En Esquerra consideraban que la imputación por corrupción que arrastra podría ser un regalo durante la campaña. Al final, Borràs fue elegida como cabeza de lista y estuvo muy cerca de ganar a Pere Aragonès. Su discurso desacomplejadamente unilateralista y su tirón entre el independentismo radical fue su principal aval electoral. En ERC le acabaron temiendo porque tiene el carisma que le falta a Aragonès. Pero ha cometido el peor error en un momento convulso para el secesionismo, pues ha fallado y engañado a quienes habían confiado en que desobedecería.
Respuesta en la calle
Su estrella se apaga, hasta el punto que la ANC convocó el sábado una manifestación frente al Parlamento catalán y por primera vez tuvo que escuchar críticas por «falta de voluntad para hacer frente a la represión del Estado». Intentando compensar esa afrenta, horas después Borràs se sumó por sorpresa a una protesta de los radicales en la avenida Meridiana, que la propia Generalitat había declarado ilegal. En la protesta se escucharon gritos pidiendo la dimisión de Pere Aragonès y del consejero del Interior, Joan Ignasi Elena, lo que anticipa una nueva crisis entre los dos socios del Gobierno catalán, ERC y Junts.