Pulso del Gobierno y el PP ante un otoño preelectoral con la inflación como ariete

Lourdes Pérez MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente del Parlamento serbio, Ivica Dacic, este sábado antes de su reunión en Belgrado
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente del Parlamento serbio, Ivica Dacic, este sábado antes de su reunión en Belgrado Andrej Cukic | EFE

Difieren en el diagnóstico, el combate de la crisis y en quién defiende a la clase media

31 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre la situación pospandemia y las apreturas provocadas por la inflación, el Gobierno insiste en que continúa esperando al PP para explorar consensos y el primer partido de la oposición incide en que mantiene la mano tendida para los asuntos con relevancia de Estado. Pero los apenas 4,4 kilómetros que separan el palacio de la Moncloa de Génova 13, el cuartel general de los populares, están adoptando perfiles escarpados. De una honda división en torno a la inquietud prioritaria como es el impacto en el bienestar de la invasión de Ucrania, camino ya de seis meses, que no solo alcanza a la retórica partidaria, sino a algo más profundo: el diagnóstico de la crisis y la estrategia para combatirla.

A horas de sumergirse en agosto, España recupera cifras turísticas de antaño, al compás del crecimiento económico tras lo peor del covid-19, mientras padece al llenar la cesta de la compra y el depósito de gasolina una inflación situada en el 10,8 %, el listón más gravoso en 38 años. Es decir, un país que parece decidido a disfrutar de su primer estío normalizado desde que el coronavirus secuestró la vida de todos en el 2020, al tiempo que coge fuerzas para un otoño que se prevé gélido por la amenaza de la continuidad de la guerra y el chantaje energético de Vladimir Putin; y muy caliente políticamente, con todos los partidos en modo preelectoral y con desafíos ante sí como la negociación de los últimos presupuestos de la legislatura.

Es en ese terreno complejo en el que el Gobierno de Sánchez y el PP de Núñez Feijoo libran su pulso. Un duelo que termina acerado el curso y que no tiene visos de aflojar cuando ambos líderes encaran el decisivo ciclo electoral que se abrirá en mayo con las municipales y autonómicas y rematará con las generales de finales del 2023 si no media un adelanto presidencial. «La situación está jodida», describe un dirigente socialista conocedor de cómo respira la militancia en las federaciones y consciente del esfuerzo que habrán de hacer el Gobierno y el partido para revertir las encuestas adversas y persuadir a los desafectos de que la «protección social» del Ejecutivo ante una inflación desbocada acabará embridándola.

Con el espaldarazo andaluz en la mochila y los sondeos de cara, el reto del PP es otro: que la política propia no derive en la impresión —la que le achaca la izquierda— de que solo buscan beneficiarse del cuanto peor, mejor.

Los socialistas han ido apuntalando su táctica para intentar desmontar la imagen de moderación y sentido de Estado de Feijoo, al que acusan de mantener el mismo fondo pese a alejarse en las formas de las estridencias del casadismo. En su balance del curso, Sánchez dio un paso más allá al cargar contra sus oponentes por pasar del «bloqueo y el negacionismo» al «catastrofismo» sobre la evolución económica. Persuadidos de que cada día que pasa el contexto se le hace más cuesta arriba al presidente, los populares han intentado rebatir el discurso de que están en el no por el no apoyando al Gobierno en materia de seguridad y defensa y absteniéndose en el segundo decreto anticrisis, tras un debate sobre el estado de la nación del que Sánchez salió mejor parado de lo esperado. 

Patriotismo y corbata

Socialistas y populares, que han ensanchado más si cabe su brecha sobre la renovación del CGPJ a raíz de la contrarreforma del Gobierno para forzar la cobertura de las vacantes en el Constitucional, afrontan el otoño distanciados en casi todo. En el diagnóstico de la crisis —donde los primeros se escudan en la gravedad de la guerra, los segundos insisten en que la inflación deviene también de la incapacidad del Gobierno para controlarla—; en las medidas de respuesta —los populares exigen deflactar el IRPF, algo que los socialistas han aceptado en Euskadi, y recalcan que si se abstuvieron en el segundo decreto es porque Sánchez «solo acierta cuando rectifica»—; y ahora también en un relato que se disputa al español de a pie y anticipa por dónde discurrirá la pugna preelectoral. Sánchez hace bandera de su Gobierno como el baluarte de las «clases medias trabajadoras» frente a un PP al que identifica con «los poderosos» que se beneficiarían frente a la mayoría social y al que dibuja como una suerte de cenizo sobre el porvenir de la economía.

