se decidió una evacuación de emergencia y todos se desplazaron a la delegación diplomática de Estados Unidos y de allí, en helicóptero, a la base militar.

No disponían de coches, pero a través de la cooperación internacional consiguieron vehículos para llegar hasta las puertas del aeropuerto de Kabul, controlado por los americanos, los alemanes y los ingleses.

Luis y sus compañeros se fueron desplazando a las diferentes puertas para evacuar a los colaboradores afganos con España y con otros países. Todo ello en cooperación con las distintas fuerzas internacionales.

«Era imposible seleccionar» la gente para la evacuación. «Estamos hablando de que en una puerta podía haber 3.000, 4.000 o 5.000 personas». Además, a un metro del perímetro de las fuerzas internacionales estaban ya los talibanes, recuerda el GEO.

Y en ese «segundo perímetro» de los talibanes, Luis pudo ver cómo estos propinaban palizas con látigos a los afganos que se agolpaban en las puertas. «Era horrible», recalca el policía español.

Pena por los que se quedaron allí

Luis contribuyó a que los colaboradores afganos pudieran embarcar en los aviones españoles y llegar a nuestro país. A muchos de ellos les conocía, pero otros se tuvieron que quedar. Y esa es la «pena» que aún siente este GEO, acrecentada por la situación que pueden estar viviendo en Afganistán.

Recuerda, también con pena, el estado en el que llegaron a los aviones los que sí tuvieron la suerte de ser evacuados. «No tenían agua ni comida», dice. Y eso era lo primero que se les facilitaba ya dentro de la aeronave, además de tratamiento médico al que lo precisara.

Lograron sacar a todo el personal que trabajaba para la embajada española, personas a las que Luis conocía por todas las veces que se había desplegado en Kabul. «Que yo sepa nadie de los que conocía se ha quedado en Afganistán», subraya en la entrevista con Efe.

Con algunas de esas personas hizo amistad y con algunas aún mantiene contacto por wasap. Sabe que están bien y reconoce que para esas familias será duro adaptarse «a un cambio de país, de costumbres y de todo». «Pero son gente muy maja, se acabarán adaptando», asegura, convencido, el agente.

«Volvería. Yo hago mi trabajo y voy donde me manden»

Pese a la dura situación que vivió, Luis contesta con un «sí, claro» a la pregunta de si volvería otra vez a Afganistán. «Yo hago mi trabajo y voy donde me manden», añade rotundo. «Estamos acostumbrados a este tipo de trabajo», apostilla.

Ahora recuerda su llegada a Afganistán el día siguiente del atentado en 2015 contra la embajada española en Kabul, en el que murieron dos compañeros suyos, Jorge García Tudela e Isidro Gabino San Martín.

Momentos en los que sintió «impotencia», pero también «ganas de ayudar» y de hacer su trabajo.

A la pregunta de si no tiene miedo cuando su destino es un país tan complicado como Afganistán, este GEO responde: «Si no lo tuvieras eres un loco. Nosotros tenemos miedo, como todo el mundo, pero te especializas en un tipo de trabajo y asumes los riesgos».

Luis sigue en el GEO esperando la siguiente rotación «a la embajada que me toque», trabajando mucho y entrenando mucho. Quiere seguir en esta unidad de élite «hasta que el cuerpo aguante».