Después de tantas polémicas, en Junts y la CUP lo ven amortizado en el Congreso mientras ERC le enfila hacia la incierta candidatura en Santa Coloma
13 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.«El problema no es Rufián, el problema es ERC, que se lo permite». En Junts están que se suben por las paredes con el portavoz republicano en el Congreso. Llamó «tarado» a Carles Puigdemont por declarar la independencia -es posible que no midiera del todo lo que dijo- y provocó un incendio que se le va a volver en contra, según apuntan sus adversarios, tanto en Junts como en los comunes.
Es un político «amortizado», apuntan desde las otras dos formaciones políticas del secesionismo. «Lo sacrificarán» cuando ERC quiera formalizar su cambio de estrategia en Madrid en relación al Gobierno, señala un diputado postconvergente. «El personaje se ha comido al político», remata.
No obstante, en Junts creen que Rufián no va por libre y sus salidas de tono, en especial sus dardos contra Carles Puigdemont, no son hechos aislados. Encajan, a juicio de los junteros, en una estrategia de ERC para atacarles o para defender sus posiciones. Y la apuesta republicana por el locuaz portavoz forma parte de la política, creen en Junts, de mano tendida con el Gobierno y del intento de frenar la llegada de la derecha al poder, que empezó con la moción de censura a Mariano Rajoy.
No es casualidad, señalan los de Puigdemont, que cada vez que Esquerra ha estado en dificultades, el delegado en Madrid haya salido al rescate con una declaración fuera de lugar para desviar la atención, la clásica cortina de humo.
Así fue en plena huelga en la escuela contra el consejero de Educación, cuando se sacó de la manga lo de los «señoritos que se creían James Bond»; en la votación por la ley del audiovisual, en la que el Gobierno dejó a ERC en fuera de juego y Rufián sorprendió atacando a Jaume Asens y pidiéndole que no vaya tanto a Waterloo; o el día que se aprobaba la ley del catalán, que algunos en el independentismo ven como una rendición pues reconoce al castellano como curricular, cuando llamó «tarado» a Puigdemont.
«Rufián es Rufián», admiten en su partido, como justificando su forma poco ortodoxa de hacer política. Le han tirado de las orejas, reconocen, porque empieza a ser un problema para la cohesión del Govern que lidera el republicano Pere Aragonès y porque en las bases más secesionistas causa malestar con tanto fuego amigo entre independentistas. Fue desautorizado por Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, y por la secretaria general de su partido, Marta Rovira.
El portavoz republicano en Madrid cuenta aún con el apoyo de Oriol Junqueras y de Joan Tardà. No obstante, el Gobierno catalán no se romperá por las declaraciones que puedan hacer Rufián o la propia Laura Borràs. Pero sí añaden un caldo de cultivo a unas relaciones que están muy contaminadas desde hace años y que cualquier día saltarán por los aires. Si ERC y Junts rompen, seguramente será con el aplauso de 'Rufi', que forma parte del sector de su partido, junto a Tardà, más proclive a reeditar un tripartito de izquierdas que de gobernar junto a los postconvergentes.
Una apuesta personal
Situarle como jefe de filas en Madrid fue una apuesta personal de Oriol Junqueras, con el propósito de ampliar la base electoral republicana en las zonas metropolitanas de Cataluña donde el independentismo es muy minoritario. En ocasiones, se dirige más a los votantes de izquierdas que a los secesionistas y actúa como ariete de Junts, a la que sitúa como la derecha convergente y corrupta de toda la vida. Disputa el voto a PSC y comunes.
El portavoz de ERC llegó a Madrid en el 2015 asegurando que solo estaría 18 meses en el Congreso y que tras ese año y medio que se anunció que duraría el procés, dejaría su escaño para «regresar a la república catalana». Ahora, volverá a sus orígenes como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramanet.
Hay quien apunta desde las filas de Junts que sus ataques a Puigdemont, que son recíprocos, forman parte del inicio de su campaña electoral en Santa Coloma, ciudad metropolitana donde hay más apellidos del resto de España que catalanes, donde se habla castellano de manera mayoritaria y donde los 'burgueses nacionalistas' nunca han despertado simpatías. Allí nació también la inmersión lingüística.
«Yo soy hijo de la inmersión», suele decir Rufián, que antes de entrar en la política institucional se fogueó en la asociación Súmate, una entidad integrada por castellanohablantes partidarios de la independencia. ERC aún no ha anunciado de manera oficial su candidatura a la Alcaldía de Santa Coloma. El futuro alcaldable reclama poder compatibilizar su labor en el consistorio y la del Congreso. Su asalto al ayuntamiento es, de hecho, una empresa casi imposible, pues el PSC, con Núria Parlón, gobierna con mayoría absoluta. Tiene 18 concejales y ERC, solo tres.