En la calle Génova, sus inquilinos se afanan en presentar a Sánchez como un incompetente que endeuda a España y solo persigue retener el poder. Agosto echa a andar sin tregua, preludiando un septiembre con las espadas en alto.

La guerra que hace converger España con la defensa europea 

El último curso político abrió con la rocambolesca votación que permitió al Gobierno salvar por los pelos la reforma laboral y va a cerrarse con un plan sobrevenido de ahorro energético que aprobará mañana, 1 de agosto, un postrero Consejo de Ministros. En medio ha pasado de todo —el traumático relevo en el PP, la crisis por Pegasus, dimisiones varias, las elecciones en Castilla-León y Andalucía...—, pero, sobre todo, ha ocurrido un hecho excepcional: la invasión rusa de Ucrania que ha devuelto la guerra a las puertas de la UE con una sacudida política, económica y moral.

¿Cuánto nos está transformando aquel 24 de febrero en el que Vladimir Putin decidió vulnerar la soberanía ucraniana? «Las últimas generaciones de españoles dábamos la supervivencia por garantizada. Y, de repente, irrumpe una pandemia y, cuando nos habíamos acostumbrado a convivir con el covid-19, descubrimos que las guerras siguen existiendo. Son los jóvenes a los que más está impactando este escenario», constata Narciso Michavila, presidente de GAD3 y experto en encuestas.

Las preocupaciones constatadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas hace un año radiografiaban un país inquieto, sobre todo y todavía, por el coronavirus, cuyas consecuencias en la situación económica y el mercado laboral se dejaban sentir. Hoy, y según el mismo CIS, lo que les perturba es la crisis asociada a la escalada inflacionista aunque su mayor detonante, la guerra, figure paradójicamente en cola de las preocupaciones.

Casi seis meses después del inicio de la contienda bélica, España es un país que hoy tiende a converger con los Estados europeos en lo que se refiere a la seguridad y la defensa, evidencia Michavila. Aumentar el gasto militar, añade el experto, ha dejado de ser «un tabú propio de los conservadores».

«¿Qué patriota es Feijoo al abrazar a las eléctricas y a la banca», pregunta Eva Granados 

La portavoz del PSOE en el Senado, Eva Granados, se ha preguntado sobre el líder del PP: «¿Qué patriota es Feijoo cuando abraza a las eléctricas y a la banca en vez de pensar que los beneficios extraordinarios reviertan en un mejor bienestar para el conjunto de la ciudadanía?».

En declaraciones ante la sede del PSC en Barcelona, Granados ha acusado al PP de estar «del lado de los poderosos» y de no querer que las grandes eléctricas y la banca aporten a las arcas públicas del Estado recursos para ayudar a aquellos que lo están pasando peor por la inflación. En esta línea, ha apuntado que el PSOE está «con la mayoría social y va a hacer todo lo posible para que esta mayoría lo pase lo mejor posible y pueda cubrir sus rentas». «Lo queremos dejar muy claro: Sabemos para quien trabajamos y sabemos que el conjunto de la ciudadanía lo está pasando mal y vamos a seguir protegiéndola».

Bendodo dice a Sánchez que «no hay corbata que tape el 11 % de inflación» 

El coordinador general del PP, Elías Bendodo, consideró ayer que «no es serio» que el presidente Pedro Sánchez en su balance del curso político, abogara por quitarse la corbata como medida de ahorro energético: «Es de coña; esto no es serio. No hay corbata que tape el 11% de inflación».

En Fuengirola (Málaga), Bendodo incidió: «Creo que a Sánchez no le llega la camisa al cuello y por eso tiene que quitarse la corbata». Pero, agregó, «sin duda, no hay corbata que nos evite su ritmo de creación de impuestos».

El líder popular señaló que este Gobierno tiene «una capacidad muy reducida» y dijo que si Rodríguez Zapatero dio a conocer a todos la palabra prima de riesgo, Sánchez «nos ha recordado los peligros de la inflación disparada». «Sin duda el PSOE es un masterclass de todo lo malo de la economía», afirmó y añadió que «si hay que hacer un balance este es: 24 subidas de impuestos en cuatro años y 39 ministros. Así no se puede avanzar».