Según relató el superviviente ante la Policía autonómica en su denuncia, mientras estaban ya tomando algo tranquilamente en el salón, este individuo primero le besó y después, sin mediar palabra, intentó estrangularle. Él se resistió y consiguió zafarse. Se inició entonces entre ambos un forcejeo. La lucha se extendió por toda la vivienda. Ese estruendo, con movimiento de muebles y gritos de la víctima pidiendo ayuda —«¡socorro, me quieren matar!»—, traspasó las paredes de la vivienda y llegó a oídos del vecindario.
Acorralado y sin salida, el agresor se vio obligado a huir de manera precipitada. Se escapó tan rápido que olvidó allí una mochila con algunos enseres personales y un recipiente que podía contener la sustancia sedante (seguramente éxtasis líquido) que ofrecía a las víctimas.