Otro jirón en la credibilidad del Estado

ESPAÑA

Pedro Sánchez durante su comparecencia en el Congreso para explicar el espionaje con Pegasus
Pedro Sánchez durante su comparecencia en el Congreso para explicar el espionaje con Pegasus Eduardo Parra | EUROPAPRESS

27 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez decidió hace semanas sacrificar al CNI en aras de conservar sus precarias alianzas, que siguen cobrándose su precio con los jirones de credibilidad del Estado que el presidente les permite llevarse en cada crisis. El resiliente líder socialista entregó un primer plazo con la cabeza de Paz Esteban, la entonces jefa de los espías, y este jueves se rindió ante el PNV al aceptar un incremento de los requisitos judiciales para el espionaje, y ante ERC y Bildu al acatar la reformulación de la Ley de Secretos Oficiales para desclasificar todos los documentos del caso Pegasus y proteger a quienes conspiran contra la unidad de España en lugar de defender los intereses de la mayoría social.

La legislatura se ha convertido ya en un sobresalto permanente. El PSOE depende de la volubilidad del PP para salvar sus principales proyectos, véase este mismo jueves con la nueva ley del audiovisual, que salió adelante inicialmente gracias a la abstención de los conservadores. Y los socialistas seguirán pagando el precio que les exijan sus teóricos aliados en los Presupuestos o en transferencias de competencias para poder salvar las leyes más ideológicas del mandato para las que no pueden contar con el centroderecha, como la del solo sí es sí o la del aborto.

Poco importa que España haya dejado de ser un aliado creíble para las principales potencias occidentales o, incluso, para sólidos compañeros de viaje como Argelia. Menos aún interesa fijarse en el abandono de las miles de familias desamparadas en Cataluña por la obligatoria inmersión lingüística de la que no se libran ni los refugiados que huyen de la guerra de Ucrania. Por no hablar de la incertidumbre económica que frena la necesaria recuperación española mientras el dinero del rescate europeo sigue esperando en Bruselas a que los socios del Gobierno se pongan de acuerdo en algo que sea útil para una mayoría.

Las elecciones andaluzas suponen un test importante para Sánchez. Del volumen de la derrota dependerán las nuevas estrategias, pero debilitar al partido —y al Gobierno— en toda España para conservar el espejismo de la paz en Cataluña no parece la mejor receta. Porque, si no los ha oído, presidente, lo volverán a hacer. Mientras tanto, el precio de la gasolina sigue por encima de los dos euros y la bajada de la luz no acaba de llegar.