El desafío catalán: un guion digno de Pimpinela

ESPAÑA

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Pere Aragonès, este viernes en la Moncloa
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Pere Aragonès, este viernes en la Moncloa Alberto Ortega | EUROPA PRESS

15 jul 2022 . Actualizado a las 22:41 h.

Pimpinela era un grupo formado por dos hermanos argentinos que hicieron de las canciones de amor (y sobre todo de desamor) un éxito en la década de los 80. Algunas de sus letras servirían perfectamente para ilustrar perfectamente la relación entre Pedro Sánchez y Pere Aragonès en los últimos meses.

El socialista ha pasado del ninguneo absoluto al independentista —«¿Cuántas veces quiere que le repita que nunca pactaré con los independentistas?»— en la campaña del 2019, de acusarlos de querer romper España y de apoyar la aplicación del 155 en Cataluña, entre otros asuntos, a convertir a Esquerra en uno de sus dos aliados preferentes —el otro es Bildu, como ha quedado claro en la ley de la desmemoria que convierte en franquista a la Transición y sus protagonistas e ignora los desmanes de los terroristas etarras.

Aragonès, por su parte, optó durante los últimos tres meses por aplicar el «olvídame y pega la vuelta» de uno de los estribillos más coreados de Pimpinela a buscar en la debilidad parlamentaria del líder del PSOE qué más pueden sacar para rentabilizar ante su electorado en su pugna con la antigua Convergencia y Puigdemont.

El fingido enfado por el espionaje con el sistema Pegasus a 18 personas implicadas en diversos actos vandálicos y anticonstitucionales, que además fue autorizado por un juez, ha quedado atrás. Igual que el puñetazo encima de la mesa por la falta de ejecución de las inversiones estatales en Cataluña, algo que, por otra parte, es común al resto del país, donde cada año quedan miles de millones sin invertir pese a figurar en los Presupuestos.

En el fondo, Aragonès sabe que su futuro político depende de la estabilidad que le puedan brindar Junts y la CUP, cuya única hoja de ruta, como se vio en el Debate sobre el Estado de la Nación esta semana, es la independencia. Y, por eso, necesita brindar algún avance en esa línea con la que satisfacer a la parroquia separatista. Este viernes, Sánchez y el de ERC dieron una patada hacia delante a la pelea. La mesa de diálogo será a final de mes, pero las exigencias de los republicanos —una amnistía para los condenados por el 1-O y un referendo autorizado— pueden suponer la puntilla para las aspiraciones electorales del socialista en un año clave para él.

Pedro Sánchez intenta conformar una mayoría afín en el Constitucional, como antes hizo con éxito en el Tribunal de Cuentas, para allanar ese camino. Pero no debería olvidar que, al final, los Pimpinela abandonan siempre juntos el escenario. Hasta la siguiente pelea fingida.