Aquel domingo de 1982 en el que Calvo Sotelo metió a España en la OTAN

Melchor Sáiz-Pardo MADRID | COLPISA

ESPAÑA

EFE

El último Gobierno de la UCD negoció y cerró la entrada en la Alianza con la entonces férrea oposición del PSOE y del PCE

31 may 2022 . Actualizado a las 06:00 h.

Era domingo. A media tarde de aquel 30 de mayo de 1982, el encargado de negocios de la embajada en Washington entregó el documento de adhesión a la OTAN al Departamento de Estado de Estados Unidos. No hubo mucho más. Ni fastos ni celebraciones. La joven democracia española acababa de entrar en la Alianza Atlántica.

El inestable Gobierno de Calvo Sotelo había decidido dar el salto a pesar de contar con la férrea oposición del PSOE de González y del PCE de Carrillo. El miedo a perder Ceuta y Melilla, la obligación imperiosa de modernizar unas Fuerzas Armadas donde todavía resonaban los ruidos de sable y la necesidad de seguir allanando el camino para la entrada en la CEE impulsaron al último presidente de la UCD a tomar aquella decisión histórica materializada cuatro décadas atrás.

Dos años antes, el Ejecutivo de Adolfo Suárez había anunciado su propósito de iniciar conversaciones para convertir a España en el decimosexto país de la OTAN. El simple anuncio ya fue polémico, porque había el compromiso de debatir cualquier acercamiento en las Cortes, pero no hubo discusión. Calvo Sotelo, en su discurso de investidura del 25 de febrero de 1981, anunció que España iba a pedir ese mismo año su ingreso. «No toleraremos que la URSS se arrogue el derecho de vetar la entrada de España», clamó.

De entrada, no

El último presidente de la UCD cumplió su promesa y el 2 de diciembre presentó la solicitud tras un intenso debate público en el que el PSOE echó el resto en su famosa campaña de OTAN, de entrada, no. Los socialistas se embarcaron en una ofensiva mediática masiva. Felipe González inundó los periódicos con anuncios en contra del ingreso en la Alianza y la calle con 1.325 vallas publicitarias y 125.000 carteles.

No mucho después González arrasó en las urnas, pero con su llegada a Moncloa inició un giro de 180 grados para convertirse en uno de los mayores defensores de la Alianza. En marzo de 1986, con el Ejecutivo socialista volcado ahora en el sí a la OTAN, España confirmó en un referendo el ingreso con un 52,54% y un 39,85% en contra.