En tan solo un par de semanas el PP ha pasado de soñar con una absoluta de Mañueco a sangrar apoyos hasta el punto de firmar vencer por la mínima
08 feb 2022 . Actualizado a las 06:00 h.En tan solo un par de semanas el PP ha pasado de soñar con una absoluta de Mañueco a sangrar apoyos hasta el punto de firmar vencer por la mínima. Nadie sabe si la cosa empezó a torcerse con un discurso de Aznar que en Génova consideran que retorció la izquierda para que se dejase de hablar de Garzón, si en un debate en el que Igea rugió desde su domicilio, con la carambola de la votación de la reforma laboral en el Congreso o por la demasiada atención que se presta desde la ejecutiva del partido a Vox. Pero de un tiempo a esta parte nada les sale del derecho.
Tampoco tuvo suerte Casado el pasado domingo a su paso por Ávila, lugar escogido por los populares para el acto central de campaña. Pese a haber nacido en Palencia, se considera «navero», y por tanto «abulense», por lo que al inicio del mitin presumió de «jugar en casa». A la conclusión del acto acudió con varios dirigentes populares a uno de los mesones más afamados de la otra ciudad amurallada. Llegó el momento de pedir. Casado lo tenía claro: chuletón de Ávila. Porque le apasiona la carne, y porque en una campaña tan cárnica era poco menos que obligado en esa tierra con Indicación Geográfica Protegida. Pero cuando las cosas vienen torcidas, vienen torcidas de verdad, y al líder popular se le quedó cara de póquer. «Aquí trabajamos con Ternera Galega», se excusó el mesonero.